Al empezar cada año, es común que nos pongamos varias metas a lograr, por ejemplo, bajar de peso, hacer más ejercicio, buscar nuevos ingresos, remodelar la casa, y en general tratamos de que sean intenciones positivas y que nos permitan mejorar tanto en lo personal como a la gente que nos rodea.
Creo que lo mismo deberíamos hacer como país, fijar metas positivas que induzcan a que mejoremos nuestro entorno.
Propongo que una de ellas sea disminuir la informalidad y lograr tener una tendencia a largo plazo a la baja.
Yo entiendo que informal es aquello que no cumple con las condiciones o requisitos establecidos de un sistema o protocolo, por ejemplo, si vamos a una fiesta y nos piden que debemos ir vestidos de manera formal, entendemos que debemos presentarnos –en el caso de los hombres– con traje y corbata, y si nos señalan que la fiesta es informal, iremos vestidos con un estilo casual, por ejemplo, con chamarra.
En la economía, se está cometiendo el error de llamar “informales” a la gente que se comporta fuera de lo estipulado por la ley, y esto, de cierto modo, suaviza la ilegalidad, dándole un aire de que no está tan mal, por eso, en términos económicos debería eliminarse la palabra de “informales”, sustituyéndola por el término “ilegal”, con todo lo que esto implica.
Estoy totalmente de acuerdo que muchas personas en México su ingreso es tan bajo, y sus condiciones de vida son tan malas, que es una aberración que paguen impuestos, pero me parece que sería mucho más sano legalizarlos y que legalmente no paguen los impuestos directos, hasta después de cierto monto. Me parece equivocado condenar a la gente a ser ilegal permanentemente y que, por tal razón, de alguna manera u otra, tratan de buscar el anonimato por miedo.
Cierto día, paseando en un tianguis en la calle, y que obviamente obstruye las vialidades, observé cómo una persona pasaba a cobrarles la cuota a los tiangueros, el cobrador traía una libretita donde apuntaba lo que cada quien le pagaba, la cuota difería según el giro, ya sea fruta, verdura, tacos, ropa, perfumes, etcétera.
Les cobraba entre 50 y 200 pesos por metro cuadrado por día, que si lo multiplicamos por 30 días, están pagando entre 1,500 y 6,000 pesos el metro cuadrado al mes. Esto no lo cobran ni de lejos los mejores centros comerciales del país.
La realidad es que los tiangueros están pagando un impuesto, pero es un impuesto alternativo el cual ignoro su destino, y que por supuesto no ingresa a las arcas del gobierno, o sea que la gente sí paga impuestos y muy caros, aun cuando lamentablemente permanecen como ilegales y no tienen derechos ni prestaciones. A la larga, esto no podrá ser sostenible y el descontento y la frustración de la población irá creciendo. Para mí los tiangueros no son delincuentes, ¡son víctimas!, y están atrapados en un círculo vicioso.
Tal vez el día que empecemos a llamar a las cosas por su nombre y dejemos de decirle a los ilegales, “informales”, empezaremos a revertir la tendencia.