El brillo del campo en medio de una oscura pandemia

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El dinamismo del campo mexicano no ha dejado de destacar en medio de la crisis generalizada que derivó de la pandemia de la COVID-19 y las medidas adoptadas por el gobierno a través de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), como la distribución oportuna del programa Producción para el Bienestar, permiten cosechar buenos frutos al cierre del primer semestre del 2020 con un incremento anual del 0.3 por ciento en el sector, cifras superavitarias en la Balanza Comercial de productos alimentarios y un alza del 31.5 por ciento a tasa anual en las exportaciones.

Los datos favorables en el sector primario se deben principalmente a la intervención oportuna del gobierno mexicano para contener los efectos de la crisis que se agudizó en el primer semestre del año y mientras otros sectores se paralizaban durante la Jornada Nacional de Sana Distancia, el agropecuario adelantó los apoyos a productores para mantener el nivel de producción local y no frenar su ritmo hacia la meta de autosuficiencia alimentaria de al menos el 80 por ciento del consumo para el cierre del sexenio.

En entrevista con El Semanario, el subsecretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Miguel García Winder, expuso el panorama real del campo mexicano, sus proyecciones y las medidas para establecer a la agricultura como un salvavidas en medio de la tormenta, las cuales implicaron trabajar de la mano con el sector privado y los gobiernos estatales para asegurar la continuidad de la siembra; vigilar las cadenas de suministro para garantizar el abasto de alimentos; la colaboración directa con los bancos de alimentos y mantener sin alteración el comercio internacional.

En consecuencia, la Sader informó que la balanza comercial de productos agroalimentarios de México registró un incremento al primer semestre del 2020 del 19 por ciento, lo que equivale a un superávit para el periodo de referencia de siete mil 462 millones de dólares.

Por su parte, el Banco de México indicó que, con base a cifras de la dependencia federal, las ventas agroalimentarias al exterior tuvieron un repunte de 4.26 por ciento –en su comparativo anual— para ubicarse en los 20 mil 683 millones de dólares.

Autosuficiencia alimentaria, prioridad en medio de la pandemia

El campo se convirtió en una de los principales puntos de restauración de la Cuarta Transformación, acaparando la atención de programas sociales del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador con miras a la autosuficiencia alimentaria, un escenario utópico en sexenios anteriores.

Con altibajos, uno que otro descalabro, pero paso a paso logrando sus objetivos de impulsar el desarrollo del país, en su segundo año de mandato, el presidente López Obrador se enfrentó a su peor escenario, un virus procedente de China que paralizó las economías, modificó los procesos productivos y llevó a la sociedad al confinamiento.

Los temores de una crisis sin precedentes llegaron a ser una realidad, con el desplome del empleo, el ingreso y las actividades productivas, lo que alimentó los temores de un incremento en los niveles de pobreza y un desabasto de alimentos.

Sin embargo, “cuando hay crisis, la agricultura siempre da la cara” y si bien la pandemia ha evidenciado las fallas estructurales que ya existían en términos generales en la sociedad, el dinamismo en el sector agropecuario inyecta al país una esperanza de recuperación, abasto y dinamismo económico.

El sector primario fue uno de los considerados como esenciales durante la pandemia y la Jornada Nacional de Sana Distancia, por lo que no frenó actividades y mantuvo su dinamismo y producción incluso por arriba de lo esperado.

Al inicio de la pandemia la orden presidencial fue clara: mantener el sector vivo, trabajando y produciendo. “La dinámica agrícola de producción primaria no se puede parar porque va asociada a ciclos naturales que de si alguna manea los hubiéramos perdido pues el año que entra o a finales de este año o en un periodo de seis, ocho meses, hubiéramos tenido una verdadera catástrofe alimentaria.Afortunadamente los productores, campesino e industriales continúan trabajando y tenemos un crecimiento y la agricultura es pilar de desarrollo”, indicó García Winder a El Semanario.

El miedo por el desabasto de alimentos

Pero la situación de crisis generalizada que atraviesa el país nubla la vista de al menos el 70 por ciento de la población que, de acuerdo a Encuesta de seguimiento de los efectos del covid-19 en el bienestar de los hogares mexicanos (ENCOVID-19) realizada por académicos de la IBERO, guarda la preocupación de registrar dificultades en el acceso a los alimentos durante la pandemia.

Al respecto, el subsecretario de la Sader señaló que si bien el impacto más importante de la COVID-19 se reflejará en la capacidad de acceso, esto no se relaciona con el abasto de alimentos, sino con otros factores como las afectaciones en el ingreso por el desempleo.

“El impacto más importante del COVID va a ser en la capacidad de acceso. al tener desempleo, al tener grandes sectores afectados y pasar de un ingreso formal al ingreso informal y precario, eso va moviéndolos a la pobreza. La gente no va a tener recursos para comprar el alimento y de eso habla la pobreza alimentaria,” apuntó.

García Winder explicó a El Semanario que a pesar de que México ha mantenido sus niveles de producción y ha registrado una caída en sus importaciones, el desabasto de alimentos no depende sólo de la producción, sino a la falta de ingresos para adquirir el alimento y a las medidas restrictivas de acceso al comercio internacional que algunos países han adoptado en tiempos de la pandemia.

