Atraer públicos

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El drama divide a los museos, o padecen a las hordas que abarrotan las salas para hacer un selfie con La Gioconda, o tienen las salas vacías y los guardias dormidos en una esquina. Es una constante, los museos con Obras Maestras, que contiene esa muestra de lo extraordinario, atraen millones de personas que toman la foto para constatar que ellos lo presenciaron. Los museos que exponen “el nuevo paradigma del arte” se ven obligados a escandalizar o ser extremos en el morbo para llamar la atención del público por unos días. La gran misión ahora no es montar exposiciones, es “atraer públicos” como si fueran un negocio que debe subir las ventas, y por supuesto, la gran estrategia es sacar el arte del museo.

La misión imposible la llevan a cabo los genios del marketing de la mediocridad que son los curadores; en su desprecio por el público asumen que necesitan entretenimiento, no arte, implementan actividades, que llaman “activaciones” para despertar el interés de la manera más elemental, desde cursos de cómo hacer memes, de baile, cocina, karaoke, lo que sea, menos pintura, escultura o gráfica. Los artistas buscando espacios en dónde mostrar sus obras, sin oportunidades de hacer exposiciones, los rechazan sin argumentos, y los curadores destinan las salas del museo como guarderías de la ociosidad. Los museos están vacíos, es un hecho que las exposiciones de montículos de tierra y vasos de plástico no aportan taquilla, entonces, o aceptan que la mediocridad les cuesta demasiado o le cambian el giro o “la misión” a los museos.

Selfie museos.
Fotografía: BBC.

En el rubro del entretenimiento no pueden competir, estamos en el siglo de la evasión, lo que un museo ofrezca se va a quedar atrás de cualquier casino o antro. “Atraer públicos” despreciando la inteligencia y las necesidades de ese público condena el museo al fracaso, los curadores asumen que, si a ellos no les interesa el arte, al público le interesa menos aún. En su megalomanía, creen que todo visitante es ignorante, por eso buscan el atractivo en actividades que no impliquen, según ellos, un esfuerzo intelectual. Detrás de estas decisiones, es evidente que las actividades les permiten bloquear la entrada al arte, a los artistas y aparentar que el museo tiene más movilidad.

La sociedad necesita ver arte, conocer lo que los artistas están trabajando, sus propuestas y preocupaciones, y los responsables de los museos que niegan este derecho aplican un autoritarismo que promueve la ignorancia y la apatía hacia el arte. Los curadores no son los cadeneros del museo, que deciden quién entra o no entra, deberían ser un puente entre el arte y la sociedad, no están cumpliendo ese papel, al contrario, son un obstáculo. Los museos seguirán perdiendo público mientras no ofrezcan buenas exposiciones y las cambien por malas actividades, la educación y la contemplación del arte son diferentes al entretenimiento, a un museo no vamos a “pasar el tiempo”. La fórmula es simple: más arte, más público.

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