Transporte Público en la Megalópolis: Provocando el Caos

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No es posible que el llamado “Parque Vehicular” de la Ciudad de México siga creciendo indiscriminadamente y, por eso, es imprescindible mejorar e incrementar el transporte público y complementarlo con novedosos sistemas de transporte privado, alternos al uso de automóviles privados de uso exclusivo, para entonces desincentivar el uso de dichos automóviles privados dentro de las zonas céntricas de la Ciudad.

Cuatro elementos se presentan actualmente para estar optimistas del necesario cambio que se avecina: primero, el relativo éxito del programa ECOBICI que ha materializado el cambio de mentalidad de los “millennials”, quienes procuran transportarse en bicicleta, el cual deberá evolucionar hacia las bicicletas eléctricas de uso público que faciliten la transportación individual a sitios más remotos o con pendientes; segundo, los sistemas de transporte privado, alternativo al servicio de taxis, que va evolucionando hacia viajes compartidos que los hacen más accesibles al usuario de recursos medios y que deberá evolucionar tanto hacia servicios de transporte colectivo de tipo privado y al uso compartido de vehículos para manejo individual; tercero, la reciente tendencia a flexibilizar los requerimientos de número mínimo de cajones de estacionamiento en las edificaciones de la Ciudad;  y cuarto, la controvertida Línea 7 del Metrobús que hará circular por nuestro emblemático Paseo de la Reforma flamantes autobuses urbanos rojos de doble piso.

Han llovido las críticas a estos nuevos modelos alternativos al transporte tradicional del automóvil individual que ya no aguanta. El hecho de que las calles peatonales, las ciclovías y los carriles confinados para los autobuses reduzcan dramáticamente los ya de por sí caóticos carriles vehiculares, y el hecho de que los edificios de la ciudad dejen de construir tantos cajones de estacionamiento y comiencen a convertirlos en departamentos, oficinas o locales comerciales, provocando insuficiencias que dificulten el estacionamiento de automóviles particulares, me parecen fantásticas noticias.

Este proceso pronto deberá complementarse con el cobro de costosos derechos para poder contar con un cajón de estacionamiento exclusivo en la vía pública, tanto en casa como en oficina, y aún para poder transitar en días de trabajo en las zonas céntricas de la ciudad, conocido en ciudades anglosajonas como el congestion charge, dinero que se le cobra automáticamente a los automovilistas para tener derecho a “gozar” del pesado tráfico de la Ciudad.

De eso se trata: de brindar alternativas eficientes, seguras y baratas que obliguen a los conductores a dejar su automóvil en casa y reservarlo para los fines de semana y los viajes a lo largo y ancho del país. Ello tendrá que suceder en unos meses, cuando para ir del Auditorio Nacional a la Villa de Guadalupe, pague $10 pesos y tarde 40 minutos en llegar, sentado en un espléndido autobús último modelo, con aire acondicionado, accesible a personas con discapacidad y con cámaras de seguridad conectadas en tiempo real con las autoridades de la Ciudad, sin tener que esperar de un camión a otro mas de 5 minutos.

La alternativa que tendremos entonces, será irnos a la Villa en nuestro coche, por sólo dos carriles atiborrados de vehículos, tardando quizá más de una hora, pagando los $300 pesos de derecho de congestionamiento que sugiero, enfrentando problemas para encontrar un caro estacionamiento, sin contar los gastos vinculados con la propiedad de un vehículo: tenencia, seguro, etc.

La oportunidad que hoy día se nos presenta es que la tan traída y tan llevada Línea 7 del  Metrobús sea el detonador de este cambio cultural que la ciudad tanto necesita, que impacte de tal manera, que invirtamos nuevamente en la ampliación del metro, convirtamos las principales arterias de la ciudad en carriles confinados para autobuses de primer mundo y que terminemos con todos los monopolios del transporte, permitiendo el florecimiento de servicios de transporte público, tanto de aquellos financiados por el sector público, como de los que son financiados por el sector privado.

Se trata de convertir la Ciudad de México en una ciudad más igualitaria, en la que convivan los diversos sectores sociales y compartan los espacios públicos en beneficio de todos. Por más que los mexicanos nos sintamos excepcionales, somos como cualquier otra sociedad que legítimamente puede y debe aspirar a funcionar como Londres o Toronto, donde lo mismo que un jardinero y un albañil, un Lord y un broker, llegan a trabajar en su Double-decker Bus.

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Columba

Totamente de acuerdo, siempre y cuando mejore la calidad del transporte público, especialmente autobuses y además, regulen su forma de circular. Imprescindible construir paradas.

Antonio Prida

De acuerdo con tu comentario, Columba

Carlos Romanos

Muy acertado tu artículo que confiemos active la voluntad de las autoridades para acabar con los actuales monopolios en el transporte público, ya sean taxis o autobuses, y se adopten soluciones como las qué propones.
Un abrazo

Antonio Prida

Agradezco tu comentario, estimado Carlos. Muy pronto habremos de ver el resultado del uso en México del Double-decker Bus que tanto éxito ha tenido en el mundo. Estoy cierto de que será bueno aunque no exento de dificultades.

Jesus Franco

Me encantó esa parte de que los mexicanos aunque nos sintamos “especiales” (pero en sentido negativo), no tenemos porque aspirar a menos que Toronto, Londres, etc. Efectivamente, todo empieza porque no estemos ya dispuestos a soportar más de lo mismo o creer que solo quejándonos papá gobierno nos debe dar lo que le exigimos.

En cuanto al programa ecobici sí está muy padre, pero limitadísimo a dos delegaciones. Se duermen en sus laureles las autoridades capitalinas.

Antonio Prida

En efecto el motor para el cambio está en la sociedad civil organizada,

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