Fes, Festival de Músicas Sagradas

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Estamos a la mitad del festival de Música sagrada en Fes, Marruecos. La ciudad es la capital religiosa del reino de Alauí. La ciudad está dividida en dos zonas perfectamente delimitadas; la ciudad moderna, afrancesada, de grandes avenidas, parques, edificios modernos, hoteles y centros comerciales y la medina, el espacio peatonal más grande del mundo, un laberinto de pequeñas calles angostas y curvadas, de improbables angulosidades y arcadas. Nuestra preferencia por la segunda que no nos gusta abandonar, es clara.

La cantidad de mezquitas, pequeñas y grandes hace de la práctica religiosa un cotidiano entreverado a los desplazamientos y las actividades de toda la población. Las calles están siempre animadas por niños y corrillos de jóvenes. Las diversas animaciones marcan el ritmo de los días, jovencitos y jovencitas alegres que se empujan y juegan, mitad para molestarse, mitad para conocerse. Los niños están siempre dispuestos a guiar a los paseantes a través del laberinto urbano, haciendo de los trayectos una diversión inesperada.

Detrás de muros milenarios, pueden encontrarse bellísimas propiedades, riads de estilo andaluz, con hermosos patios interiores y fuentes antiguas, terrazas que ofrecen vistas magníficas de esta dorada ciudad entibiada por un sol ya generoso en mayo y refrescada por las sombras de las calles angostas y las corrientes de aire que provoca la topografía.

En diciembre vinimos para seleccionar el Riad donde por insistencia mía y con una docena de amigos decidimos asistir al festival de Músicas Sagradas de Fes, en el que participé hace unos años y al que tenía ganas de volver.

El festival es un aprendizaje constante, lo es por los conversatorios, algunos de ellos extraordinarios y provocadores con participaciones venidas de diversos campos particularmente ilustrativos. Este año el festival se dedica a la sacralidad del agua, el tema da para mucha meditación y largas conversaciones.

Nuestro primer contacto así, fue la vista en el conjunto Nejjarine de la fundación Mohamed Karim Lamrani, a la exposición audiovisual de Lolo Zazar y a la cual nos invitó el director general del festival, Platón Hadjimichalis, que conocimos en París y con quien coincidimos en una callejuela de la medina. A través de una instalación nos muestra con exquisita sensibilidad y un paisaje sonoro singularmente hermoso, movimientos del agua, justificando de modo evidente el título de la exhibición: Symphonie en Eau Majeur, Sinfonía en Agua mayor; aunque la palabra “agua” en francés, “eau” (pronúnciese ¡oh!), se asocia a la nota Do…  Sinfonía en (d) O, mayor.

La exhibición que se mantiene durante todo el festival está emplazada en un magnífico edificio que funciona a la vez como museo en donde se pueden apreciar tallas de madera, celosías extraordinarias, instrumentos musicales antiguos, cerraduras, puertas y ventanas que permiten una mejor comprensión del arte musulmán.  El espacio está coronado por una amplia terraza desde donde pueden advertirse una decena de minaretes, que, repartidos en la sinuosidad de la ciudad al pie de los cerros del Atlas marroquí, regalan vistas exquisitas. Lolo y su luminosa esposa vietnamita nos cautivaron por su sencillez y su extraordinario Weltanchauung, que les disloca y universaliza en su manejo de idiomas que va del español con acento colombiano, al vietnamita, pasando por el inglés y el francés.

Un maestro del Laúd nos acompañó en nuestra primera noche en Fes; durante la cena nos llevan los sonidos de este instrumento (mitad cítara y mitad guitarra) hacia sitios improbables localizados en un tiempo distinto, con otros referentes, desde otras asociaciones de notas y vibraciones que hacen soñar con imágenes alguna vez leídas, de hadas y genios, de princesas, tristezas y desiertos…

