Cuándo se institucionalizó la corrupción en México

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La frase que a continuación se incluye es aplicable a un gran número de funcionarios y representantes del pueblo en nuestro país: “Todo lo que necesitas para tener éxito es ignorancia y confianza” (Mark Twain).

Siendo México un país con enormes recursos materiales, una posición geográfica verdaderamente estratégica y numerosas ventajas comparativas, resulta sorprendente el bajo nivel de desarrollo económico logrado a lo largo del Siglo XX y principios del XXI.

Sin duda, un elemento fundamental en ese negativo proceso lo constituye la tradicional baja competitividad de nuestro marco sistémico que, de acuerdo con el Foro Económico Mundial, es originado por la pésima calidad de las instituciones públicas mexicanas, la poca confianza que hay en sus autoridades y a la pesada tramitología que aqueja a nuestro sistema, lo que se manifiesta en la incapacidad de definir una estrategia y políticas públicas realistas que permitan generar riqueza en función del crecimiento de la población.

  • 1999

El Maestro Carlos Ramírez, en su artículo publicado el 13 de Agosto de 2017, en su prestigiada revista Indicador Político, hace referencia a una reunión de Plutarco Elías Calles con un grupo de generales de los tres grados —brigadieres, de brigada y divisionarios— el 5 de septiembre de 1928 y, sin duda, esta reunión fue el origen del problema más grande que México padece actualmente, pues, en ella se culminó un proceso iniciado en 1920, en el que la corrupción se constituyó en parte básica y esencial de los usos y costumbres de la Administración Pública Mexicana prohijada por Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles (su pelele) y Joaquín Amaro (su perro de presa), tres individuos que establecieron las sólidas bases de un régimen que, durante su existencia, mayormente se ha significado por la simulación y la corrupción, con lo cual crearon un pésimo estereotipo del funcionario de la burocracia mexicana.

La base de este sistema fue una serie de concesiones regionales, sectoriales y familiares, la creación de monopolios, las componendas y las cuotas de poder que mucho han dañado al desarrollo de nuestro país. Calles señalaba que había terminado la era de los caudillos y comenzaba la de las instituciones; lo malo de su frase “célebre” fue no decir que se pasaba de la era de los caudillos corruptos a la de las instituciones corruptas que hoy padecemos en todo su esplendor.

Especial referencia hay que hacer de Joaquín Amaro, pues sus características de asesino, corrupto, ignorante y persona carente de principios y valores, crearon una imagen que durante largo tiempo se le atribuyó de forma genérica e injustamente a los efectivos del Ejército Nacional Mexicano, sin que a la fecha haya sido posible eliminar esa percepción, totalmente.

Lo peor es que las lacras, vicios e incompetencias de Amaro se tradujeron en una mediocre gestión al frente de la Secretaría de Guerra y Marina, lo que provocó una enorme mediatización en la evolución del Instituto Armado pues, por su pésima gestión administrativa, el Instituto Armado no pudo cumplir con su función sustantiva, económica ni social, y eso le impidió convertirse en una Secretaría de Vanguardia que, además de alfabetizar a sus efectivos y formar buenos soldados, capacitara a todos sus elementos con el aprendizaje de un oficio, a fin de que, aquellos que se reintegraran a la vida civil, pudieran desarrollar una actividad que les permitiera obtener ingresos honestamente, en un nivel adecuado y aportar sus conocimientos y experiencias para fortalecer a la planta productiva nacional al haberse convertido en mano de obra capacitada y calificada, certificada por la Secretaria de Guerra y Marina, como había propuesto el General Arnulfo R. Gómez  en el Programa de Alfabetización y Capacitación en Oficios, diseñado para implementar en el periodo 1924/1928, mismo que formaba parte de su propuesta para el desarrollo integral del Ejército Mexicano, que incluyó en su libro El Centinela, en 1924.

Otro elemento que el General Gómez incluyó en su propuesta de capacitación dentro del Instituto Armado, fue la necesidad de reformar el sistema de enseñanza vigente que estaba basado en un esquema de repetición y memorización. Así, propuso que en el nuevo sistema educativo dentro del Ejército Nacional, más que buscar la aglomeración de conocimientos diversos, se debe procurar desarrollar las facultades intelectuales por un verdadero espíritu de análisis mental.

La ignorancia y conducta de Amaro generó un gran repudio hacia su persona en gran parte de los militares que se vieron sumidos en ese proceso de deterioro del Instituto Armado. Los estudiosos y altos mandos del Ejército Nacional, conocedores y sufridores de esta realidad señalan a su gestión como un negro, decadente y humillante periodo de la Historia Militar de México.

A pesar de todas estas irregularidades, su conducta delictuosa y su decisiva incidencia en la mediatización y negativo desarrollo del Instituto Armado, la “Doctrina Militar”, por el dogma establecido por el mismo Amaro y sus corifeos, señala erróneamente a Amaro como “Forjador del Ejército Nacional”.

