Comenzar el año con nuevos retos siempre es importante, pero escribir en El Semanario, es desde luego un desafío intelectual, de disciplina, pero sobre todo, un ejercicio que pone a prueba las habilidades (o la falta de ellas) de comunicación; lograr describir el acontecer de Zacatecas con una visión objetiva, no es tarea sencilla. Sin duda, es un ejercicio que implicará gran esfuerzo, porque se busca comentar los sucesos tanto locales con visión nacional, como los nacionales con visión local y sus diversos efectos; intentar trasmitir la visión de lo que en la Ciudad de México denominan provincia o interior del país, implicará hacer de esta labor una sólida comunicación ciudadana y de ahí nuestro título: “Y así dijera mi compadre…” , tratando de guardar el sabor coloquial y provinciano que existe en Zacatecas y de cómo nos afectan los sucesos cotidianos a partir de las decisiones que se toman desde allá, la capital, o como dijera mi compadre, “la capirucha”.
La intención, entonces, será guardar un lenguaje parroquiano (así dijera mi compadre), con el propósito de encontrar los vínculos en la diversidad cultural de nuestro país, enfocándonos en los temas que se consideran de actualidad, o de relevancia para los ciudadanos zacatecanos, desde los programas sociales y sus implementaciones, hasta eventos locales que podrían tener interés nacional.
La participación en la búsqueda de conectar estas dos visiones de país nos permitirá empaparnos de los aconteceres de Zacatecas porque siempre hemos tenido un efecto en grandes temas nacionales (eso dijera mi compadre y muchos de por acá), ya que cualquier decisión tomada además de repercutir en el Estado, también, en la misma proporción, tiene incidencia en los habitantes de otras ciudades o la Ciudad de México.
Para los ciudadanos que estamos lejos de la capital siempre es importante que los habitantes de la misma y los tomadores de decisiones sepan que, si bien los efectos no son inmediatos, sí tienen gran impacto y no como sucede en “la gran ciudad”, que al estar tan juntos pero tan distantes, no se aprecian ni son comunicados esos efectos en algún sentido, ni de los políticos hacia sus gobernados, ni de los ciudadanos hacia sus políticos, quedando sólo el voto como único canal de comunicación y dejando de lado la construcción de la ciudadanía en lo que debiera ser el paso inicial y sin la posibilidad real de una comunicación efectiva.
Lo anterior es distinto en Zacatecas, aquí existe mucha comunicación en redes, medios o a nivel personal, pero “extrañamente” el efecto es el mismo en los políticos: “no responden a esta comunicación”, lo cual nos obligan a implementar canales permanentes de participación ciudadana y burocráticos que hacen que se difumine la participación ciudadana en la actividad política, obligando a confundir ese trabajo.
Parte de la intención con esta columna será comentar cómo se presentan estos ejercicios y la reacción de ambas partes. Así, en la medida en que entendamos que nos necesitamos mutuamente, es como nuestro país y entorno cambiará eficaz y positivamente, siempre entendiendo que las grandes transformaciones en toda sociedad son impulsadas por la participación ciudadana, nunca así por el interés “particular” de los burócratas.
Agradezco la oportunidad de trasmitir esta visión desde Zacatecas, esperamos enriquecer el debate y, principalmente, que nos ayude a tender lazos de comunicación entre todos los ciudadanos. Tanta ciudadanía cuanto sea posible, tanto gobierno cuanto sea necesario.