Las ángelas de Leakey: primatología y conciencia simiesca

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La evolución biológica ha prodigado linajes de criaturas muy diferentes entre sí. El estudio del comportamiento y el cerebro de las especies más desarrolladas permite derivar inferencias relevantes al problema mente-cuerpo, por ejemplo, sobre la variación y el progreso de la conciencia y la inteligencia, tema esencial para situar estas capacidades en el mundo natural. En este sentido, la atención de los científicos se ha dirigido especialmente hacia los primates, en particular a los chimpancés, bonobos, gorilas y organgutanes, los grandes simios, con los cuales el humano comparte un porcentaje superior al 98% de similitud genética, incluyendo la secuencia del DNA.

El promotor de la investigación de los simios en su medio natural fue Louis Leakey (1903-1972), reconocido antropólogo y paleontólogo británico, nacido en Kenia. Él y su esposa Mary revolucionaron los conceptos sobre el origen de los humanos al encontrar en África los restos más antiguos del género Homo y determinar que otro homínido, el Australopithecus, coexistió con el Homo habilis hace un millón y medio de años. A mediados del siglo pasado, Leakey calculó de manera brillante que la antropología evolutiva no sólo debía buscar huesos de los ancestros humanos, sino fósiles conductuales en los simios, es decir, requería estudiar su comportamiento natural.

investigadores
Los paleoantropólogos Louis Leakey (1903-1972) y su esposa Mary Leakey (1913-1996), haciendo excavaciones en busca de restos de homínidos en Tanzania, África hacia 1960.

Leakey apadrinó a tres jóvenes investigadoras para documentar las conductas naturales de los simios, y así se emprendieron los ahora célebres estudios de los chimpancés de Gombe (Pan troglodytes) realizados por la etóloga londinense Jane Goodall, nacida en 1934, de los gorilas en Ruanda (Gorilla beringei) por Diane Fossey, zoóloga nacida en San Francisco (1932-1986), y los orangutanes de Borneo (Pongo pigmaeus) por Biruté Galdikas, etóloga canadiense nacida en 1946. Estas intrépidas exploradoras fueron llamadas las Trimates y también Leakey’s angels, las ángelas de Leakey. Sus investigaciones han tenido un gran mérito, pues fueron llevadas a cabo durante tiempos prolongados en condiciones geográficas, climáticas y políticas muy difíciles, en ocasiones adversas y aún trágicas. Además, los acercamientos a las tropas de primates en su medio natural requirieron de una cautela y una paciencia admirables.

Ocurrió en estos estudios una novedad metodológica por incluir a las ciencias biológicas, las conductuales y las sociales. Las investigadoras analizaron la vida natural de los grupos de simios con recursos y las herramientas de la zoología, la etología, la antropología física y la etnología para el enriquecimiento de la primatología, una ciencia multidisciplinaria que a partir de sus estudios tuvo un auge notable. De esta manera, reconocieron y nombraron a los individuos, registraron sus genealogías, parentescos y roles, definieron, catalogaron y registraron las conductas individuales y las interactivas de la especie, y establecieron las dinámicas a largo plazo entre los miembros de las tropas.

En las nubosas montañas Virunga, situadas en Ruanda, Diane Fossey logró establecer una cercanía sosegada y gentil con una tropa de gorilas liderada por un macho dominante en plenitud, que fue llamado Digit. Al inicio, Fossey tuvo que sobreponerse al terror que debe infundir un gorila macho de espalda plateada que, al ver invadido su territorio, puede cargar aparatosamente hacia los intrusos con sus 180 kg de peso. Además del trabajo primatológico, Diane Fossey emprendió una defensa cada vez más militante de los gorilas en contra de los cazadores furtivos, la cual se radicalizó cuando encontró a Digit muerto sin la cabeza y las manos, que eran usadas como souvenirs para turistas. En represalia por sus enfrentamientos y denuncias, en 1985 Diane Fossey fue asesinada brutalmente a los 53 años en su cabaña de la selva. Esta impresionante historia se relata en la película Gorilas en la niebla de 1988 dirigida por Michael Apted y con Sigourney Weaver en el papel de Fossey.

Gorilas en la niebla
Diane Fossey rodeada de gorilas en Ruanda hacia 1980.

