Un Planeta: dos mundos

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Lo Humano está hablando y los Gobiernos están temblando.

Ya voy volando al país de lo espontáneo.. todavía… Desde el orden lo que se extraña es el caos, el potencial de sorpresa, lo eventual, las variaciones perceptibles en medios ambiente estables, la innovación social, cierto desorden pues, pa’ que nos entendamos. Voy a México.

Comentaba hace una semana acerca de la Vuelta Literaria, del regreso de los franceses al tiempo cotidiano y a los eventos programados como ese, la publicación de las novelas que participarán en los premios literarios.

Pues bien hay otro regreso, un regreso diferente, pero también igualmente programado, el regreso de las manifestaciones.

Lunes, los independientes, la adopción de migrantes y la manifestación ciclista Cop21, Martes día sin coche, Miércoles por las libertades sindicales(¿), Jueves es de los indocumentados, el sábado los Alternatibos, así, a favor del medio ambiente, huelgas contra la ley de Salud, huelga de Air France. Todo programadito, todo estructurado, todo controlado y sin demasiados escándalos. Los agentes CRS de la Policía Nacional, se instalan serios, protegidos, sobre-protegidos, estratégicos.

Y es que Francia tiene miedo de las rupturas, el país de la libertad, la igualdad y la fraternidad quiere que esas se den en la mayor tranquilidad sin violencia, en paz, sin olas. Por eso se muestra a estas figuras sobreprotegidas, blindadas bien equipadas, casi como escaparates para las ventas internacionales de equipo disuasivo.

Pero ¿de dónde viene el miedo? ¿Quizá un poco del recuerdo de la revolución? ¿La Comuna? ¿sesentayocho? Pero mire usted amable lector, la cosa no es tan así-así, si nos tomamos la pena de acercar el microscopio social y ver los tejidos periféricos -me refiero desde luego a los tejidos sociales que están más allá del periférico interior, es decir, en las banlieues, esos barrios marginales que se refiere mucho y que ¿se conocen poco? ¿marginados? ¿aislados?, llamémosles como se quiera, barrios alejados, blindados de la imagen pública, lejanos de la percepción- si los vemos de cerca, veremos que en ellos reina también el caos, el no-gobierno, el imperio de la barbarie, allí no se muestran sino muy ocasionalmente a los policías sobre equipados, porque su equipamiento sería una provocación y los bravos saben responder en Grigny, en Clichy-Sous-Bois.

Pese a los esfuerzos gubernamentales para integrar a jóvenes provenientes de las zonas difíciles, ofreciéndoles una escolaridad de élite, en los prestigiosos liceos del centro de París o de Versalles, el medio sigue prevaleciendo y siguen siendo los menos quienes tienen estos accesos controlados, de imagen dicen algunos de los más críticos.

“Deephan”, es una película francesa que narra la historia de un soldado esrilanqués, un filme de Jacques Audiard que ganó la Palma de Oro en Cannes. Justamente una improbabilidad, la improbabilidad de la paradoja. En este país de la sociedad programada, el ex soldado Tamil quiere instalarse en una Francia tranquila. Llega sin embargo a un barrio bravo, una banlieu de esas detrás del periférico. Una de esas zonas de contectes de droga, de convictos en socialización a prueba. Un mundo de migrantes, tierra de nadie, espacio para una ciudadanía a prueba, de una integración a medio camino, zona del Islam, espacio de mamá África, de gitanos, de…

Tierra de todos, tierra de nadie. Huyendo de la barbarie, de manera improbable, una familia improbable, llega de manera improbable a un país improbable, Francia y llega para encontrar la misma violencia, una violencia que aunque en un principio la considera infantil y a la que pudo ofrecer algunas lecciones de veterano miliciano, se le termina imponiendo. Violencia probable en tierra de nadie, del pequeño comercio de drogas al crimen sin dueño y la venganza.

Deephan de Jacques Audiard.
Deephan de Jacques Audiard.

Y mientras, en Ultra-Rin, otra situación se presenta. Las imágenes son también un momento logarítimico en la improbabilidad. El país mas duro, con las políticas menos populares en lo interno, se muestra el más abierto a la migración, a la migración siria por lo menos. Esa segunda patria de Turquía, en que se ha convertido Alemania, se pone ahora a  prueba para con un nuevo programa migratorio, recibir a los sirios que huyen del régimen de Assad. Busca así Alemania, dar un impulso, dinamizar a la sociedad, incorporarlos a los sistemas de salud y crear a plazo, un nuevo grupo de consumidores que ensanche la clase media y haga crecer al país.

La política de mamá Merkel (como la calificó recientemente Der Spiegel) tiene ciertamente muchos detractores, pero queda mucho por ver en este ejercicio de ingeniería social donde la apuesta verá resultados en 5 y 10 años. Ángela Merkel, sabe de integraciones, ella misma integrada en la nueva gran Alemania después del desvanecimiento del epítome de Muro que separó su casa del entonces llamado occidente.

Europa se mueve. Y es que, veámoslo sin ambages, estamos viviendo un tiempo de nuevas corrientes migratorias, el planeta se está moviendo socialmente y en consecuencia las sociedades se estarán pronto dinamizando a fuerza de hibridaciones, lo humano esta hablando y los gobiernos de los países receptores -y causantes en buena medida de las expulsiones-, están temblando.

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