Nos cansamos de las emociones, nos cansamos de sentir, de trastornarnos y viajar por la inmaterialidad de algo que estremece nuestro espíritu y retando nuestra propia adicción a traducir la vida en una partitura, entonces surgió la música atonal. El argumento fue que la “tonalidad estaba agotada”, la música tenía que ser más cerebral, establecer una distancia entre lo que escuchamos y analizarlo como una ecuación o una fórmula química. El resultado fue que, por un lado, se detonó la libertad de que otros sonidos entraran en las composiciones musicales y, por otro, el aburrimiento llegó como el castigo de escuchar.
En la temporada de ópera que se trasmite en vivo desde la Metropolitan Opera House de Nueva York en el Auditorio Nacional, mostraron “Wozzeck”, del compositor austriaco Alban Berg, con dirección de escena de William Kentridge. El espectáculo era la imposible cohesión entre la obra dramática, la partitura musical y el impactante montaje de Kentridge. La gran vanidad del compositor de someternos a su teoría musical para demostrar que podía ignorar la esencia humana y pasar sobre ella como la destrucción de un arma de guerra, en contra de la anécdota, de los personajes y de la real utilización del sonido, de ese inasible elemento que es capaz de transportar una idea hasta lo más profundo de nuestro cerebro.
Es la segunda obra de Berg que monta Kentridge, anteriormente puso “Lulú”, y en los dos casos es su montaje lo que voy a presenciar, literalmente, es algo que se debe ver, más que escuchar, las máquinas, los cortometrajes, la escenografía, esos elementos que Kentridge lleva a la escena y que son obras de arte en sí mismas, son tan contundentes, potentes, que se tragan la partitura y la utilizan como música incidental, como un fondo que en momentos llega a ser irrelevante.
La frialdad musical en escenas tan conmovedoras como cuando la amante de Wozzeck, dialogando con su hijo, que es un títere creado por Kentridge, o el enorme dolor de Wozzeck ante la infidelidad, no eran parte de la música. Las voces de los cantantes de gran virtuosismo, se perdían detrás de la sucesión de sonidos, y nos dejaba pensando cómo podían dar seguimiento a una partitura que no iba a ningún lado, sin crestas, sin cambios, indiferente al desarrollo del drama llegando a su final sin poder alcanzar un clímax, simplemente terminó, como si Berg se hubiese cansado de sí mismo, hastiado de inventar pretensiones sonoras, escribió “fin” como podría haber puesto “basta”.
Los seres humanos merecemos ser despreciados, incluidas nuestras emociones y sentimientos, la escuela que surgió con Schoenberg, Boulez, Berg, se olvidó que llamamos libertad a la ingobernabilidad de las emociones, a dejarlas salir para manifestarnos que estamos vivos. La libertad del sonido que se desdobla, de que la música creciera a otros espacios sonoros, sigue dependiendo de las sensaciones y las emociones, incluso en el cine, la arbitrariedad compositiva nos deja simplemente obras frías, olvidables.
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Lo mejor de esta publicación es el video que ponen al final. Dan ganas de escuchar la obra completa.
Avelina, el serialismo NO surgió con Boulez. Hazte un favor y deja de escribir sobre las cosas que ignoras y que eres completamente incapaz de apreciar. O al menos busca exhaustivamente en Google antes de escribir.
Asombrosos comentarios a estas alturas. Cerebral será usted. ¡Cerebral! Y sus antepasados son también una panda de cerebrales. ¡Mecachis!
Cómo puede criticar algo de lo que no está capacitada? La música no es su área, no me diga que tiene licenciatura acerca de música atonal.
Pésimo artículo. Y si, Lesper, tanto sabe de música, que componga una pieza. A ver si puede ser recordada como tanto propone.
Oiga señora, ¿por qué diablos tiene que hablar de música si no conoce ni la clave de sol? ¿Le obligan o le pagan?
La frialdad musical en escenas tan conmovedoras como cuando la amante de Wozzeck, dialogando con su hijo, que es un títere creado por Kentridge, o el enorme dolor de Wozzeck ante la infidelidad, no eran parte de la música.
Avelina querida , La frialdad musical no era parta d ela música en todo caso ya que es singular. la frase no tiene el mas puto sentido.
no te hará falta un poco de formación musical?
Señor qué le pasa, ¿tanto le cuesta tomar un par de clases que arremete tan enfurecidamente contra fundamentales obras de arte? Schönberg para nada le huía a lo expresivo o emocional. Su discurso refina el oído mucho mas allá que las meras alturas. Las técnicas que surgieron fueron para combatir a la reinante hegemonía estructural que se imponía y repetía vanidosa y sin consciencia de fundamento. Cuestionarla es un acto heróico, y encontrar y poner en práctica otros mecanismos de articulación
de discursos vale incalculablemente. Una pena tanta saña. Saludos
Ay señoraaa… Qué ingenua y qué pobreza auditiva está evidenciando, pero bueno, nada nuevo.
