La agenda de gobierno del presidente Biden se enfoca principalmente en los retos de frenar el coronavirus, reducir las tensiones raciales, combatir el cambio climático, superar desigualdades sociales y mejorar sustancialmente la deficiente atención de salud a la población. Es dentro de esta agenda que hay que buscar la política de innovación tecnológica de la nueva administración pues está imbuida en ella.
En la campaña se mostró claramente la preocupación de Biden por el deficiente financiamiento a la I+D en Estados Unidos a lo largo de muchas décadas: en 1964 el apoyo a la I+D del gobierno federal a este rubro era de 2% del PIB, mientras que en 2020 llegaba sólo a 0.7% PIB. Por ello, durante su campaña, Biden se propuso aumentar la inversión en 300 mil millones de dólares a lo largo de cuatro años para impulsar, entre otras cosas, la I+D a nivel federal, y especialmente para tecnologías disruptivas (incluyendo tecnología para vehículos eléctricos, nuevos materiales, 5G e Inteligencia Artificial, entre otras) e instituciones estratégicas como el Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés). Pero la forma en que se canalizarán estos fondos estará estrechamente vinculada al resto de su programa de gobierno.
El Information Technology & Innovation Foundation (ITIF) hizo una muy completa incursión en los más diversos materiales, incluyendo los discursos de campaña de Biden, para dilucidar su agenda tecnológica y este artículo se basa mayormente en dicha fuente. Esta institución sostiene que el programa de tecnología e innovación de Biden significará “más gasto, más regulación, más multilateralismo”.
El pronóstico de ITIF es que Biden probablemente se enfocará a incentivar la I+D, especialmente en el sector de energías limpias; a expandir la banda ancha en el sector rural y en las áreas necesarias para reducir la brecha digital; e impulsará la educación y la capacitación para adecuar el capital humano a los nuevos requerimientos de la tecnología. En contraste, es muy posible que la nueva administración reduzca su apoyo al desarrollo de la tecnología vinculada a defensa.
Junto con las iniciativas en las áreas mencionadas, el nuevo gobierno tiene intenciones (y la necesidad) de hacer más extensivas las regulaciones que atañen a la tecnología en áreas como privacidad, Inteligencia Artificial (IA), automatización, plataformas de Internet, banda ancha, leyes antimonopolios, entre otras. Les es de especial preocupación la privacidad de los datos personales en las plataformas digitales y Biden ha mencionado más de una vez que Estados Unidos debería adoptar políticas semejantes a las europeas –que son más rigurosas– en este terreno. El esfuerzo de modernización de la legislación probablemente incluiría una revisión de la Electronic Communications Privacy Act (ECPA) de 1986 que tiene aspectos obsoletos. Ello no obsta para que se siga una política de datos abiertos para permitir, por ejemplo, tener resultados positivos en salud, como la lucha contra el cáncer.
Asimismo, la administración de Biden pretende reestablecer la neutralidad en las redes originalmente introducida por el expresidente Obama y que el gobierno de Trump descartó. La neutralidad en la red permite igual acceso a los proveedores sin discriminar por contenidos, origen ni tipos de datos. Los operadores de Internet no pueden negociar con los usuarios la calidad del servicio que reciben a cambio de un pago. No pueden proveer un acceso a mejor o peor conexión, a velocidades diferenciadas, es decir, se trata de proveer terreno parejo para todos los usuarios.
En el sector manufacturero de tecnología avanzada, el gobierno de Biden tienen intenciones de impulsar a varios sectores no sólo con los 300 mil millones de dólares mencionados para I+D, sino también con otros 400 mil millones de dólares en compras federales (que ahora más que antes se enfocaría en comprar lo fabricado en Estados Unidos).
El sector farmacéutico es uno de ellos. Aunque Estados Unidos es líder en innovación en ciencias de la vida, su papel como productor manufacturero en esta área se ha rezagado. Entre 2009 y 2018, por ejemplo, el valor agregado en farmacéuticos cayó cerca de una tercera parte mientras que el resto de las manufacturas aumentaba en 23%. La intención del nuevo gobierno es respaldar más I+D mediante el apoyo a la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado de Biomédicas (BARDA, por sus siglas en inglés) para generar nuevos medicamentos y retomar el liderazgo en esta actividad, con especial atención a los fármacos y vacunas contra el COVID-19.
Otra de sus metas en manufactura avanzada es expandir la producción de semiconductores en Estados Unidos para lo cual se introdujo una propuesta de Ley a mediados de 2020, llamada la “Chips Act”, que ayudaría considerablemente a esta industria. Si bien Estados Unidos sigue liderando tecnológicamente este rubro a nivel internacional, sufre una fuerte competencia de otros países y ahora sólo provee el 12% del total de la oferta mundial de semiconductores. Es muy probable que Biden apoye esta línea para proteger la competitividad de este sector y compensar de alguna manera los enormes apoyos que reciben los investigadores y productores de este rubro en China, por ejemplo.
