El deber de la memoria

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No olvidar, así de simple. Todos los pueblos, toda comunidad, todo ser humano, tiene el derecho y el deber de la memoria. Cada 27 de enero se conmemora el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Sin duda, muchos otros grupos humanos han sido perseguidos y asesinados a lo largo de la historia en nombre de algún ideal, noción de pureza racial, ideología política o religión. ¿Fue posible evitarlo?, muy probablemente, ¿es posible no repetir los mismos horrores?, sin duda que sí. ¿Cómo hacerlo?, la respuesta es simple: no olvidar.

Psicológica y sociológicamente el perdón es importante y puede ser hasta necesario, pero alcanzarlo requiere voluntad y, sobre todo, comprensión, entendimiento. El perdón es posible no sólo en función de un acto de arrepentimiento genuino y una introspección profunda, sino desde un ejercicio intelectual. Se perdona porque se elige perdonar, pero también porque se entiende y, ante todo, se aprende sobre lo ocurrido.

memoria del holocausto
Imagen: Yad Vashem.

Sin embargo nunca se debe confundir perdón con olvido. El olvido es una afrenta al dolor y al sacrificio de tantos; el olvido es funcional y cómodo a las peores facetas del ser humano, es la posibilidad de volver a arrasar con un otro sólo por considerarlo distinto, raro o una amenaza teórica.

Hemos aniquilado en nombre de Dios, un Estado o un Partido. Hemos asesinado, torturado y hecho desaparecer a millones en nombre de una noción de justicia, dignidad o reivindicación histórica útil a nuestros intereses y mediocre manera de entender el mundo.

¿Podremos evitarlo del todo de aquí en adelante?, probablemente no, pero no por ello debemos renunciar a luchar día a día por no olvidar, por aprender de nuestros pasado, de nuestros errores y horrores.

El deber de la memoria es la mejor forma de rendir homenaje a los inocentes de nuestra historia y así, procurar proteger a las posibles víctimas del futuro, es decir, a nosotros mismos, a nuestros hijos y nietos.


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Inés Enríquez

Muy claro y conmovedor texto sobre preservar la memoria y no promover el olvido. Le da Gonzalo Rojas May su valor al perdón cuando no es producto del oportunismo o de una situación de debilidad, así interpreto yo sus palabras. La pregunta ahora es cómo incentivar la memoria, cómo inculcarla en los niños, jóvenes y adultos del presente y el mañana. Lo veo solo posible a través de la educación, de reconfigurar los programas de estudio desde la escuela primaria con asignaturas relacionadas con el respeto a los derechos humanos, a su inviolabilidad y carácter universal. Introducir materias donde se hagan recuentos de los atropellos y atrocidades en contra de millones de víctimas a lo largo de la historia de la humanidad y poner énfasis en la necesidad de que no se repitan. No es nuevo lo que planteo, ya se ha dicho y mil veces ignorado. Es finalmente remover las conciencias, reeducarnos para que haya un cambio.
Inés Enríquez
28 enero 2021

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