El territorio estadounidense ha sufrido una presión “intensa” en estos últimos días producto, de la irrupción “desesperada” de partidarios “trumpistas” en el capitolio de Washington –centro neurálgico de control en la gestión de la vida estadounidense–, en el contexto de las reuniones para la certificación de la victoria del líder demócrata Joe Biden.
No cabe duda que la “desesperación” muchas veces se antepone a la posibilidad de razonar sobre algo. Me parece que las acciones provocadas e impulsadas recientemente por el grupo de partidarios del saliente presidente estadounidense Donald Trump en el recinto legislativo, son una lección “amarga” para una democracia que se precia de ser de las más ejemplares de nuestro universo contemporáneo.
Me parece que las imágenes que han recorrido nuestro planeta en torno a la inadaptación del régimen trumpista a la transición, obedece a la “bestialidad” de ciertos grupos de poder que se han venido “emborrachando” desde siempre en torno a las posibilidades de decidir o no sobre los asuntos enteramente pertinentes a “el otro”.
Es impensable lo que ha pasado este miércoles seis de enero, en el contexto de la certificación del triunfo del presidente electo Joe Biden.
Bajo mi punto de vista, a medida que se acerca el día de la transición, las cosas pueden “subir” de crispación si no hay un llamado a la cordura ciudadana por parte de los diversos líderes políticos, sobre todo del entorno trumpista. Ahora bien, esto tiene que ver indiscutiblemente con la ética personal y política que debe traducirse en el servicio público auténtico, a través del cual los gobernantes de nuestras sociedades observen en la gerencia de la administración estatal la posibilidad de poner un “granito de arena” en el trabajo de promoción de lazos fuertes de justicia y progreso humano.
Sin lugar a dudas que todas estas acciones de confrontación ensombrecen de alguna forma el sistema democrático-electoral del gran país del norte, en tanto que los “caprichos” de ciertos dirigentes hacen “tambalear” la fe y confianza ciudadanas en este instrumento básico para la construcción de un estado de derecho que responda y garantice el bien común.
Creo que el problema central en este asunto es cierto egoísmo del lado republicano, lo cual “compromete” la paz y tranquilidad sociales, y que toma cuerpo en los disturbios que hemos visto últimamente.
Pienso que estas acciones obedecen a cierta estrategia del equipo de Trump de distraer a la sociedad con un trasfondo que “esconde” cierta frustración por haber perdido estas elecciones que por “tradición” ha venido “sentando” en la Casa Blanca por dos periodos.
Este año que recién empieza, indudablemente debe darnos las “pistas” para repensar nuestras propias acciones en pro de construir comunidades y humanidades sólidas y bien hechoras en la construcción de fuertes bases humanas que cooperen al bienestar colectivo como premisa para el bien individualizado.
En conclusión, lo acaecido estos días en la tierra del “Tío Sam” no es más que el reflejo de la polarización en la que ha sumido al país el magnate neoyorquino, el cual vino subiendo de intensidad aun antes de que fuese electo presidente en 2016. Apelamos al respeto y la tolerancia para que haya una “entrega” pacífica del poder.
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Ja, ja, ja…la violencia jamas debe que? Si, si es el camino, lo ha sido siempre, te guste o no, te ofendas o te hiera, las conquistas…¿Que han sido sino otro orden por la violencia?, el camino en el que Estados Unidos de Norte América y NO DE AMÉRICA, es supremacia…lo es aun por la violencia, psicológica, comercial, militar y censura. Si no tienes nada mejor que escribir…mejor no parescas imbe…l.