El contexto de la hostilidad comercial en el mundo

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Más allá de los retos, las disyuntivas y toda la incertidumbre alrededor del proceso de transición política que hoy vivimos en México, no debemos perder de vista el desarrollo de dos dinámicas que están generando una gran inestabilidad en la economía internacional. Nos atañen directamente, máxime por sus potenciales efectos disruptivos.

Éste es el caso, sin duda, del escenario de guerra o al menos de intensa hostilidad en el comercio internacional. Preocupante por sí misma, y más aún por el momento en el que se da: en paralelo a la otra dinámica a la que aludimos: el nerviosismo en los mercados financieros en torno a un eventual cambio de ciclo en la economía estadounidense, lo mismo que en la mundial.

Al margen de que en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte se superó una difícil prueba, con el resguardo del acceso al principal mercado de nuestro país, se recrudece el riesgo de que la economía mundial presente condiciones muy diferentes a las prevalecientes desde el fin de la crisis del 2008. La posibilidad de pasar de uno de los ciclos de crecimiento más largos, al menos en el caso de la historia estadounidense, a un escenario de mayor costo del dinero y menor crecimiento.

A los problemas que han enfrentado los mercados emergentes con un dólar alto y tasas de interés al alza se suma otra amenaza, con el petróleo rondando los 80 dólares por barril.

Por si fuera poco, estos procesos se dan en medio de un entorno internacional enrarecido por el avance de movimientos políticos de corte populista, demagógico o aislacionistas y nacionalistas, en el mejor de los casos, como acaba de alertar el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, en su Asamblea General.

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Foto: Edgar Su/Reuters.

Malos precedentes

El 24 de septiembre entró inició la nueva cauda de aranceles que se impusieron mutuamente Estados Unidos y China, y no hay signos de que habrá una próxima reconsideración al respecto. Todo lo contrario: hay indicios de que la disputa pudiera crecer, con una posición intransigente de parte de Estados Unidos y una China que afirma que no negociará bajo intimidación.

Recordemos que la nueva tanda de aranceles de Estados Unidos a China se da sobre importaciones por un valor de 200 mil millones de dólares y las represalias chinas lo hacen sobre 60 mil millones de dólares de exportaciones de su contraparte. Esto se suma a las tarifas recíprocas sobre bienes por un monto de 50 mil millones previamente este año.

Aplican lo mismo para electrodomésticos chinos que para gas natural licuado estadounidense. No es de extrañar la sacudida inmediata en los mercados. El gobierno de Trump ha amenazado expresamente con gravar el total de importaciones del gigante asiático, lo cual asciende a 517 mil millones de dólares, si la contraparte no se sienta a la mesa con voluntad de ceder a sus exigencias: desde mayor protección a la propiedad intelectual estadounidense a simple y llanamente bajar el déficit comercial.

De seguir así, puede haber severos trastornos en varios sectores y en encadenamientos productivos en los que México tiene intereses fundamentales. Esto sin duda demandará resiliencia y capacidad de adaptación para nuestros sectores y empresas involucrados.

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Foto: Reuters.

Tensión geopolítica

En tanto, la contaminación política en este conflicto es evidente y creciente, como causa y efecto de la disputa misma. Trump, alzando la voz de que va a defender con todo a los granjeros de su país de las estrategias de represalia y negociación de los chinos, no pareciera importarle que, a fin de cuentas, se trata de un problema para la agroindustria estadounidense creado por su misma política comercial.

Las negociaciones bilaterales están suspendidas desde el 22 de agosto, mientras se escala y complica el diferendo hasta el espinoso terreno geopolítico. Primero, Estados Unidos imponiendo sanciones financieras a las Fuerzas Armadas chinas por adquirir aviones de combate y sistemas de defensa aérea rusos; después, muestras contundentes de un acercamiento estratégico entre China y Rusia, tras el encuentro de Putin y Xi Jinping.

No está de más subrayar lo que dijo el canciller ruso tras las sanciones a China, en el sentido de que los estadounidenses debían “recordar que existe un concepto como la estabilidad global que están socavando”.

La disputa entre China y Estados Unidos, desde luego, no es el único frente en el que avanza el proteccionismo o una erosión de las dinámicas de apertura y complementariedad económica. Justo acabamos de ver el rechazo de la Unión Europea a la propuesta de “Brexit suave” de la Primera Ministra británica, con la que busca preservar el flujo comercial con el continente.

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Vladimir Putin, presidente de Rusia, y Xi Jinping, presidente de China, durante su encuentro en Vladivostok, Rusia (Foto: AFP).

Sin duda, tenemos ante nosotros un frente de incertidumbre y riesgo que no sólo exige seguimiento puntual, sino visión y planeación estratégica, por las amenazas, aunque también las oportunidades que implica para un país como México.

Lo primero es tener bien presente que, aún con todo el cúmulo de desafíos internos, no podemos abstraernos de lo que ocurre en el mundo; menos aún en un escenario convulso y de cambios disruptivos como el actual.

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