Ley Graffiti

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El Congreso del estado de Puebla por fin aprobó una ley que castiga el vandalismo de hacer pintas en edificios públicos y privados.

Ciudad de México.- Está de moda delinquir en nombre del arte y de la libertad de expresión. Lo políticamente correcto impone reglas antisociales que se supone debemos soportar, porque de lo contrario el fantasma de la represión asusta a los políticamente-complacientes. El Congreso del estado de Puebla por fin aprobó una ley que castiga el vandalismo de hacer pintas en edificios públicos y privados. Como siempre ya están quejándose de que les coartan la libertad de expresión a los que armados con un spray invaden paredes con consignas demagógicas escritas con faltas de ortografía, siglas de su nombre y otras “genialidades”. El graffiti ha dañado edificios históricos de incalculable valor como el Ex Convento de Santo Domingo en Oaxaca, con pintas en la cantera y la puerta de madera hechas por los “educados” profesores. El Ángel de la Independencia en la Ciudad de México soporta la ignorancia vandálica de futboleros, anarquistas que no saben qué es el anarquismo y de los profesores. El grafitti como tal no es arte. Rayar una pared, pintar las iniciales de una banda o persona no es arte. El muro puede ser un soporte artístico si una persona tiene talento y conoce composición pictórica para abordar el muro. Grafittear es simple repetición y es absurdo pensar que cada persona que pinta su nombre o cualquier tontería en una pared es artista y que lo que hace es arte porque está de moda. No hay argumentos para defender estos actos vandálicos como expresión artística, si estas personas de verdad les interesara el arte, primero aprenderían a dibujar, luego a tratar el muro y después a pintar. Afirmar que las pintas son protestas y que prohibirlas es represión, es un slogan de la sociedad sobreproteccionista y demagógica que tenemos. El que daña un edificio histórico o público no está protestando, está abusando de la libertad de manifestación. Multitud de acarreados pagados que envían armados de sprays o bombas caseras, desde anarquistas hasta la legión de abonados a vivir de la industria de la protesta, se dan el derecho de dañar un patrimonio comunitario, cultural y artísticamente valioso, y en el colmo de la demagogia, dicen que tienen compromiso social cuando destruyen algo que nos aporta como sociedad. Las ciudades están a merced del oportunismo político que utiliza a estos grupos para conseguir sus propios intereses, en ese chantaje es muy fácil y cómodo involucrar tramposamente a la libertad de expresión y al arte, esto es parte de la manipulación y el secuestro social que ejercen estos grupo. Espero que esta ley se aplique en el resto del país aunque en la Ciudad de México es difícil, porque la demagogia es una corriente de pensamiento. Lo que sería consecuente es que las escuelas de arte impartieran de nuevo la materia de pintura mural y formaran artistas capaces de dar belleza a las ciudades, se otorgarán espacios para pintar, para que el muro de verdad fuera un soporte artístico urbano.

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