Por su parte, a partir de 1960, Jane Goodall penetró en la selva del Parque Nacional de Gombe en Tanzania y tardó casi dos años en ser tolerada por la comunidad de chimpancés. Entre sus múltiples libros se puede destacar The Chimpanzees of Gombe, Patterns of Behavior (1986), un título etológico al destacar las pautas de comportamiento de la especie. En ese documento se relatan algunos descubrimientos célebres de su grupo, como la preparación y el uso de varas como herramientas para obtener y comer termitas; el papel del parentesco en la estructura social; la estrategia utilizada para modificar las jerarquías y la existencia de ciertas conductas que fueron llamadas proto-simbólicas o proto-religiosas, como ritos funerarios. La preparación y uso de herramientas se consideraba uno de los distintivos de la especie humana, por lo que el hallazgo fue extensamente comentado y analizado. Se propuso que lo más distintivo del humano no es la preparación de utensilios, sino su enseñanza, lo cual motivó una nueva serie de investigaciones sobre la cultura animal que comentaremos más adelante.

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Jane Goodall tomando notas de la conducta chimpancé en su medio natural hacia 1970 (Fuente:
https://www.filminquiry.com/interview-jane-goodall/).

En referencia a las conductas rituales, vale la pena mencionar que uno de los estudiantes de Goodall, que seguía a una tropa en su desplazamiento diario, observó cómo un chimpancé macho se despeñó accidentalmente y se mató. Dando muestras de gran agitación, la tropa interrumpió su desplazamiento habitual y los individuos se mantuvieron en el sitio del accidente y cerca del cadáver. Los parientes y allegados al muerto, se acercaban al cadáver de vez en cuando, lo miraban, lo tocaban y regresaban al grupo. Por otra parte, en las primeras lluvias se observó que los machos dominantes emprendían despliegues peculiares al golpear con ramas el suelo y moverse de manera rítmica y acompasada en una especie de “danza de la lluvia”. En una ocasión, un macho realizó los mismos movimientos rituales al encontrarse frente a una cascada. Otra conducta chimpancé con implicaciones simbólicas es la de señalar para llamar la atención de los compañeros sobre algo, pues en este acto aparentemente simple hay un objeto, una señal convencional y un sentido, los fundamentos del lenguaje.

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La chimpancé Zinda pescando termitas con una rama preparada por ella misma como herramienta. Introduce la vara en el termitario, aguarda a que se llene de termitas y luego las lleva a la boca. Previamente se pensaba que la prepración de herramientas era uno de los rasgos exclusivos del humano (Fuente: http://news.janegoodall.org/2017/06/26/recent-science-round-up/).

Otras conductas que se creían exclusivamente humanas fueron registradas por estas investigadoras y sus alumnos en los grandes simios. En varias de estas especies se documentó una evasión de la consanguinidad por emigración de miembros jóvenes de las tropas y porque ocurren escasas o nulas cópulas entre madre e hijo, una forma primitiva del tabú de incesto. Por otro lado las relaciones de parentesco se mostraron fundamentales para la vida en grupo, expresadas por asociaciones de por vida conformadas por una madre y su progenie, es decir por matrilíneas. Existe un reconocimiento de parentesco y de jerarquía que se manifiesta en la dirección preferencial de las conductas afiliativas y agresivas. Más aún: se desarrollan estrategias sutiles para ganar en jerarquía, pues esto permite el acceso preferente al alimento, a la cópula o a los sitios más seguros y cómodos. El aseo social no sólo cumple una función de limpieza sino de afiliación y establecimiento de lazos entre los individuos.  Entre los hallazgos de otros etólogos sobre las estrategias sociales de los simios destaca el llamado “engaño táctico” que ocurre cuando un individuo emite una conducta estratégica que evoca una respuesta que favorece al emisor.

investigación
Gorila macho adulto de espalda plateada, señal de dominancia (Foto: Wikimedia).

Podemos concluir afirmando que la evolución de grupos sociales y coherentes de primates requirió el surgimiento de conductas y coaliciones sociales elaboradas, con sus fundamentos cognitivos y cerebrales, lo cual impulsó el crecimiento del cerebro y, conjuntamente, la expansión de la inteligencia y la conciencia.

Los contenidos de la columna Mente y Cuerpo forman parte del próximo libro del autor. Copyright © (Todos los Derechos Reservados).

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