“El sector primario productivo continua activo y produciendo en nuestros niveles. En el caso de México la caída de las importaciones hay que analizaras en dos sentidos. Primero, que el campo mexicano sigue produciendo y que se está produciendo un poco más en algunos sectores, cárnico, leche, huevos. Por otro lado, siempre se ha mantenido una política de comercio internacional transparente, porque es un elemento importante para la alimentación; sin embargo, la prioridad ha sido darle atención a los productores mexicanos para que ellos puedan ganar los espacios en el comercio tanto en los mercados nacionales como internacionales,” señaló. “Si, va a haber más pobreza alimentaria pero fundamentalmente será debido a la falta de ingreso, no a la falta en producción.”

Para el funcionario mexicano, una cosa es el sentimiento de la gente y otra la realidad que se vive y aclaró que la seguridad alimentaria se integra por cuatro componentes y un quinto que está en proceso de integración:

  1. Disponibilidad de alimentos. Una función del sector primario, más lo que pueda entrar por importaciones.
  2. La continuidad en el alimento. Que pudiéramos encontrar alimento disponible todo el año, esto tiene que ver con las cadenas se suministro
  3. Acceso. Que la gente pueda acceder a este alimento y aquí es donde se refleja la preocupación de las personas, más en el acceso que en la disponibilidad.
  4. Cómo se usa en el grupo familiar. puedes tener un alimento disponible, con acceso seguro, pero se utiliza mal
  5. Alimento nutritivo, que no dañe la salud

De estos puntos, la Sader se encarga de la disponibilidad y el abastecimiento. Sin embargo, el acceso a los alimentos se integra por dos componentes: cuánto tiene la población para gastar y cuanto es el costo de la producción.

En tiempos de la pandemia, “la gente tiene menos ingreso y en proporción gasta más en comida y cualquier cambio en comida y en alimentos les representa un esfuerzo mayor y de ahí que se refleja en el sentimiento de temor de que no van a poder comprar sus alimentos,” dijo García Winder.

En el campo no existen las habichuelas mágicas

“Cuando se cosecha es porque se sembró, se regó, se cultivó la tierra, y se esperó el tiempo suficiente para que la semilla eche raíz, crezca el árbol y cosechar su fruto”.  Este fragmento del libro “Cuentos De Este Siglo,” encaja perfecto en este contexto. Y es que nada se da por arte de magia.

Lograr la seguridad alimentaria en México es una labor que implica atender varios aspectos. Para garantizar la producción de alimentos el gobierno intensificó la entrega de apoyos directos del programa Producción para el Bienestar, con lo que contribuyó a la autosuficiencia alimentaria durante la pandemia.

Se estima que este año maíz, frijol, trigo y arroz incrementarán sus cosechas, en conjunto, en 7.2 por ciento respecto de lo obtenido en 2019. El monto dispersado representa dos mil 243.6 millones de pesos más que lo registrado en la misma fecha de 2019. La razón es que este año Agricultura atendió la instrucción presidencial de apresurar la entrega de apoyos para afrontar la crisis económica y sanitaria por la pandemia de COVID-19, refirió el directivo de la Subsecretaría de Autosuficiencia Alimentaria.

Los esfuerzos se enfocan para que al final del sexenio se alcance la autosuficiencia alimentaria en los granos básicos que al menos se produzca el 75 por ciento de lo que consumimos.

“Para eso tenemos que transformar el crecimiento de la productividad agrícola, tenemos que alcanzar un crecimiento de al menos un 2 por ciento la productividad y tener que lograr que México se ubique entre la octava y novena potencia agroalimentaria a nivel internacional,” indicó el subsecretario de la Sader.

Cosecha de resultados

Los frutos de las medidas adoptadas por el gobierno mexicano en el sector primario durante la pandemia se dejan ver en el segundo trimestre del año. En su reporte sobre actividad económica el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) indicó un crecimiento a tasa anual del 1.5 por ciento del sector, siendo el único con cifras positivas durante los meses de mayor afectación por la Jornada Nacional de Sana Distancia.

Las cifras respaldan las recientes declaraciones del secretario de Agricultura, Victo Villalobos Arámbula quien calificó al sector como “eje central en la recuperación económica del país.”

En el marco del foro virtual “Cultivando nuestro futuro”, el titular de la Sader destacó que desde la perspectiva del sector agropecuario y pesquero de México, y con base en el comportamiento de sus índices de crecimiento, hay la confianza de que el rubro agroalimentario será una palanca esencial para la recuperación económica del país, en la etapa pospandemia.

“Si bien estas noticias (de crecimiento) nos alegran, no nos distraen en el compromiso del Gobierno de México de seguir trabajando para superar los retos que aún enfrenta el sector rural, como la pobreza, aumento de la demanda de alimentos de una población creciente o el desarrollo sostenible en el campo nacional”, subrayó.

“Mientras el Estado cumple su responsabilidad en la generación de bienes públicos y establece condiciones para la inclusión y la sustentabilidad, el trabajo con otros actores se facilita y alinea su contribución a un sector agropecuario y pesquero con un futuro próspero que necesita de todos”, añadió.

Para este año la expectativa de producción del sector agropecuario, pesquero y acuícola es de 237 millones 755 mil 306 toneladas. En el agrícola, se prevé aumento de 5.1 por ciento; en el pecuario, 2.8 por ciento, y en el pesquero y acuícola, 2.6 por ciento.

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Anónimo

Buena informacion.Muy precisa y real.

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