Muchos tratan de explicar cómo se producen los cambios en la vida social ocasionados por las innovaciones tecnológicas. Algunos las apoyan y las justifican, otros las critican. Por lo general, los argumentos a favor o en contra no consideran el costo, el beneficio, el impacto al medio ambiente, los riesgos de salud y seguridad pública que éstas entrañan.
¿Cuántos puestos de trabajo se crearán a partir de estas innovaciones? ¿Cuántas ganancias resultarán? ¿A qué sector de la población beneficiará? ¿A cuántos perjudicará? En el renglón de salud, ¿cuántos cánceres y otras enfermedades producirá?
Neil Postman, director del Departamento de Cultura y Comunicación de la Universidad de Nueva York, sociólogo, comunicólogo y analista crítico de los medios, plantea cinco cosas que necesitamos saber acerca de cualquier cambio tecnológico:
- Para cada ventaja que una nueva tecnología ofrece, existe siempre la desventaja correspondiente. La cultura, inevitablemente, paga un precio por la tecnología.
- Las ventajas y desventajas de la tecnología nunca están distribuidas equitativamente entre la población. Específicamente, ¿quién se beneficia con el desarrollo de una nueva tecnología? ¿Cuáles grupos de poder? ¿Cuántas personas? ¿Qué tipo de industria será favorecida? ¿Cuáles grupos de personas serán afectados en consecuencia? ¿A quién le dará poder? ¿A quién se lo quitará? La tecnología favorece a algunos y perjudica a otros. Siempre hay ganadores y perdedores.
- Cada nueva tecnología lleva incorporada una idea poderosa; a veces dos o tres ideas ocultas a nuestra vista porque son de una naturaleza algo abstracta. Eso no significa que no tenga consecuencias. Puede ser que una persona valore la información, no el conocimiento y, ciertamente, no la sabiduría. En la era de la tecnología el concepto de sabiduría podría terminar por desvanecerse. ¿Cómo influye en nuestra mente la nueva tecnología? ¿Cómo afecta nuestros sentidos? ¿Cómo codifica el mundo? ¿Cuáles de nuestros sentidos amplifica y cuáles de nuestras tendencias emocionales e intelectuales ignora?
- La innovación tecnológica no sólo agrega algo, sino que cambia todo. Debemos ser cautos frente a las innovaciones tecnológicas: las consecuencias son siempre vastas, a menudo impredecibles, y ampliamente irreversibles.
- Los medios tienden a volverse “míticos”, que es la tendencia común de pensar en nuestras creaciones tecnológicas como si fueran dadas por Dios; o como si fueran parte del orden natural de las cosas. La televisión, películas, videos, periódicos, han alcanzado un estatus mítico, no como un producto dentro de un contexto político e histórico específico. Cuando una tecnología se vuelve mítica es siempre peligrosa, porque es aceptada tal cual y, por consiguiente, no es fácilmente susceptible a modificación o control. Y en cada gran innovación tecnológica existe incorporado un prejuicio de los conocimientos científicos, políticos y sociales.
Un factor muy importante es el considerar si la nueva tecnología mejorará o afectará la calidad de vida, sobre todo en el ambiente familiar. Un video muestra a un bebé de escasos meses jugando con el celular de su madre mientras ella efectúa sus labores domésticas. Cuando trata de rescatar su celular, el bebé se torna rabioso a más no poder. No cesa de gritar, patalear y sollozar por varios minutos. La madre le regresa el celular y el bebé calla como por arte de magia. Con su minúsculo dedito empieza a presionar los botones del aparato, se ríe y empieza a jugar de nuevo.
¿Estaremos condenados a sentarnos a la mesa de la cocina con nuestros hijos y nietos en silencio mientras cada uno envía mensajitos a amigos y compañeros con celulares cada vez más sofisticados? Es grandioso el poder comunicarte con ellos con la facilidad que proporcionan los nuevos celulares y el Facebook, pero, ¿qué pasa con la intimidad familiar? ¿Con las pláticas sabrosas junto a la estufa?
El punto central es cómo pueden hacerse las elecciones sobre adquisición de innovaciones tecnológicas teniendo presentes las consecuencias trascendentales que afectarán la calidad de vida.
Pero el mundo gira y no se detiene; las innovaciones continuarán, está en cada persona darse el tiempo y el entusiasmo de conservar el patrimonio heredado y, de alguna manera, transmitirlo a las nuevas generaciones.
Cuán sencillo era ‘tener certeza’ de algo; tomar nuestras propias decisiones. Hoy padecemos el temor recurrente de que alguien, con más conocimiento y astucia tecnológica, ya decidió por nosotros.