Los días van siendo cada vez más cálidos y luminosos. Por la tarde en el jardín Jnan Sbil, acudimos al espectáculo musical de Mark Vella, un pianista que en actitud nómada lleva su piano por el mundo, provocando encuentros excelentes con culturas y músicas. Su concierto junto al lago artificial de los jardines floridos, alterna relatos de sus encuentros y motivaciones con un trabajo pianístico delicado desde su instrumento que interviene y percute directamente en sus cuerdas con tañedores y percusiones que logra extraer   sonoridades de tambores e instrumentos de cuerda variadísimos. Un poeta de la música que gusta de encuentros humanos y que sabe narrar bien. Por la mañana un paseo por la muralla exterior y la puerta principal del palacio de los monarcas marroquíes, un espacio donde se sospechan lujos y que flanquean guardias hieráticos que cuidan de puertas prohibidas a todo extraño. Esta semana seguramente Mohamed VI y la princesa Salma deben haber ocupado su propiedad en esta ciudad de 2 millones de habitantes.

Por la noche la princesa presidió la inauguración del festival, en donde se presentaron varios de los artistas del festival en el marco de un video-mapping austero, bien concebido por el director artístico Allan Weber, en el cual la sacralidad del agua, repartida en diversas geografías asociadas con el cuerpo artístico participante en el festival, fue la estrella de la noche. Después del espectáculo en el extraordinario teatro Bab Makina, adyacente al Palacio Real, junto a varios cientos de jóvenes acudimos al remate de cada jornada con kawalis y cantos sufís en la fundación Dar Tazi. Familias enteras, niños y muchos jóvenes cantan alabanzas y salmos a Alá, en ceremonias que llevan en ocasiones a vértigos místicos de elevación. Es aquí donde se induce a la cultura y se familiariza a las generaciones con los ritmos que mezclan sonidos de la india y de los territorios bereberes y andaluces.

Por la mañana del día siguiente, acudimos a un conversatorio sobre las diferentes formas de sacralización del agua. Allí Didier Viviers, profesor de historia y arqueología y rector de la Universidad Libre de Bruselas, conversó sobre la ubicación de las fuentes de agua en las ciudades de la antigua Grecia. El Agua y el poder en la ciudad, donde apunta la importancia de la ubicación de las fuentes de agua y la riqueza de las ciudades. Pero, sin duda, la charla amena y rica de información de Leïli Anvar, investigadora y maestra de conferencias en lengua y literatura persas, sedujo con su capacidad didáctica y la fuerza de sus ideas a una audiencia neófita en sus materias.

Pudimos recorrer con ella un verdadero viaje por las profundidades del ser, por lo que ella misma llamó la grutas y cavernas de la vida interior. Nos habló de Anaïta, diosa de las aguas, a cuyo paso todo reverdece. Uno de los versículos del Corán habla precisamente, aunque muchos siglos más tarde, del agua de la inmortalidad que está en las cavernas y lo hace en reminiscencia de esta deidad.

Cuenta la profesora graduada en la Escuela Normal Superior de Francia, una historia según la cual, la diosa Anaïta se habría perdido en las montañas del desierto Iraní, revelándose sólo a través de la fuente Tchak/tchak, onomatopeya de la caída de gotas de agua que cuentan de la existencia de una fuente de agua escondida, misma que Alejandro el Grande habría encontrado y ante ese lugar un sacerdote le indicó que no podía beber de esa agua si su espíritu no estaba purificado, abandonando como el agua humilde la rigidez de la forma. Mientras el conquistador no se haya liberado del peso de la forma, no podría beber de la fuente del agua eterna, porque renunciar a la rigidez de la forma significa acceder a la verdadera vida.

Anaïta es una deidad pre-zoroastrista y precristiana incluso. Su influencia es grande en diversas religiones y éste es el tema del trabajo de la maestra Anvar, quien al hablar profundo de esta diosa y dama del bien, promueve en realidad una cultura de respeto por el agua y lo que llama su humildad al acomodarse a todas las formas al punto de renunciar a su propia forma. Anaïta se llama así, la fuente de toda vida.

