Historias sobre adversidad y resiliencia

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Hace un par de años visitamos diferentes hogares de niños que viven en extrema pobreza y en situaciones de violencia en la zona conurbada de Guadalajara. Recuerdo adentrarme en esa selva de tierra detrás del Cerro del Cuatro. Recuerdo ver casas “ricas” de ladrillo; “pobres” de cartón y lámina. Éramos conducidos por un niño de escasos diez años. Pasando una calle nos dijo: “ahí ayer se ahorcó mi primo”. Sentí un escalofrío y una incapacidad de hacer interlocución. A él le parecía doloroso pero no era la primera vez que experimentaba crueldad. La líder de campo, una mujer joven y experimentada, mediaba entre esa realidad y lo que debíamos conocer. Ella quería mostrarnos cómo Mayama, la fundación, es capaz de revertir ese tejido social y transformarlo. Llegar a la casa del niño fue penetrar más en la desolación. Su padrastro arreglaba una plancha, la casa no tenía luz, ni agua, pero quizás arreglaba el electrodoméstico para venderlo. El hombre, cauteloso y desconfiado, se refugió en su tarea. Una mujer y una niña más pequeña se acercaron a saludarnos. Eran la madre y la hermana de nuestro guía. Nos llevaron al otro extremo de la casa de lámina el hombre permanecía a lo lejos. Cuando pregunté por qué no lo incluimos en la dinámica me explicaron que no era oportuno. Conocimos a una familia que había sido sacada de la zona en donde la fundación estaba impactando. La razón era simple: el niño ya no acudirá a sus clases porque su madre se vio obligada a seguir a su pareja que huía de una rencilla de barrio. Lo amenazaron de muerte. Javier, el beneficiario de Mayama, no podría ser llevado a recibir atención psicológica, a aprender con arte, a ser alfabetizado emocionalmente; su madre tampoco recibiría el apoyo simplemente porque acudir al centro era acercarse a la zona de amenaza. Su madre eligió seguir a su pareja y tal vez sacrificó una vía para el crecimiento y la libertad de sus hijos o simplemente salvó sus vidas.

Pero, la postura del externo puede ser simple. El juicio dispara sentencias hirientes: “qué pendeja”, “qué ignorante”. Lo difícil es comprender su situación, su contexto, y reconocer su decisión. Nos explicaron: “ella apenas comenzó la rehabilitación de su núcleo familiar. Nuestro proceso dura 5 años, están viendo a alguien que inicia el ciclo. Hay muchos a quienes, primero, debemos de determinar si los podemos ayudar”.

Ese mismo día recorrimos otros núcleos familiares. Las historias de transformación sólo podrían ser comparadas con una conversión antikafkiana. Mayama ayuda a que personas que llevan una vida de exclusión y desolación pasen a ver la luz, a sentir, pensar, creer y poder; pasan de un futuro sentenciado por su contexto a percibir que en sus manos está transformarlo. Mayama los dota dándoles un aliento de vida, su símbolo es el de una mariposa. Capullo, crisálida mariposa. No hay mejor síntesis. Pasan de una visión apocalíptica a un futuro con dignidad humana. Impulsora de la resiliencia, Mayama es una semilla que hay que sembrar en muchas tierras heridas mexicanas. Con una metodología propia de cinco pasos escalan a que los niños y sus familias puedan superar contextos de violencia, pobreza y marginación.

Mayama

Algunas instituciones especializadas en el desarrollo infantil como el Center for Developing Child trazan la importancia de las experiencias positivas y de cuidado en la construcción de los niños en la primera infancia. El cerebro va tejiéndose por experiencias positivas y negativas, pero la suma de las experiencias es la base de su fortaleza. A mayor carencia afectiva menor posibilidad de que las experiencias negativas sean reforzadas o sanadas con el amor del cuidador. El cerebro que no lo recibe acentúa las condiciones de estrés y segrega más cortisona. Esa ecuación es muy mala. El impacto de la cortisona en la arquitectura cerebral tiene profundas secuelas emocionales, sociales y cognitivas. Los primeros años de vida son fundamentales para dotar al cerebro de la capacidad de ser resiliente, que no es otra cosa que tener la habilidad de superar adversidades.

Boris Cyrulnik, el psiquiatra y psicólogo francés, nos ha recordado a través de su vida y obra la posibilidad humana para luchar con la adversidad. Boris da esperanza a la niñez, a la adolescencia  y a la adultez. Para él la cicatrices pueden ser curadas. Nos dice “el palimpsesto que despierta las huellas del pasado hace resurgir los hechos que se creían olvidados. Nunca conseguimos eliminar del todo los problemas, siempre queda una huella, pero se les puede dar otra vida, más soportable y en ocasiones incluso hermosa y dotada de sentido”.

