La ficción de México y la industria de la T.V. mundial

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Para el último cuarto del siglo XX, México pudo presumir de una de las televisiones con mayor capacidad de producción del mundo. Esa televisión ineludiblemente era Televisa con un producto estrella por delante: la telenovela, el único formato de ficción inventado por los latinoamericanos. Heredera de los vestigios de la época de oro del cine nacional y emergida en paralelo con un régimen que, con relativa estabilidad política, le permitió consolidar una industria sin parangón, que hoy ha extraviado el rumbo.

Las nuevas corrientes del océano y la brújula perdida

Con cada incesante estreno de serie o telenovela en el mundo, se va difuminando el brillo de aquella gloria. El diario ABC reportaba para 2016 tan sólo en Estados Unidos, 42 series de estreno en sus canales abiertos, 157 en total con los canales de paga, que suman 445 con los lanzamientos de las plataformas OTT (Over The Top), y las que ya estaban en emisión. Quien piense que la telenovela está extinta, es porque habla desde su burbuja.

Aquel viejo orgullo mexicano es vapuleado sin remedio por cada innovación tecnológica, frente a un país que sólo la asimila en la forma; con los mayores alcances de producción (incluso de nuevos jugadores), versus el abaratamiento absurdo de la pantalla nacional; la extraordinaria diversidad temática frente a la cansina reiteración; la audacia dramatúrgica frente a una industria que desprecia sistemáticamente la invención creativa y permitió que el volumen maquilador la devorara; así como de un alcance artístico de la otrora “caja idiota” que ahora rivaliza sin desdoro con el cine. Si algo ha demostrado la nueva era, es que la televisión puede ser inteligente pero en México algunos todavía no se enteran.

Cuando los mexicanos hicieron del video tape el soporte tecnológico de la telenovela (frente al costoso estándar del serial prime de Estados Unidos), atinaron visionariamente a dotarle de identidad propia como producto cultural de consumo y abrieron un mercado alterno a la oferta hollywoodense, ganando una posición relevante en el tablero internacional. El modelo mexicano fue digno de emularse.

Para los primeros dosmiles, Variety reportaba las exportaciones (sólo) de Televisa en 350 millones de dólares (mdd) frente a los 2 mil de Disney. Era el síntoma de los levantones de ceja de los vecinos del norte. Presúmase el costo de un capítulo allá frente a la factura mexicana y, por ende, sus márgenes de utilidad. Ello matiza las diferencias globales.

En 2012 la revista publicaba que los ingresos de la mexicana por contenido eran de 550 mdd aunque la suerte cambiaría. Las fechas coinciden con el surgimiento de la nueva Telemundo, ya como brazo de NBC-Universal, y que a base de pruebas e inversiones sustanciosas, es hoy el fuerte rival de Univisión, en plena fusión de facto con Televisa.

http://variety.com/2012/tv/news/televisa-sets-sights-on-u-s-market-1118057436/

La telenovela resultó un dramático atractivamente rentable para televisiones de naciones en desarrollo; en lo programático, dio relativa certidumbre en ratings y volumen de producción; en lo cultural, un producto más cercano para países hispanófonos al tiempo que exótico allende el continente americano. Su estilo visual y su formato de producción crearon “LA fórmula” como modelo industrial. Uno que debía evolucionar pero que tras la bonanza exportadora y una supremacía local aparentemente asegurada (en el contexto de un monopolio), se estancó deliberadamente. Y el futuro nos rebasó.

El valor creativo y la reconversión del modelo

La gran variable que sacude el statu quo de la comunicación y el entretenimiento mundial es el internet, como antes lo fue la televisión abierta para la prensa escrita, la radio y el cine. El nuevo paradigma obliga a los tradicionales jugadores a competir en un escenario para el cual (al menos en México) no se prepararon realmente como el detonado por las plataformas OTT, que si bien exige tecnología y volumen en el contenido, es el valor creativo y la calidad, lo que resignifica el contenido original en la dinámica.

La repercusión de la oferta en un mercado feroz, exige inversiones transnacionales otrora impensables que colisionan con economías internas como la de México, de márgenes de crecimiento mediocres que no catalizan aumentos significativos en su inversión publicitaria (condición sine qua non de la producción de ficción), en medio de una oferta que fragmenta cada vez más tanto la inversión como la atención de las audiencias.

Si una productora global con la tradición, la capacidad y el portafolio de marcas como Disney, tiene que robustecer su maquinaria adquiriendo la artillería de los Estudios Fox para competir en solitario con el poder insólito de Netflix en el streaming, implica entonces un desafío para marcas como Televisa, TV Azteca o la incipiente Imagen TV.

entretenimiento

¿Qué tanto jugamos en el mercado internacional?

En febrero pasado, Televisa ponderaba en prensa su inversión de 150 mdd en contenido que incluye el Mundial de Fútbol Rusia 2018 y las elecciones de julio. Si consideramos que Dopamine, la nueva filial de TV Azteca lanzada en octubre de 2017 (separada con especial énfasis de su dirección de contenidos), arranca con 200 mdd para series Premium de corta duración, el brillo de la empresa más grande medios en español no lustra como promete. Suponemos que será diferente con TAO (Televisa Alternative Originals), la nueva alianza con Amazon, intentando dejar atrás los resabios de Blim.

Las industrias culturales y de contenido de la actualidad en un entorno globalizador no sólo son receptoras o emisoras; influencian y son influenciadas. La Casa Blanca de Obama les llamaba “el softpower”. De su organización y visión depende si aprovechan asumir la vanguardia de la dinámica. Por lo pronto la nuestra, va en rezago.

Aun sumando las inversiones de las tres cadenas más importantes de México, consideremos que para contenido original durante 2018, Amazon invertirá unos 4,500 mdd; Hulu, 2,500 mdd; Netflix, la punta de lanza actual, lo hará por más de 7 mil mdd. Todas con estrategias de producción y distribución panregionales y globales, por ende, con influencia directa en nuestro mercado. Eso lo cambia todo. ¿Jugamos?

Hay salidas, pero dependen de una abierta, profunda y correcta relectura histórica de la industria nacional tanto como de su contexto geopolítico para apuntalar liderazgos con altura de miras de gran energía y con vocación de reconocer en la práctica la imperiosa necesidad de abrir el círculo (verdaderamente) para reinventarse. Quien sea capaz de adoptar valores hasta hoy subestimados y generar contextos propicios, se permitirá sembrar en tierra nueva para desechar la tóxica y árida que persiste.

Adelantemos dos de esos valores: la propiedad intelectual (derechos de autor) y el inseparable valor creativo que propongo para la siguiente edición.

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Jorge Tinajero

Es un reportaje amplio de gran análisis y que debe de tomarse en cuenta pues de ello depende una economía muy importante, la del entretenimiento multimillonario.

Paco Chapa

Muy Interesante, conocer ésta información que muestra la situación actual de la industria de la Televisión a nivel global.

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