Los numerosos apagones que se han presentado, desde este lunes, en numerosas entidades de la República ponen en evidencia las múltiples ineficiencias del gobierno de la 4T en prever escenarios desfavorables y corregirlos antes de que estos sucedan.
Ya ocurrió a comienzos del 2019 con el desabasto de combustible, producto del cierre de ductos con la intención de evitar el huachicoleo, pero en el resultado no sólo se evitó el robo de combustible, sino que cientos de gasolineras se quedaron sin combustible para abastecer la demanda, lo que originó filas kilométricas en las estaciones de servicio y afectaciones serias al sector servicios.
La pandemia también exhibió la ineficiencia del sector salud, como lo está haciendo también las fallas de operatividad de la aplicación de la vacuna para inmunizar a la población.
Para este arranque de 2021, fueron los apagones, las pérdidas por estos cortes inoportunos de energía produjeron pérdidas de US$ 2,7 millones, principalmente en el sector de exportaciones y cerca de 5 millones de personas quedaron sin luz solamente en el norte del país, Tamaulipas, Chihuahua y Nuevo León.
Como de costumbre, no asumió ninguna responsabilidad y acusó los cortes eran causados por la dependencia de gas estadounidense por parte de México.
Esta aclamación está muy alejada de la realidad, primero México no cuenta con una infraestructura para almacenar gas natural y tampoco cuenta con la capacidad para producir energía eléctrica.
Pero la situación, en lugar de usarla para corregir estrategias, la aprovechó el presidente y miembros de su gobierno para promover su propuesta energética de ¨ devolverle la soberanía a la CFE¨ y que México produzca la suficiente energía que consume.
Con la reforma energética de 2013 la administración de Enrique Peña Nieto buscaba abrir este sector a empresas privadas para evitar apagones y que toda la responsabilidad de proveer del servicio no recayera en el Estado, pero al llegar a la presidencia AMLO la desechó.
¿Existen países donde el Estado provee toda la energía?
En nuestra región sólo Venezuela, Paraguay, Honduras, Cuba y Uruguay son las naciones donde el Estado es el encargado de proveer por completo el servicio eléctrico a sus naciones.
Todas esas naciones suman una población de 60 millones de personas, al igual que tienen problemas para poder ofrecer el servicio sin apagones o cortes eléctricos inoportunos.
Un ejemplo es lo ocurrido en Venezuela, nación que cuenta con la tercera central hidroeléctrica más grande del mundo a cargo del Estado, en 2016 el país se sumió a apagones de hasta 8 horas diarias en 23 de los estados, exceptuando a la capital.
En mayo del año pasado, por ejemplo, un apagón dejó en Honduras al 90% de la población sin energía eléctrica, en medio de la pandemia donde hospitales necesitaban del servicio para atender a contagiados.
Cuba ha vivido constantes apagones y ahora su población afronta el aumento del servicio en un 500% para que al Estado le pueda ser rentable poder administrar la energía eléctrica.
Entonces, como México y el presidente piensa proveer el servicio de energía eléctrica con el doble de población de esas naciones y con menos infraestructura que Venezuela, por ejemplo.
Los apagones seguirán siendo constantes y algo de lo que, lamentablemente, la población se deberá acostumbrar ante la intransigencia de un gobierno que creen que son capaces de resolver todos los problemas del país por su propia cuenta.
Es necesario que el servicio sea repartido entre el Estado e industrias privadas para evitar apagones que afectan muchísimo a la economía y a hospitales en medio de una pandemia.