La industria de energía limpia está entre las más altas prioridades de Joe Biden. El financiamiento a la I+D de la energía limpia está considerado dentro de los 300 mil millones de dólares para I+D ya mencionados. Sin embargo, tiene pensado invertir, además, dos billones de dólares en energía limpia y en infraestructura verde en sus primeros cuatro años de gobierno (40% de lo cual iría a beneficiar a comunidades más atrasadas). La meta establecida por el nuevo gobierno es llegar a 2050 con cero emisiones y descarbonizar su red eléctrica para 2035, incluyendo la captura de carbono, su utilización y su almacenamiento. Más aún, la administración entrante había propuesto en campaña crear una Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados en temas de Cambio Climático (el existente –ARPA– se centra en temas de defensa) para generar tecnologías nuevas y disruptivas en este campo (ITIF).
En concordancia con el programa de energías limpias, el gobierno de Joe Biden respaldará fuertemente al sector productor de automóviles eléctricos. Para ello no sólo usará el programa de compras públicas, sino que facilitará la operación de la industria y las condiciones para los usuarios de estos vehículos. Entre otras medidas, pretende reincorporar una reducción al impuesto a la compra de automóviles eléctricos como incentivo a la demanda. También habrá apoyo a la I+D para desarrollar tecnología en baterías y almacenamiento de energía y, junto con el sector privado, las Estados y otros actores, tiene pensada la construcción de 500,000 estaciones para la carga de electricidad, de manera que para el 2030 se pueda transitar por todo el territorio con un auto eléctrico.
Entre sus planes, Biden también quiere generar un apoyo de 10 mil millones de dólares de capital de riesgo para pequeñas empresas a nivel estatal, con especial énfasis en empresas cuyos dueños pertenezcan a minorías étnicas y/o a mujeres.
Todo lo anterior iría acompañado de un esfuerzo por mejorar la educación y la capacitación de la población de manera que pueda asimilar y operar las nuevas tecnologías. Para ello, aumentarían las materias de ciencias en computación en las escuelas, particularmente en los últimos seis años e invertiría 20 mil millones de dólares en la construcción de laboratorios, y otra infraestructura necesaria para estos propósitos. A la vez que se tiene la intención de mejorar la educación, especialmente en áreas científicas en el país, la tónica de los apoyos del gobierno es de inclusión. Así, por ejemplo, se tiene el propósito de eximir a estudiantes de familias con ingresos menores a 125,000 dólares anuales de pagar matrícula, al mismo tiempo que se reducirá el costo de los préstamos para poder estudiar.
El nuevo gobierno pondría especial empeño en las instituciones de enseñanza superior con estudiantes mayormente afroamericanos y otras minorías (HBCU, por sus siglas en inglés) para hacerlas más accesibles, mejor equipadas e innovativas. Los Community Colleges de orientación más técnica y cuyos estudiantes provienen de familias de menores ingresos, se harían gratuitos con el respaldo del gobierno federal y de los estados. También se haría un interesante esfuerzo por vincular la formación en los Community Colleges con las empresas de manera que estén en mayor sintonía respecto del tipo de empleados que se necesita en el sector productivo.
Un tema importante en la campaña de Biden fue el de ciberseguridad, y adquirió mucha más relevancia cuando en diciembre de 2020 se descubrió el más grande y prolongado ataque de ciberespionaje hasta entonces registrado en contra de instituciones públicas estratégicas de Estados Unidos. Las medidas que se adoptarán en este tema no se han definido aún.
El enorme reto del presidente Biden será conciliar las necesidades inmediatas de combatir el COVID-19 mediante vacunaciones masivas y respaldar la recuperación económica de ese país con la necesidad impulsar la tecnología para mantener su rol de liderazgo en este terreno a nivel mundial… Nada fácil si se considera que Estados Unidos registró un déficit presupuestario federal de 3.3 billones (trillion) de dólares en el año fiscal de 2020, más del triple que en el año fiscal 2019. Este déficit como porcentaje del PIB es el mayor que se haya registrado desde 1945.
No obstante, si estas políticas del presidente Biden tienen éxito, Estados Unidos podría cerrar el cuatrienio encaminado hacia una nueva etapa de florecimiento de la I+D y ofrecerá un paisaje diferente en un entorno mundial donde se azuza al fantasma de la declinación norteamericana frente a China.
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