¿Podrías creer que en este momento hay algo que se contagia más rápido que el coronavirus y no es una enfermedad? Sí, el miedo. Todos lo hemos mencionado aunque en el fondo, quizás no lo entendamos realmente.
No nos hemos dado cuenta de que después del contagio del miedo estando en medio de una pandemia, se abren más posibilidades a que todo termine peor. Las compras de pánico tienen como resultado la escasez de medicamentos, kleenex, cubrebocas, geles y productos antibacteriales, que por comprar en exceso no alcanza para todos.
¿Y el papel higiénico? Éste es un miedo instalado en nuestro inconsciente por la época de los 70 cuando se vivió una crisis parecida y este producto junto a otros estuvo en escasez. El pánico hace que ni siquiera nos detengamos a observar este tipo de fenómenos que terminan hoy en memes sin ningún entendimiento. El papel es más barato que el kleenex y en aquella época no existían tantos fabricantes ni la logística que hoy tenemos en el planeta para tener mejor disponibilidad. Hoy el primer ministro de Inglaterra les comunicó a sus ciudadanos que no se preocuparan, hay papel para 10 años más.
En la mayoría de los casos ni siquiera sabemos definir a qué le tenemos miedo. ¿A enfermarnos? ¿A no tener papel para ir al baño? ¿A morir? Y mientras, las redes sociales siguen en su juego mostrándonos nuestro inconsciente colectivo. Podemos ver cómo seguimos polarizados y de eso no nos damos cuenta. Inclusive con videos “fake” y chats con documentos editados para desprestigiar a las autoridades o simplemente generar más miedo en la sociedad. La gente enviando mucha información falsa sin revisar su fuente. ¿A dónde vamos con todo esto? ¿Por qué no paramos un momento?
Otro tema que podemos observar en esta contingencia, es cómo estamos desconectados en el día a día de los demás. Nos conmueven acciones colectivas de cantos, porras y felicitaciones en videos de otros países y, esto, no es más que una forma de decirnos que vivimos dormidos de la vida que nos rodea. ¿Y si aplaudiéramos a los médicos y enfermeras que día a día se la juegan en los hospitales sin necesidad de estar en una pandemia? ¿Y si le dejamos un pastel en la puerta a aquella señora de la tercera edad que vive sola el día de su cumpleaños? Nunca se nos hubiera ocurrido. Pero eso sí, pagamos millones de nuestro dinero e idolatramos a personajes públicos que sólo nos traen entretenimiento y nos olvidamos de quienes realmente cada día luchan por mejorar o cuidar este planeta así como de los que viven a nuestro alrededor.
En el 2015 cuando Bill Gates compartió que no nos preocupáramos por una guerra de armas sino por una pandemia, pocos le entendieron. Hablaba de estar listos para enfrentarlo y no se hizo nada. Hoy necesitamos hospitales y equipos especializados que estén presentes en todo el mundo así como una cultura global consciente para prevención y reacción inmediata. Una cultura sustentada en la calidad humana que integre prácticas que nos permitan atender las necesidades principales de la sociedad para que nadie se quede a la deriva. Ahora que estamos frente a la prueba de la pandemia es momento de preguntarnos, ¿qué podemos hacer hoy?, y ¿qué vamos a hacer después de librarla para no regresar al pasado?
Nadie se salva de tener que hacer algo ya sea en la prevención o en la reacción. Lo que se requiere hoy son liderazgos que se encarguen de mantener la calma y a su vez que construyan una sola voz que permita dar a conocer y ejercer las medidas pertinentes. Líderes que organicen a la sociedad para que sea mínimo el porcentaje de personas lastimadas en cuanto a pérdida de empleos, alimento y atención médica.
Lo que sí es seguro es que tendremos que aprender a hacerlo juntos y trabajarlo conscientemente después de la pandemia. No dejarlo como un simple motivador de unión de los malos tiempos, sino también en los buenos tiempos, ya que no para todos son siempre buenos y eso se nos olvida cuando, en colectivo, no estamos viviendo un miedo como el que hoy existe. Sería lamentable que todo esto se quedara como algo del pasado sin aprendizaje consciente.
Observémonos cada uno en autoreferencia para entender de dónde viene el miedo y darnos cuenta de que lo abonamos cada día con tanta información. Lo importante es enfrentar a esta pandemia cuidando que el inconsciente deje de motivarnos al miedo y enfocarnos en abrir la conciencia. Ya sabemos cómo prevenir su esparcimiento y no necesitamos ir muy lejos de donde residimos para ayudar. Hay muchas personas a nuestro alrededor que no la pasarán bien y que serán el claro reflejo de lo que al final decidamos al actuar conscientemente, o si nos quedamos sumergidos en el miedo. Tú, ¿estás dispuesto a aprender de la pandemia o requieres otra prueba más?
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