El Fiscal Cliff, acuerdos de último minuto

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Este 2013 comenzó con un acuerdo de último minuto en Estados Unidos entre demócratas y republicanos para evitar el temido Fiscal Cliff o Abismo Fiscal.

Una serie de medidas automáticas de incremento de impuestos y reducción del gasto gubernamental y que entrarían en vigor a partir de enero con el objetivo de reducir el alto nivel de déficit fiscal y deuda pública (que ascienden a 8.2% y 70% del PIB, respectivamente).

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La deuda pública de Estados Unidos ha aumentado de forma dramática en los últimos 10 años, al pasar de 5.6 billones en el 2003 a 60 billones de dólares en el 2012*. Este alto nivel de endeudamiento tiene diversas repercusiones, desde la reducción en los ahorros nacionales hasta un mayor consumo del presupuesto federal debido a un pago más alto de intereses sobre la deuda total, lo cual lleva a un incremento en los impuestos, o bien, una reducción de los servicios por parte del gobierno. De forma adicional, si se mantiene el alto nivel de deuda pública, las agencias calificadoras como Moody´s, S&P o Fitch pueden bajar nuevamente el rating de la deuda soberana, lo cual automáticamente presionaría las tasas de interés.

Por ello, nadie pone en duda la necesidad del gobierno de reducir sus niveles de endeudamiento. Pero la solución, si bien es clara, no es sencilla, y consiste en disminuir el nivel de gasto gubernamental, incrementar los ingresos a través de mayores impuestos a las personas y empresas, o una mezcla de ambas. Sin embargo, la errónea aplicación de estas variables puede tener un impacto más negativo que positivo: un recorte excesivo al gasto gubernamental puede llevar a una reducción en los servicios públicos que benefician a miles de familias, sobretodo en una economía frágil, mientras que un aumento sobrado en los impuestos puede repercutir en el gasto de los ciudadanos y de las empresas, afectando el crecimiento económico del país y haciendo más compleja y lenta la recuperación económica.

Y esa era una de las principales preocupaciones con respecto a los ajustes automáticos, pues eran tan drásticos que habrían afectado seriamente el crecimiento de la economía estadounidense en el corto y mediano plazo, en un momento en que la tasa de desempleo se mantiene en niveles preocupantes y con las tasas de interés en mínimos históricos y sin mucho margen de maniobra. Según la Oficina del Presupuesto del Congreso, la aplicación de los recortes tal y como estaban planeados llevaría a un crecimiento en el PIB, ya ajustado a la inflación, de tan sólo 0.5% en el 2013, en contraste con el 2% esperado sin las medidas.

Para evitar el Fiscal Cliff, era necesario que los políticos negociaran una serie de acciones para reducir el nivel de endeudamiento sin afectar el crecimiento económico de corto plazo. Los demócratas buscaban incrementar los ingresos a través de mayores impuestos, especialmente a los ricos, mientras que los republicanos pedían una mayor reducción en el gasto público.

A pesar de que el Fiscal Cliff estuvo en la agenda como uno de los puntos más importantes a lo largo de la segunda mitad del 2012, las negociaciones realmente no comenzaron sino hasta noviembre del mismo año, después de que Barack Obama fuera reelecto presidente de Estados Unidos.

Durante los dos últimos meses del 2012 se vio un fuerte forcejeo en el cual ninguno de los partidos quería ceder en su postura. La falta continua de acuerdos llevó a un mayor nerviosismo en los mercados financieros, mientras que una gran cantidad de analistas consideraba poco probable un acuerdo en el 2012.

El primero de enero de 2013, empero, se anunció la aprobación, tanto de la cámara de senadores (con mayoría demócrata) como de la cámara baja (con mayoría republicana), en el cual se logró extender los beneficios de desempleo, no aumentar los impuestos a la clase media y evitar los ajustes automáticos del gasto de manera generalizada, mientras que se aceptó incrementar los impuestos para los grupos con ingresos más altos.

Estos acuerdos evitan un impacto tan negativo en Estados Unidos, en donde, hasta ahora, las medidas anunciadas suponen un ajuste fiscal de un 1.5% en este año, con lo cual la economía podría crecer al 2% que estaba estimado para el 2013.

Sin embargo, no todo está resuelto…

Si bien la decisión de los legisladores estadounidenses consiguió evitar el temido Precipicio Fiscal, hay puntos que simplemente no se tocaron, como la decisión de la política de gasto público, el cual se negociará en febrero. En este sentido, se puede esperar que los republicanos presionen por lograr recortes importantes que podrían afectar áreas frágiles como la seguridad social, lo cual probablemente llevará a una nueva ronda de negociaciones entre ambos partidos, causando nueva incertidumbre y volatilidad en los mercados.

El otro tema es la ampliación del techo de endeudamiento del gobierno (el cual está por alcanzar límite legalmente permitido de 16.4 billones de dólares). Con un ajuste fiscal moderado como el que estamos viendo, tomará más tiempo para que los niveles deuda se estabilicen, lo cual crea una presión para revisar el esquema actual de endeudamiento permitido, con el objetivo de evitar una crisis recurrente en el corto plazo. Por ende, podemos esperar que en los próximos dos meses siga habiendo cierta incertidumbre mientras se logra una estrategia que permita reducir el nivel de déficit fiscal en el mediano y largo plazo y al mismo tiempo evitar una nueva crisis por el techo de endeudamiento.

*Es importante destacar que las cifras fueron traducidas de la nomenclatura anglosajona. Lo que para nosotros son mil millones, para los americanos es 1 billón (9 ceros). Lo que para ellos es 1 trillón, nosotros lo conocemos como 1 billón (con 12 ceros). Así, los 16.4 “trillion dollars”, convertido al español son 16.4 billones de dólares.

 

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