También hay que recordar que Álvaro Obregón, durante su gestión como Presidente de la República entre 1920 y 1924, se ganó la reputación de egocéntrico, megalómano, frívolo, ambicioso, corrupto, perverso, traicionero y asesino, y con gran cinismo, en declaraciones sobre “su honestidad”, el elemento que él consideraba fundamental y ponderaba para ser Presidente por segunda ocasión, era que sería mejor Presidente porque sólo tenía una mano y así no podía robar mucho, convirtiéndose en el pésimo ejemplo histórico de una larga serie de “personajes” que han abusado de su posición para enriquecerse.

No contento con lo que Obregón se había llevado como Presidente durante su Administración, se propuso la concesión de una pensión vitalicia de 20,000 pesos anuales para aquel ciudadano mexicano que hubiera sido Presidente de la República, y que ahora seguimos pagándole a algunos expresidentes, así como también seguimos pagando los resultados de su ambición, pues, para ser reconocido como Presidente de la República por el Gobierno de Estados Unidos, Obregón firmó los Tratados de Bucareli, a través de los cuales aceptó imposiciones lesivas para nuestro país, entre las que se incluyó el compromiso de México para no fabricar armas y no construir aeroplanos, lo que dañó a un sector que había tenido un importante desarrollo, pues ya en el año de 1917, se había iniciado exitosamente esta industria, y se construyeron 50 aviones de caza ligeros con partes totalmente mexicanas, incluyendo la Hélice Anáhuac, cuyo diseño en madera permitió romper récords de altura, pero que debido a esos Tratados de Bucareli, México dejó de fabricar y, paradójicamente, los japoneses la produjeron y utilizaron durante la II Guerra Mundial en sus aviones, en combates contra el Heroico Escuadrón 201, debiendo señalar que el Ejército Alemán también la utilizó, pero en acero.

Con esta conducta aberrante y el entreguismo de Obregón, que constituye una verdadera traición a la Patria, por lo que debió haber sido juzgado, se canceló la decisión estratégica que el Presidente Venustiano Carranza había tomado de crear una industria militar nacional que hiciera autosuficiente al país, no sólo en armas y equipo bélico sino también en ropa, calzado y otro equipo militar producido por  la Industria Militar.

Por eso, la Plataforma Política del Partido Nacional Antirreeleccionista, publicada el 23 de Junio de 1927 y enarbolada por el General Arnulfo R. Gómez durante su campaña como Candidato a la Presidencia, incluía numerosas ideas de vanguardia que hablaban del deseo y posibilidad  de desarrollar un verdadero proyecto de país, haciendo especial referencia a evitar el reeleccionismo, a la Inmediata y enérgica acción moralizadora en la Administración Pública mediante la aplicación inflexible de la Ley de Responsabilidades a los funcionarios y empleados que falten al cumplimento de sus deberes; pero mucho más importante es que el General Gómez también previó la lucha contra la corrupción de una forma preventiva, proponiendo la creación del Servicio Civil.

Arnulfo R Gómez

A través de esta Reforma se pretendía eliminar la burocracia redundante, mediante la reducción de personal excesivo. Con esto, se buscaba el aumento sustancial de sueldos para tener personal bien pagado y capacitado; creación de un riguroso escalafón para los ascensos; comprobación de la idoneidad necesaria para el desempeño de los puestos públicos y la eliminación absoluta de la influencia oficial para ocupar un puesto, entre otros, con el objetivo final de lograr una administración pública eficiente, profesional, especializada y bien pagada exenta de actos de corrupción.

Conviene señalar que, por el fortalecimiento de los vicios, usos y costumbres puestos de moda por Obregón, Calles y Amaro, los múltiples mecanismos que se han adoptado para “combatir” la corrupción en México han fracasado, incluyendo la Contaduría Mayor de Hacienda y la Secretaría de la Contraloría, entre otros, motivo por el cual se continúa con la búsqueda de soluciones a este grave problema y, en la instancia más reciente, se ha recurrido a crear el Sistema Nacional Anticorrupción, cuya implementación no se ha logrado hasta la fecha.

A continuación, se incluye un cuadro comparativo de la evolución del Índice de la corrupción entre México y Ruanda, elaborado con datos de la Organización para la Transparencia Internacional, lo que nos muestra que en otros países sí se ha podido combatir la corrupción, contrariamente a lo que ha sucedido en México, por lo tradicional y las hondas raíces que esta conducta ilegal y modus vivendi de numerosos funcionarios públicos han generado a partir de 1920.

Índice de corrupción

 

Lo más trágico es que en los 12 años más recientes, México incrementó su clasificación y su mala fama como país corrupto en 58 puntos, en tanto que Ruanda, en los últimos 10 años, redujo su posición en 71 puntos.

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