No es la desigualdad en México consecuencia del insuficiente salario mínimo, ni es la causa central de la pobreza en México. Para alcanzar el desarrollo humano, ampliamente entendido, se requieren políticas públicas que atiendan aspectos centrales para que las personas podamos encontrar las condiciones para formarnos el futuro deseado. El 20% de incremento en el salario mínimo, con la meta de alcanzar un ingreso familiar de 6 mil 500 pesos mensual, es un analgésico recetado para una enfermedad crónica y sistémica. En otras palabras, Señor presidente López Obrador no es por ahí. Y nos tranquiliza saber que está consciente de que falta mucho por hacer.
En realidad, coincido con las ideas básicas de la propuesta presidencial. La famosa 4T, a la que a este ritmo más valdría un poco de humildad y bajarle dos rayitas para administrar la expectativa. Es decir, el viejo debate entre crecimiento y desarrollo; pero a la vez, la contemporánea falla sistémica de la sociedad globalizada que ha lanzado a las calles a los ciudadanos de todo el mundo. Todos unidos por un factor común: la lacerante desigualdad, en diversas proporciones, pero presente en todo el mundo.
No tiene sentido continuar escalando posiciones entre las economías más grandes, mientras la mitad de la población vive en la pobreza en México. Coincidentemente, más de la mitad de los empleados en México operan en la economía informal. ¿Es esto casualidad o causalidad?
Quizá fuera una medida sabia abocarse a incorporar a la formalidad a ese amplio sector de la población, mismo que coincidentemente es clientela política de los partidos de centro izquierda y más allá; en lugar de terminar de asfixiar a la clase media que generan con micro, pequeñas y medianas empresas la mayoría de los empleos formales. Sí, esos 3.4 millones de trabajadores inscritos en el sector formal, que con tanto bombo y platillo se anuncian como beneficiarios del incremento en el salario mínimo. Como si estos empleos formales y el pago de ese incremento viniesen de las arcas públicas. No, estimado lector. Eso lo pagarán los empresarios a sus trabajadores, que estoy seguro desquitan más que justamente su precario salario.
Pero ya en serio Señor presidente Andrés Manuel López Obrador, ¿no le parece buena idea? Que, así como el presidente Gral. Lázaro Cárdenas Del Río retiró a los militares de la política al excluirlos del Partido de la Revolución Mexicana y regresarlos a los cuarteles a que cumplieran su función institucional y apartidista, quizá pueda usted hacer cumplir el Artículo 31 Constitucional, que establece que son obligaciones de (TODOS) los mexicanos:
IV.- Contribuir para los gastos públicos, así de la Federación, como del Distrito Federal o del Estado y Municipio en que residan, de la manera proporcional y equitativa que dispongan las leyes.
Si lo ve bien, con esa alta responsabilidad de estadista, al tiempo que disminuiría la desigualdad en México, obtendría significativos recursos para financiar su proyecto de nación. ¡Anímese! Nadie mejor para la tarea que usted. Y, si no fuera mucho pedir, dígame: ¡Me canso ganso! Verdaderamente me haría muy feliz.
P.D. Por cierto, en el Art. 28 Constitucional ya están prohibidas las exenciones de impuestos. Sólo es cuestión de hacer cumplir la Carta Magna en ese aspecto también.