IoT, G5 y el conflicto entre Estados Unidos y Huawei

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La revolución en la tecnología de la información y las telecomunicaciones (TIC) ha adquirido una enorme magnitud y si bien tiene un gran potencial para mejorar la vida de la humanidad, hay efectos sin duda indeseables, como el desplazamiento del empleo o la pérdida de control del flujo de información y su utilización.

Uno de los aspectos más trascendentes en el avance de las TIC es el Internet of Things (IoT), o Internet de las Cosas que permite la interconexión de objetos “inteligentes” entre sí a través de Internet. El IoT se ha hecho una realidad gracias a otras tecnologías, como la de datos masivos (o Big Data) y la computación en la Nube (Cloud Computing) que conjuntamente pueden almacenar, procesar y analizar enormes cantidades de información. Estos procesos son facilitados por invenciones adicionales como la Narrow Band-IoT (NB-IoT) que posibilita una gran cobertura de transmisión de datos con muy poco uso de energía, reduciendo los costos de las interconexiones y provee más autonomía de los aparatos (en cuanto a su recarga de energía). Para 2020, según Statista, habrá 30.7 mil millones de dispositivos interconectados en el mundo (el doble que en 2015).

El IoT agrega una dimensión nueva transversalmente: al instalarse múltiples sensores para captar información, es factible contar con la comunicación entre personas y dispositivos y de los dispositivos entre sí en tiempo real, lo que abre la posibilidad de resolver problemas en forma expedita y mejorar las condiciones de vida de la población usuaria.

conflicto entre Estados Unidos, Huawei y China

 

En la manufactura, en el comercio y en la distribución, las máquinas pueden comunicarse entre sí para corregir errores, mejorar la eficiencia de los procesos productivos, darles mantenimiento, optimizar cadenas de suministro, e incluso mejorar el diseño de bienes y servicios. En los servicios a la población, la salud puede verse sustancialmente mejorada por el monitoreo remoto de las personas a través de sensores que arrojan información sobre cada uno en forma continua, que junto con el análisis de profesionistas proveen recomendaciones de salud, o dan seguimiento a pacientes hospitalizados, e incluso permiten realizar operaciones quirúrgicas a distancia. Una de las aplicaciones con muchas expectativas es la de Ciudades Inteligentes con la que se puede desarrollar un transporte inteligente, optimizar el uso de energía, mejorar la circulación vehicular, reducir contaminantes en al agua y aire gracias a un monitoreo más eficiente y continuo. En la agricultura y ganadería, se logra más precisión en técnicas agrícolas con sensores atmosféricos y calidad del suelo y se da seguimiento al ganado (con alertas de movimiento y detección de los ciclos de fertilidad).

Esta tecnología NB-IoT se podrá utilizar mucho más con las comunicaciones 5G que están siendo introducidas parcialmente en Estados Unidos y otros países, pero que se incorporará más ampliamente en muchos países en 2020, incluyendo México. 5G tiene una capacidad mucho mayor que 4G, con una señal más poderosa y estable en áreas con alta densidad de aparatos conectados, por lo cual éstos pueden mantenerse enlazados permanentemente y requieren menos energía (cuentan con baterías o pilas de mayor capacidad). Ésta es la mayor fortaleza de los celulares que son producidos para operar con G5: serán verdaderas plataformas para impulsar el IoT.

Internet de las cosas-IOT

Y es precisamente en esta coyuntura tecnológica en que surge la crisis de las relaciones del gobierno de Estados Unidos y Huawei, la empresa de TIC más poderosa de China internacionalmente y líder mundial de la tecnología G5. Huawei es una fuerte competidora de cualquier otra empresa que incursione en este sector, y su gran penetración en las redes mundiales ha creado una gran desconfianza internacional por su potencial uso de ellas en espionaje, robo de propiedad intelectual o incluso sabotaje en caso de conflicto militar (Financial Times, 6/01/2019). Estos temores han surgido especialmente a partir de la Ley Nacional de Inteligencia (2017) de China, que requiere que individuos y empresas colaboren con el servicio de inteligencia nacional. Ante los diversos temores, algunos fundados y otros infundados, que la situación descrita genera, Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda han tomado medidas para prohibir parcial o totalmente la participación de Huawei en proyectos G5. Tales medidas tomadas por estos cuatro países que junto con Canadá forman parte de la alianza de inteligencia conocida como “Cinco Ojos” (Five Eyes), un acuerdo de cooperación conjunta en la inteligencia de señales alcanzado en la posguerra, rememora el ambiente de la Guerra Fría.

La detención reciente en Canadá de Meng Wanzhou, jefa de finanzas de Huawei, e hija del fundador de esa empresa y la solicitud de su extradición por parte de Estados Unidos, ha sido ampliamente cubierta por la prensa. El motivo inmediato es que la compañía no ha respetado las sanciones impuestas a Irán por parte de Estados Unidos y ha provisto apoyo diverso en TIC para ese país. Pero, en realidad estas medidas reflejan la inquietud de Estados Unidos por la capacidad de esa empresa de recoger y usar información de ése y otros países aliados para finalidades que les sean adversas.

Tecnología 5G

 

La decisión de bloquear a Huawei como inversionista de infraestructura, como proveedora de celulares 5G, y de servicios vinculados a esta tecnología no es fácil para los propios países que están sancionando a la empresa. Las cadenas productivas de TIC están integradas a nivel mundial y, por tanto, la supresión de Huawei pone en serios aprietos a importantes empresas norteamericanas tales como Qualcomm, Seagate e Intel, entre otras, que son proveedoras de Huawei.

La carrera tecnológica en las TIC, especialmente las IoT y G5 abre un mundo de oportunidades para un mejor bienestar social, pero a la vez genera nuevos medios de control y dominio en un medio ampliamente desregulado. También enfrenta a las potencias mundiales entre sí iniciando nuevos conflictos geopolíticos. Como en todas las tecnologías, en ésta no hay neutralidad, sino que será puesta al servicio de las fuerzas políticas que definan su derrotero.

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Nydia Egremy

Competencia entre Corporaciones tecnológicas, más que entre Estados, es la faceta de la guerra geopolítica del siglo XXI. Excelente reflexión.

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