#Leonardo500
La definición de genio que más describe a este personaje es la número 4 de la Real Academia Española: “Capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables”. Pocos seres han tenido ese sello de genialidad como el hombre al que hoy le dedicaré mi artículo. Un hombre que se adelantó a su tiempo 500 años, que en el siglo XV ya esbozaba en sus notas robots, aeroplanos y submarinos. Un músico, matemático, biólogo, escritor, físico, ingeniero, pintor, escultor y un largo etcétera que lo distingue de los demás, en una generación de genios que coincidieron en su tiempo, como fueron los dos Nicolás (Copérnico y Maquiavelo) que en la última mitad del siglo XV y la primera del siglo XVI pasaron a la historia por su aportación a la astronomía y a la literatura respectivamente. El siglo XV también fue el de Colón y la imprenta de Gutenberg. Siglo de genios le llamaría yo; y sin duda este florentino que floreció en Milán, y que pasó sus últimos días en la Monarquía francesa, fue indiscutiblemente, uno de los grandes. Es su obra artística por la que más se le ha recordado, y la “Gioconda”, sin lugar a dudas, su pintura más famosa, por la cual año con año millones de personas se dan cita en el museo Louvre de París para admirarla. Junto con Miguel Ángel y Rafael, fue uno de los grandes maestros del Cinquecento.
El hijo no reconocido nacido en Vinci, en la Florencia de los Médici, se llamó Leonardo, ¡el gran LEONARDO DA VINCI!
¿Qué define a Leonardo da Vinci? En definitiva, creo que es su curiosidad. No creo que Leonardo tuviera mayores atributos clínicos que cualquier otro ser humano, tampoco que tuviera las condiciones óptimas para desarrollarse, y mucho menos contaba con la tecnología para poder lograr todo lo que hizo. Entonces, creo que esa sed de conocimiento, de curiosidad y ese constante cuestionamiento que se hacía sobre todas las cosas, es lo que lo distingue de todos los demás.
Mucha gente dice que se nace con ciertos talentos. Por mi parte, soy más de la idea que uno los va construyendo. El cuaderno de notas de Leonardo tiene bocetos muy básicos que parten de la observación, para después revisarlos y crear la tecnología para que tuviera una utilidad. Tuve la oportunidad de ver una exposición en Milán, con relación a la conmemoración de los 500 años de su muerte, y pude leer con detenimiento algunas de sus notas. Leonardo planeaba lo que iba a hacer en el día y después iba y lo ejecutaba. Ese ejercicio lo dejaba plasmado en sus notas y probablemente hubo días en los que no logró mucho, pero al día siguiente empezaba otra vez revisando sus cuestionamientos y notas del día anterior y buscaba repuestas a sus preguntas desde otra óptica. Era entonces un perseverante. Sin embargo, es paradójico encontrar pinturas no terminadas, estudios inconclusos y bocetos a la mitad. Era tan grande su sed de conocimiento, que abarcaba demasiadas cosas, incluso para él.
Si entonces, una de las características de Leonardo es que era curioso y otra más que era perseverante, la tercera característica que yo le he encontrado es que era muy creativo. Siempre buscaba diferentes soluciones a los problemas que él mismo se planteaba. Éstos los resolvía con inventiva y, además, lograba desarrollar tecnologías para probar sus modelos; ejemplo de ello son ciertas armas que, aunque ya existían, perfeccionó y las hizo aún más letales, como la catapulta con fuego o la ballesta automática.
A 500 años de su muerte, ha salido publicada una nueva biografía, de entre las múltiples que han existido a lo largo de la historia. ¿Qué tiene de especial entonces esta biografía? El lenguaje en que comunica el autor y su capacidad de escudriñar de una manera precisa y profesional sobre lo que vivió el genio florentino.
Walter Isaacson, quien escribiera la biografía de Einstein, otro genio del siglo XX que merece su propio artículo y de Steve Jobs, el genio del siglo XXI, se ha aventurado a escribir sobre otro personaje polémico de inteligencia extraordinaria, difícil de entender dada la lejanía en tiempo de sus obras y sus saberes, que no tuvo definiciones concretas ni en su vida personal, y que fue más bien un polímata, que podía estudiar hoy matemáticas y mañana hacer una obra de arte, o perfeccionar un instrumento musical o una arma. Investigó y describió de forma soberbia a un hombre que no fue de su tiempo, que rompió con toda lógica y que abonó al conocimiento humano, a las bellas artes y a la tecnología como pocos. El gran Leonardo puede conocerse más a través de las letras de Isaacson. Recomiendo mucho el libro.
Como reflexión final, quiero destacar que esa curiosidad, perseverancia y creatividad que se destaca en Leonardo está vigente hoy. Esas tres virtudes, como yo les llamo, pueden hacer la diferencia entre tener una vida plena, feliz, llena de satisfacciones y éxitos, o bien, una vida sosa, mediocre, llena de frustraciones y sin rumbo. Exaltemos esas cualidades en nosotros mismos y en la gente que nos rodea y van a ver que nuestras condiciones mejoran de forma exponencial, y así no nos quedaremos a expensas de lo que otros hagan por nosotros.
Leonardo hizo mucho porque se cuestionó todo el tiempo, fue curioso para investigar sobre las cosas que se cuestionaba, se puso en acción para generar soluciones a los problemas que se encontraba, lo hizo permanentemente y sin descanso, y siempre vio distintas formas de hacer las cosas. Fue creativo, convirtiéndose en creador de cosas muy buenas. Hoy todos tenemos mucho que aprenderle, y una de esas cosas se refiere a buscar soluciones a nuestros problemas de forma creativa y con perseverancia; eso, definitivamente, es mejor que perder el tiempo en dimes y diretes de la Cuarta Transformación.
Que a 500 años de su muerte, Leonardo siga inspirando no sólo a los nuevos genios por venir, sino también al que tenemos dentro de cada uno de nosotros.