Esta primavera vimos cuánto y qué tan rápido puede cambiar nuestra civilización: todo cambió y nada volverá a ser igual. A cinco meses del surgimiento del nuevo coronavirus, miles de millones de habitantes del planeta avanzan a lo que se llama “nueva normalidad”, pero lo hacen con un profundo resentimiento a lo pasado.
Pese a la incertidumbre que caracteriza la era post COVID-19, emerge del largo confinamiento una sociedad más politizada, crítica del poder público y privado, que rechaza el retorno a una cotidianeidad donde impera el interés de corporaciones sobre el bienestar de las personas. Los disturbios en Estados Unidos lo confirman.
La nueva estructura del futuro próximo también pasa por reflexionar que en esta pandemia no hubo liderazgos políticos eficientes. En Occidente, los Ejecutivos se vieron con pánico escénico, paralizados o rebasados por las circunstancias. Eso aplica a las muy onerosas comunidades de inteligencia –militares y civiles, públicas y privadas– del planeta, que fracasaron en proveer a la clase política de información oportuna, veraz y suficiente ante esta emergencia.
Quienes conocen el mundo de la inteligencia, saben que todas las agendas de riesgo y amenazas a la seguridad nacional de los Estados incluyen a las pandemias. Y aunque no eran la prioridad, la posibilidad de propagación de un patógeno letal hacía viable el despliegue de políticas y fuerzas de contención. No fue así.
No es creíble que esas agencias de seguridad e inteligencia, siempre en busca de un enemigo, fracasaran en advertir puntualmente de la epidemia que se propagaba en la oriental ciudad china de Wuhan.
No es creíble que esto sucediera en medio de la implacable guerra geopolítica que hace dos años libran Estados Unidos y la República Popular de China por el control de la tecnología de Quinta Generación. Ni que estrategas, geopolitólogos y think tanks no tuvieran su foco de atención de lo que sucedía en el coloso asiático. Todas esas estructuras fracasaron y esa falla no debe repetirse.
Y algo es seguro, al COVID-19 le seguirá un COVID-20, vendrán un COVID-21 y otros más; todos definirán nuestra vida cotidiana, la política y cadenas de suministro globales. Entonces hay que repensar todo. Como asegura la doctora Guillermina Baena Paz, descifrar el futuro requiere visión y soñar en prospectiva.
Y con esa idea de repensar el futuro los sobrevivientes de la pandemia salen de casi 60 días de confinamiento a la “nueva normalidad” tras perder referencias y seres queridos. Millones reprochan al antiguo orden no haber cuidado de los más de 6 millones de infectados, ni de sus 369,000 víctimas letales, por no mantener sistemas de salud robustos.
La visión más justa de futuro se construye hace tiempo por psicólogos sociales, politólogos, economistas, geopolitólogos, historiadores, decodificadores de metadata, investigadores en Inteligencia Artificial, entre otros. Esos multidisciplinarios pioneros del futuro detectaron grandes tendencias en la era post COVID-19:
· Uno, la desconfianza masiva en los gobiernos; que se traducirá en exigirles mayor securitización de la salud y garantías laborales.
· La segunda es la hipocondría social; el abandono de prácticas comunitarias tradicionales en favor de la individualización por el permanente temor al contagio.
· Otra tendencia anticipa menor consumo y mayor ahorro –que herirá el corazón del paradigma de nuestra civilización–.
· Sigue la tendencia del patriotismo industrial, que promueve el consumo nacional sobre importaciones.
· Y, otra más, será el debate público del dilema entre seguridad y salud –biopolítica y vigilancia desde el Estado–.
Resultado de esas tendencias hoy surgen en Occidente múltiples proyectos. Uno es el plan del Green New Deal del sociólogo Jeremy Rifkin, para crear nuevas actividades productivas que generen nuevos empleos. Esa radical transformación del sistema energético-industrial, lograría emisiones cero y evitaría la amenaza de nuevos desastres globales.
Apenas en abril surgió en Holanda otra propuesta, de 170 académicos, expertos e intelectuales, que cimbró del modelo político-económico contemporáneo. En general, su manifiesto de cinco puntos da prioridad a la vida y plantea una nueva economía sustentada en el decrecimiento.
Propone olvidarse del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y diferenciar entre sectores viables para invertir (sectores públicos estratégicos, energías limpias) y sectores inviables (petróleo, gas, minería).
También, formulan una política de redistribución de la riqueza a partir de una renta básica universal, impuestos al lujo y la riqueza, reducción de jornadas laborales y trabajos compartidos. Plantean que la agricultura se base en producción local y sus trabajadores tengan salarios justos y mejores condiciones.
Y por último, consideran necesario cancelar la deuda de trabajadores, del Sur Global y pequeños empresarios con la banca. Ello implicaría reducir el consumo “desenfrenado” y viajes “despilfarradores”, y optar por viajes necesarios y sustentables.
Compatible con la visión neerlandesa, el gobierno de la premier Jacinda Ardern en Nueva Zelanda –reconocida por su buena gestión ante la pandemia– anunció que abandona al PIB como medición de prosperidad.
Eso sucede en un país que en 2019 tuvo una economía boyante pero que en enero ya adolecía de bajo consumo y alza en su tasa de suicidios y de personas sin casa. Por ello el ministro de Economía, Grant Robertson, reconoció que la prosperidad macroeconómica no acompaña la mejora material de los ciudadanos. Entonces, ¿repensamos en futuro?
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Excelente! No podemos volver a lo mismo. La vida ya cambió y tiene que ser para bien.
Esta reflexión por Nydia Egremy es importantisima, muy profunda y con un gran significado. Vivimos momentos muy difíciles. Felicidades a la autora de este texto.
Y mi pregunta es: los capitalistas permitiran k algo de esto pase? harán algo por apoyar otras ideas? Lo siento difícil. El futuro ya no podrá ser nunca igual. Y tal vez ahora no domos conscientes de lo que tuvimos antes , lo que perdimos y lo que no tendremos.
Excelente análisis. Es momento de repensar el mundo y ponerlo en práctica.
Excelente análisis amiga que nos pone a pensar sobre un mundo mejor para la era post pandemia. Un abrazo Nydia.
ENGORA BUENA AMIGA QUE SIGAS PRODUCTIVA, TU VIEJO AMIGO FWLIX ZURITA
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