Ellos
se ríen de mí porque soy diferente.
Yo me río de ellos porque todos son igualitos.
Anónimo.
Desde que los altísimos funcionarios mexicanos anunciaron que deseaban negociar el acceso de nuestro país al TPP, mi oposición fue total debido a que los antecedentes que teníamos con los 48 países con los que habíamos firmado un TLC no eran satisfactorios, pues cada día era mayor el número de naciones con los que registrábamos un déficit y, mucho peor, que este déficit era creciente, con decreciente valor agregado de las exportaciones en nuestro territorio.
En el caso del TPP, se daba la circunstancia aún más desfavorable desde que, en 1999, la competitividad de México había sido decreciente de tal manera que en ese año el Foro Económico Mundial (WEF) ubicó a México en el 34º lugar mundial y en el 2019 nos remitió hasta la 48ª posición.
Haciendo un poco de historia, me permito comentar que el 23 de junio de 2015 correspondí a una invitación del Subsecretario de Comercio Exterior, Dr. Francisco de Rosenzweig, que tenía como objetivo conocer el motivo de mi férrea oposición a la negociación y firma del TPP por parte de México, y al respecto señaló que cuando tomó posesión de su cargo (sin que nunca antes hubiera tenido contacto con el comercio exterior según se puede en su CV), le extrañó ver que siendo el TPP el proyecto de comercio internacional más grande del mundo, no fuera parte de la “estrategia” de México en su proceso de internacionalización por lo que me comentó que él, inmediatamente, promovió la participación mexicana en dicho Acuerdo.
Mi respuesta fue simplemente que el nivel de competitividad de México era pésimo, por lo que se había generado una estructura de nuestra planta productiva y una exportación muy débil, razones por las que no podríamos tener resultados positivos con la firma del TPP, a lo que respondió que eso prácticamente estaba subsanado pues ya se habían aprobado las reformas estructurales mismas que nos harían un país muy competitivo.
Al respecto, le señalé que esa era una situación totalmente quimérica debido a que algunas de esas “reformas” no se podían calificar como tal, sino que más bien eran un conjunto de buenos deseos y que, adicionalmente, ninguna de las “reformas” había sido complementada ni instrumentada con políticas públicas realistas que incidieran positivamente en el desarrollo económico de México.
Así podemos ver que de un total de 140 variables que miden la competitividad de México en relación con nuestros competidores del TPP-11, sólo tenemos ventaja en 18 y desventaja total en 122.
Asimismo, señalé que esa situación era empeorada porque la mayor parte de los funcionarios que estaban a cargo del diseño de la política y la estrategia de comercio exterior, eran burócratas improvisados habilitados como expertos en comercio internacional que diseñaban programas y firmaban TLC’s sin conocer la estructura de la planta productiva, de la oferta exportable, de la operación real de comercio internacional y del comercio exterior mexicano, situación que quedó asentada en un artículo que en su momento elaboré con el título de “Funcionarios mexicanos en la luna”; y que complementé con otros escritos que incluyen “México: más teoría y nada de práctica”; “México: los funcionarios no entienden el Comercio Exterior” y “México, inversión extranjera, Kafka y la luna”, mismos a los que hice referencia en mi anterior artículo sobre México y las joyas de la exportación mexicana: cerveza, refrigeradores y aguacate.
En este contexto, el que fuera Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo también cuestionó mi oposición y señaló que “de cualquier manera debíamos participar en dicho proyecto porque siendo Estados Unidos nuestro principal socio, era necesario que estuviéramos presentes para defender nuestros intereses y orientar las negociaciones a nuestro favor”.
Lo más sorprendente fue que, cuando Donald Trump canceló la ilógica participación de la nación estadounidense en el TPP, nuestro exsecretario se sacó de la manga una “extraordinaria razón” de gran fondo y sustancia para continuar con ese proyecto, ya que “mucho se había trabajado y gastado en las negociaciones y había que aprovechar lo que se había avanzado”.
Hoy, a más de un año de la entrada en vigor del TPP-11, con motivo de la inauguración del Seminario T-MEC TIPAT, el Director de Bienes Agroalimentarios y Pesqueros de la SE, Arturo Juárez, habló de las bondades enormes del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífica (TIPAT o TPP-11), señalando que:
México ganó mayor porcentaje para exportar productos sin arancel a diferencia de las mercancías que ingresarían al país… comentando que… en promedio, 90% de las mercancías (de exportación) quedaron libres de arancel al momento de entrar en vigor ese tratado, creemos que son las oportunidades que México tiene hacia esos mercados, que son de alto poder adquisitivo, un mercado que representa más de 500 millones de consumidores.
Por el contrario, sólo el 77% del total de los productos que entran a México bajo el beneficio de este tratado lo pueden hacer sin pago de arancel.
Comentarios
Sin duda, esto es un manejo perverso de la situación y las cifras que en nada reflejan la realidad que había en relación con esos países pues, en principio, para promover la firma del Tratado hablaban de más de 500 millones de consumidores de 11 países que integran el TTP-11, incluyendo en este caso a México.
Sin México, el mercado del TPP sólo es de 378 millones de habitantes y para evitar el manejo distorsionado de las cifras, también debemos de excluir a Canadá, Chile, Japón y Perú que en conjunto representan un mercado de 214 millones de habitantes, y con los que ya teníamos un TLC.
