La semana pasada, el juez Ariel Lijo procesó al vicepresidente de Argentina Amado Boudou y lo acusó de cohecho y de negociaciones incompatibles con la función pública que ocupó mientras fue ministro de Economía.
Ciudad de México.- La decisión no fue sorpresiva, ya que se esperaba el procesamiento, pero sí se convirtió en un capítulo clave del entramado de corrupción que rodea a Boudou, quien ya anticipó que no pedirá licencia ni renunciará al cargo.
Después de un agitado fin de semana en el que la oposición advirtió que promoverá un juicio político para destituir al vice, se esperaba la reaparición pública de la presidenta para que manifestara su posición en torno al fallo judicial.
Ante ello, la presidenta Fernández de Kirchner guardó silencio sobre el protagonista del mayor escándalo de corrupción del gobierno y se limitó a inaugurar esta mañana una obra vial y, contrario a su estilo, dio un discurso cuya brevedad justificó “por el Mundial”, y para que los autos pudieran circular rápidamente en la autopista ampliada.
Antes, en su conferencia diaria, el jefe de Gabinete Jorge Capitanich se negó a evaluar el fallo de Lijo al considerar que “todo lo que había que decir, ya se dijo”.
También rechazó las versiones periodísticas que aseguraron que durante el sábado y domingo la presidenta había encabezado reuniones urgentes con sus funcionarios para evaluar las consecuencias del procesamiento.
“Respecto a esta cuestión no hemos tenido diálogo porque trabajamos en temas de agenda institucional por la complejidad de la causa judicial de los fondos buitre en Estados Unidos”, aseguró.
Capitanich, quien se quejó del trato desigual que da la prensa opositora al caso de Boudou con respecto a las causas de otros políticos, advirtió que “en mi carácter de jefe de Gabinete no soy abogado penalista para opinar sobre el estado procesal”.
El Semanario con información de Notimex.