Niños y grandes son resilientes cuando se rodean de cuidado y atención, el tiempo es su aliado. ¿Podrán los barrios, las ciudades y los países serlo? Hay muestras gratas desde la acupuntura urbana. Aquí me gustaría hablar de un modelo, que apareció en una charla de sobremesa con uno de mis hermanos: la UACM. En las conversaciones  políticas, en los chats y en artículos es común escuchar la crítica, basada en la excelencia educativa, de un modelo que acepta a quien sea, sin examen de admisión.  La Universidad de la Ciudad de México es una oferta basada en un principio: la educación es un derecho. Como tal todo mundo puede acceder. Alejada del principio de condición como elección, estipula la igualdad de posibilidades. Se olvida de la competitividad.

La doctora Erika Araiza, profesora de esa universidad, me cuenta cómo una de las misiones del plantel Tezonco es hacer que la comunidad aledaña vea a la universidad como un futuro posible. Las personas que habitan los barrios cercanos son invitadas a co-crear soluciones de sanación social. El ascenso social se olvida de pruebas y exámenes. La teibolera, el barrendero, el niño que pasó de panzazo la escuela, todos ellos, encuentran un espacio en donde se brinda la posibilidad de rehacer su futuro. La resiliencia social es posible pero debemos entender las condiciones y los contextos. No todo en educación es examen ni dieces ni evaluaciones. Muchas de las soluciones educativas que se plantean no atienden causas para curar las heridas sociales y las realidades de nuestro país. Prefiero cuidado, atención y entendimiento a pizarras digitales, aulas virtuales, “excelencia” educativa y evaluaciones equitativas en contextos disímiles. Nuestra niñez y juventud, los millones de mexicanos en pobreza, si son medidos a través del mérito, serán excluidos nuevamente.  Mientras no comprendamos que vivimos en un México de múltiples realidades y pensemos sólo desde nuestro nicho privilegiado de excelencia, la única base del ascenso social, la educación, seguirá estando en manos de pocos. Debemos abrir el diálogo para fundamentar la resiliencia social.

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Luis Bosch rico

Me impacto, tan lejos y tan cerca de la realidad

Luis Bosch rico

Muy interesante .

Elisa Gaona

Excelente artículo que recupera la posibilidad de incluir a los muchos Méxicos de manera real

Alejandra pena

Excelente artículo de la realidad. Los que están en el contexto, los que hacen algo por modificar ese contexto, los que investigan el contexto y los que escriben de esa experiencia del contexto. Serán muchas realidades paralelas? Cuando se cruzan y se tocan sin duda dejan una profunda huella. Felicidades

Gabriel León Barragán

Gracias David por colocar, enmedio de esta coyuntura electoral, elementos para entender mejor los diversos Mexicos (sí es correcto decirlo así) y poder tomar mejores decisiones como ciudadanos. La importancia de hablar, más que de exclusión social, de inclusión social desigual. Porque al nombrar conceptos como exclusión o marginación contribuimos y legitimamos esta condición que viven millones de personas en México. Efectivamente los derechos no pueden ni deben ser condicionados, tampoco deben ser vistos como dádivas de las clases polititicas o privilegiadas. Te agradezco la manera empatica en como planteas este proceso de toma de decisiones de las familias y las personas en estas circunstancias. Abona a la reflexión-acción de una sociedad polarizada y paralizada por el constante bombardeo de datos y anécdotas acriticas.

marisol

Donde se demuestra que la com-pasión (no la lástima) es un instrumento para el buen gobierno. Hay demasiados niños y jóvenes inteligentes pero que no funcionan en el formato tradicional de las escuelas en México, son excluidos y marginados. Muchas gracias Sr. Rettig por sacar a la luz uno de las mejores soluciones para el progreso de los mexicanos: el acceso a una educación digna y de alta calidad para todos. No importa cuánto se gaste -a menudo sin empatía ni ética- sino cómo se gaste, con la puerta abierta a todo aquel que requiera o busque educación.

Gaëlle Bosch

Me da gusto conocer por tu escrito la generosidad de una institución educativa desligada de la voracidad de méritos medibles y estandarizados que deshumanizan el proceso educativo. Más que transmitir conocimientos, quiero pensar que lo que se busca es generar la capacidad de pensar, base prim

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