Improvisar cuesta
Hacia 1982 llegaron a ser más de mil. Sí, más de un millar de empresas paraestatales regadas por todo el país, administradas por el gobierno, con cargo a los contribuyentes.
Después de 1970, dice Carlos Marichal de modo textual, “las hubo de todos colores y sabores”, en eso que el mismo investigador llama: el periodo de la anarquía organizativa.
Si para 1940 el país contaba con 36 empresas de control gubernamental, sólo entre 1955 y 1970, en México se crearon 166 empresas de control gubernamental, o paraestatales, para llegar a 272, en ese periodo.
En los años que siguieron, a ellas se sumarían productoras de mezcal, embotelladoras de agua mineral, hoteles, fábricas de cloro, de jabones e incluso de sardinas enlatadas. De la de bicicletas que acabó en manos de la CTM hemos ya hablado en una colaboración anterior.
El reiterado anuncio gubernamental de que va a crear una (nueva) empresa para dotar de Internet a las regiones del país que aún no cuenta con ella, hace cernirse esos vientos del pasado sobre lo que se perfila como el modo de esta administración de encarar los desafíos del presente.
De acuerdo con un reporte de hace un par de años elaborado por el Foro Económico Mundial, para medir el grado de despilfarro de recursos públicos vía duplicidad no corregidas en instituciones, México se ubicó en la posición 99 entre 144 países analizados.
Expertos, investigadores y representantes empresariales han dejado claro ya el error que se estaría cometiendo si es que el gobierno decide acometer la expansión de Internet en exclusiva y a costa sólo de las contribuciones fiscales ciudadanas.
Se dice, en una de esas viejas creencias que pueblan el imaginario de quien juega dominó: “cuando no sepas qué hacer, acuéstate”, refiriéndose a tirar una mula, la más alta de preferencia.
Tan inviolable fue (¿es?) una suerte de regla equivalente para el mundo público del siglo XX. Cuando no sepas qué hacer: inventa una institución, crea un organismo.
Gobernar o la potestad de fundar. Construir un legado, así se decía. Instaurar. Ser recordado por aquel que fundó tal o cual instituto, comisión, centro, consejo.
El futuro, así, nunca se siente más ancho y complacido que cuando logran encontrarse con el pasado. Cuando logra, en el presente, trazar las líneas con las que, imagina embelesado, se narrarán las gestas fundadoras.
Una revisión histórica de la expansión de las empresas paraestatales en México deja ver con suma rapidez cómo mientras más crecía el número de éstas, también lo hacía la creación de instituciones públicas de manera desarticulada y en franca duplicidad.
La intención gubernamental de crear, contra toda evidencia en toda nación, una empresa que desde la lógica paraestatal se haga cargo en extender la conectividad en el país, lo confirma.
Establecido en 1974 como un fideicomiso público del Conacyt, el Centro de Investigación e Innovación en Tecnologías de la Información y la Comunicación, conocido como Infotec, es una de las instituciones de trayectoria y aporte más notable.
A 45 años de su creación, Infotec cuenta con una amplia, probada y exitosa experiencia en el diseño, evaluación e implementación de proyectos para el uso de las tecnologías en la entrega de información y servicios públicos a través de Internet.
La exitosa historia de este ente público, va desde la administración de la primera Red Tecnológica Nacional –la primera red de Internet en México–, en 1994, hasta la obtención del Premio Estocolmo de Innovación por la puesta en funcionamiento de portales de transparencia e información ciudadana.
Capaz de dotar con eficiencia y eficacia soluciones a la propia Secretaría de Comunicaciones y Transportes, donde es de suponer estaría sectorizada la eventual nueva paraestatal que se ha anunciado, a Infotec le debe la SCT la consolidación de su centro de datos.
A partir de 2010, la participación de Infotec ha sido determinante en el avance del proyecto de “Gobiernos locales digitales”, dotando a los municipios, la célula del régimen federal, de herramientas para la comunicación con los ciudadanos y la participación de éstos en asuntos públicos.
La infraestructura esta ahí. La capacidad y experiencia también. Infotec cuenta la capacidad y con un cuerpo de docentes e investigadores del más alto nivel.
No es ésta la primera vez que la administración actual anuncia acciones sin que se presente un mínimo diagnóstico, por no hablar de cronogramas, fuentes de recursos y los respectivos proyectos ejecutivos.
Utilizar los recursos públicos, que por definición pertenecen a la sociedad, para crear instituciones que duplicarán objetivos y funciones que ya existen es, en sí mismo, un contrasentido a cualquier afán de rentabilidad social.
La capacidad para generar una dinámica de trabajo colaborativo entre las propias instituciones públicas es fundamental. Ninguna administración parte de cero. Ni tampoco la historia acaba cuando un gobierno concluye su gestión.
Dispersión, duplicidad y despilfarro. Hidras a la sombra del mismo árbol: la ocurrencia. Por desinformación, necedad o mala fe, el resultado es idéntico y lo paga la ciudadanía.
La misma sociedad que pagaba la nómina de aquella fábrica paraestatal de jabones, para luego comprarlos; malos y caros.
La misma.