Esta mujer parece que está todaviaven el siglo XVII… Que tu no encuentres expresividad en la obra no quiere decir que ya todo lo que saliese de la segunda escuela de Viena careciese de ello. Son compositores bastante progrsmados y admirados y comprendidos por la mayoría de quienes hemos estudiado música y conocemos el transcurso de la historia y la evolución del lenguaje. Obviamente si careces de esto, es como si escuchas poesía en arabe, que expresión ni que emoción vas a sentir si no comprendes la obra que te están leyendo… Y dudo muchísimo que otros compositores seguramente de tu agrado como Bach, buscase expresar emociones en sus invenciones y fugas.
Pero qué dice?
Es una broma… ¿no?
Alguien que le avise a esta ridícula que Wozzeck fue compuesta hace 99 años y el compositor murió en 1935. ¿Para qué hace esta crítica? Que vuelva al arte plástico, que por lo menos ahí ya todo el mundo sabe que es una ignorante.
¡Felicitaciones, Avelina! Ganaste un pasaje de ida a Filistea.
Se gana dinero escribiendo esto?
Le recomiendo un “cerealismo integral”, señora! Ese seguro le va a gusta en las mañanas. Con leche va mejor…
Estás pendeja
Errada tu opinión, y sin fundamentos tu crítica en este contexto Avelina, o al menos no simpatizo con ella. Procura tener más cuidado en generalizar tu postura en todas las artes, da la impresión de ser tu experiencia estética limitada en otras que son ajenas a la plástica, creo que corre el riesgo de quedar expuesto tu punto de vista solo en el terreno de lo subjetivo, sustentado en un bagaje musical o sonoro al desnudo, sería como si un ciudadano periodista con influencia y proyección en los medios visitara “por primera vez” una galería con exposiciones de obras maestras de Paul Klee o Manuel Felguérez y este publicara una nota denostando el trabajo de estos, dos notables artistas cada uno por derecho propio con una particular estética y estilo, solo emitiendo un juicio en función al “gusto”, pero en este caso un juicio “no con desinterés alguno”, quizá un prejuicio personal. He compartido algunos puntos de vista contigo Avelina acerca de tu postura respecto al arte contemporáneo recordando el Ready-Made de Maurizio Cattelan o las cajas de Brillo de Warhol, sobre Hirts, G.Orozco, etc. Empato en tu argumento en torno a la importancia del “oficio y esfuerzo de los artistas” y en tu definición sobre el arte como una “manifestación de la inteligencia y sensibilidad humana”, pero hasta ahí, eso es mi punto de vista. Lo que me preocupa es que ese ciudadano periodista con proyección en los medios pueda generar reflexiones e influir en otros ciudadanos en un campo que, al igual que él o ella, puedan ignorar tanto en lo epistemológico como en la experiencia de lo sensible en sus nuevas formas de expresión y generación de conocimiento.
Errada tu opinión, y sin fundamentos tu crítica en este contexto Avelina, o al menos no simpatizo con ella. Procura tener más cuidado en generalizar tu postura en todas las artes, da la impresión de ser tu experiencia estética limitada en otras que son ajenas a la plástica, creo que corre el riesgo de quedar expuesto tu punto de vista solo en el terreno de lo subjetivo, sustentado en un bagaje musical o sonoro al desnudo, sería como si un ciudadano periodista con influencia y proyección en los medios visitara “por primera vez” una galería con exposiciones de obras maestras de Paul Klee o Manuel Felguérez y este publicara una nota denostando el trabajo de estos, dos notables artistas cada uno por derecho propio con una particular estética y estilo, solo emitiendo un juicio en función al “gusto”, pero en este caso un juicio “no con desinterés alguno”, quizá un prejuicio personal.
Esta crítica debe creer que pegar un plátano a la pared equivale a estructurar una partitura o que una partitura de música formal puede escribirse arbitrariamente y sin forma o cree que atonal equivale a contemporáneo o que toda la música contemporánea es atonal, aunque en su ignorancia menciona en su artículo a autores que no pertenecen al periodo de la atonalidad. Ya en su soberbia y por hacer sorna pública, en su propia exposición, hace unos días se acercó tanto a una obra plástica para probar que la obra no tenía ningún valor estético, que (coincidentalmente) la obra cayó y se hizo pedazos, ahora tal vez tenga que pagar los 20 mil dólares que costaba el engendro. Haría bien en escuchar la canción: “cualquiera que el tejado tenga de vidrio no debe tirar piedras al del vecino”.
Hay humanos que nacen con buen gusto para apreciar lo que los artistas hacen. Pero Paul Klee será famoso cien años atrás pero, para las personas de buen gusto, son garabatos sin necesidad de estudiar bellas artes y si para ser famoso contemporáneo hay que tener una particular estética y estilo, para eso publico los garabatos de mi nieto y me gustaría que Ud lo hagan famoso por que es muy particular. Estoy contigo Avelina.