Concluyó esa mañana con la intervención del anterior director artístico del festival, Gerard Kurkdjian, consejero del Festival de Música de Udaipur en India, quien alternó lectura de poemas de Rimbaud y Baudelaire con la música acuática de Claude Debussy presentando fragmentos elocuentes de su obra El Mar. Una mañana extraordinaria que nos dará sin duda mucho para conversaciones y aprendizajes en el porvenir, tal como lo hizo hace algunos años la presentación de aquel profesor que nos habló del magnífico Halajj, mártir persa del siglo X que nos heredó una enseñanza profunda del concepto de compasión, el cual nos llevaría más tarde a las lecturas de Louis de Massignon, quien dedicó más de 30 años de su vida al estudio de la obra y la vida del mártir crucificado de cabeza.

Durante los días subsecuentes, la visita de Volubilis, un sitio romano, primero cristianizado e islamizado por el Mullah Idriss en el siglo VIII, fue visita obligada. Bajo un sol inclemente y luminoso recorrimos este sitio de 17 hectáreas, donde se conservan algunos templos, burdeles, baños, tiendas y mosaicos que refieren los tiempos de los gobernantes romanos. Un nuevo museo de sitio hace más clara la visita de este espacio privilegiado de la cultura mediterránea. La jornada la complementamos con una visita a la ciudad de Meknés, con sus sucos abigarrados que, aun fuera de temporada (septiembre/noviembre), se consiguen los mejores dátiles del país a precios exorbitantes de 150 dinares el kilo. Una estupenda autopista bien trazada une a Meknés con Fes en unos 40 minutos.

De vuelta acudimos a una singular presentación en un modesto cine de la zona el Batha, en la Medina, a un fantástico espectáculo de cantantes nómadas de Egipto. Un verdadero viaje a la ingenuidad. Pudimos percibir en estos rostros maduros una inocencia rara de presentarse ante un público neófito e inculto de su trabajo que, sin embargo, supo apreciar este arte de la mezcla perfecta entre alegría, religión, cultura y cotidianidad.

Todas las noches rematan en la fundación Dar Tazi, Tariqa Ouazzania, Tarika Harrakiya, el ensamble Simani, son algunos de los intérpretes de la música sufí, este género musical religioso, energizante, jovial y profundo.

La experiencia no es completa sin el hammam ritual, sin los masajes bien aplicados y sin las ingestas de couscous, pastillas, tajines y ensaladas que sucediéndose unos a otros, armonizan con nuestros proyectos de inmersión en la cultura. Poco alcohol, aunque buen vino ocasional puede encontrarse siempre.

Nuestro Riad Said, atendido por su propietaria Latiffa, junto con Manal y Mohamed (sus asistentes), es una restauración formidable de una casona de estilo andaluz, mosaicos, fuentes, cornisas profusamente decoradas y salones muy cómodos que nos permitieron una discreta y muy disfrutable ocupación de la propiedad.

El ensamble Songhai, que une la música del arpista de Mali, Toumani Diabate, a los virtuosos primos Carmona de España y el contrabajista Javier Colima, hicieron de este encuentro en Bab Makina, sin duda nuestro favorito.  Los propios músicos estuvieron durante el concierto en tal estado de alegría que terminaron contagiando a la audiencia hasta llevarla a una danza fusión de carácter colectivo.

La ópera Wu, de Zhejiang en China, trajo un toque a la vez divertido y folclórico al festival, con sus dragones marioneta, sus cómicos y músicos extraordinarios. La cantante brasileña, Marilú Miranda acercó sonidos y cantos de aves, sonidos amazónicos y canciones de cuna que se cantan por las mañanas a los niños, mientras las madres trabajan la tierra y preparan alimentos.

Complementada con otras exposiciones, visitas a museos y madrazas, deambulares erráticos y deliciosos, encuentros humanos y conversaciones amigables, integran el pasaje por estas tierras de un Marruecos moderno, tradicional, amable, seguro y orgulloso sobre el que me precipitaré a conversar con mi amigo el embajador de su majestad, Mohamed Chafiqui, en cuanto llegue a México. Gran viaje a la improbabilidad y enormes lecciones para aplicar en México.

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