Así, la dimensión real del mercado constituido por los 6 nuevos socios sería de sólo 164 millones de habitantes de los cuales, 36 millones corresponden 4 países: Australia, Brunéi, Nueva Zelanda y Singapur, con un elevado nivel de ingresos de 55,097 millones US.
Por el contrario, tanto Malasia y Vietnam, con 127 millones de habitantes, es decir, el 78% del nuevo mercado prometido, tiene ingresos promedio muy bajos de 4,629 US, debiendo señalar que el ingreso de los 32 millones de malasios es de 10,704 US en tanto que el de 95 millones de vietnamitas es de 2,553 US, nada más.
Y si eventualmente se hubiera considerado al volumen de población de los nuevos socios del TPP-11 como un mercado atractivo, en la realidad es un mercado accesorio que por sus características intrínsecas no es atractivo para México, además difícil de penetrar por México debido la nula competitividad de nuestro marco sistémico y por la carencia de una estrategia como ha sucedido con la firma compulsiva e irresponsable de numerosos TLC’s.
Con Canadá y Estados Unidos se firmó el TLCAN porque conjuntamente constituían el socio más importante que tenemos; que era nuestro mercado más próximo; porque es el mercado más grande del mundo; porque tiene un muy elevado nivel de ingresos; porque es el principal importador del mundo; porque somos muy complementarios en muchos aspectos, especialmente en la dotación de factores de la producción y, sin duda, porque por la destreza que México tenía en el proceso de manufactura se le consideraba un socio estratégico en ese sector, desgraciadamente, ninguna de las ventajas señaladas fue aprovechada por nuestro país.
Como resultado de la carencia de una estrategia que considerara estos elementos, los retrocesos de México en todas sus variables económicas especialmente en el periodo 2001-2018 en que han estado en vigor los TLC’s que firmaron con 48 países, fueron enormes.
A pesar de estos antecedentes negativos, los teóricos y altísimos funcionarios mexicanos insistieron en la firma del TPP-11, un tratado que desgraciadamente resultará muy negativo para nuestro país pues, contrariamente a lo que teníamos como ventajas en el TLCAN, en el TPP-11 representan desventajas, ya que al ser mercados muy lejanos y atomizados, por sus características resultan un mercado accesorio –especialmente por su bajo nivel de consumo– que tienen un marco sistémico mucho más competitivo que el nuestro, puesto que no son complementarios con nuestra planta productiva sino todo lo contrario, pues son competidores directos nuestros, especialmente en bienes manufacturados de los cuales éramos grandes productores y exportadores como son los casos de confección, electrónicos, calzado y café.
Y si durante los 26 años en que nuestros funcionarios han llevado a cabo una apertura comercial basada en la firma de TLC’s y una desgravación unilateral totalmente incoherente, con los 6 nuevos socios del TTP-11 acumulamos un déficit de -172,292 millones US; en el primer año de vigencia del TPP-11, los resultados también fueron catastróficos pues a pesar de las supuestas ventajas adquiridas en la negociación con el 90% de las mercancías libres de arancel, nuestras exportaciones disminuyeron en -540 millones US en tanto que las importaciones se incrementaron en 2,652 millones US de tal manera que nuestro déficit aumentó en -3,192 millones US, siendo los más beneficiados con esta negativa evolución de nuestro comercio exterior, Malasia y Vietnam, países manufactureros por excelencia.
Apuntes finales
Durante los 26 años más recientes, el comercio exterior mexicano se ha caracterizado por un esquema de simulación e improvisación que, únicamente, ha arrojado resultados negativos mismos que se manifiestan en los enormes retrocesos de las principales variables de nuestra economía.
Los teóricos del comercio exterior han realizado una apertura de nuestra economía totalmente ilógica, basada en la firma compulsiva de TLC’s y una desgravación unilateral totalmente incoherente, pensando que eso haría a la economía mexicana más competitiva pues “los precios internos necesariamente se tendrían que alinear con los externos”, sin que hubiera complemento alguno que realmente favoreciera los ajustes y las mejoras.
Además, insistieron en la promoción internacional abriendo oficinas por todo el mundo, sin considerar que el principal problema del comercio exterior mexicano no es la promoción internacional sino la oferta nacional.
Para esos teóricos, bastaba tener una oficina en el extranjero, con un monito que dijera que todo en México está bien, que queremos vender nuestros productos en ese mercado y que somos muy buena onda, por lo sería bueno que invirtieran en nuestro país.
Hay que recordar que el Foro Económico Mundial señala que la baja competitividad de México es originada por la pésima calidad de las instituciones públicas y la actuación del sector público, lo que implica la muy reducida capacidad de esas instituciones para definir una estrategia que incida positivamente en el desarrollo económico de nuestro país.
El primer año de vigencia del TPP-11 sólo es un avance de lo que podemos esperar para el mediano y el largo plazo debido a la improvisación y la ligereza que ha caracterizado al sector del comercio exterior, y si no se logra definir una estrategia realista que incluya competitividad, fomento, promoción de exportaciones y de inversiones con programas, proyectos y políticas públicas realistas.
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