EL DESARROLLO ¿UN PROBLEMA ESTÉTICO O ECONÓMICO?

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La ciudad de México ha logrado sobrevivir a las marchas y plantones de la CNTE, a las peregrinaciones y fiestas patronales anuales, a las inundaciones por las lluvias torrenciales y a uno que otro temblorcito, a las batallas campales entre “anarquistas” y granaderos, a los conciertos de Luis Miguel y hasta los de One Direction, a las manifestaciones de López Obrador y las de los aficionados –los que aún quedan- del futbol nacional, en fin a un ingente diversidad y cantidad de exteriorizaciones y expresiones físicas y culturales que se suceden en su territorio y -después de la tormenta- sigue en pie y, como diría el clásico: “!Eppur, si muove!” (y sin embargo, se mueve!).

 

Acaso la ciudad de México o la ciudad de Moctezuma Xocoyotzin y Cuauhtémoc, de Hernán Cortés y Juan de O’donojú, de Agustín de Iturbide y Nicolás Bravo, de Benito Juárez y Maximiliano de Habsburgo, de Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas, de Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, o la de todos aquellos ciudadanos ejemplares que han dejado su imperecedera huella en la metrópoli actual, dotándole de su naturaleza única, su bipolar personalidad, su contrastante temperamento, su variada idiosincrasia, su incuestionable genio, su indomable temple y su modo particularísimo de ser, e insisto, ¿acaso esta maravillosa ciudad puede sobrevivir a un proyecto político –o a la falta de este- con rumbo indefinido, con una visión estratégica –o la falta de ella- que no garantiza la guía de las grandes acciones y obras necesarias para transitar hacia escenarios más equitativos, competitivos y sustentables y, por si le parece poco a usted esto, con la agraviante de encontrarse asediada por un sinnúmero de problemas, deficiencias y externalidades que han sido recientemente puestas en evidencia?

 

La emisión fallida y postergada, hasta lo inconfesable,del Programa General de Desarrollo –instrumento que debiera establecer como estrategia de salida y vía un diagnóstico detallado de la ciudad y sus componentes fundamentales, los ejes rectores de la política urbana integral, desde lo económico, lo social, lo administrativo hasta los aspectos del medio ambiente, la movilidad y el manejo que se hace de sus recursos y su energía-,pone en evidencia la impericia y/o incapacidad política actual y, por lo tanto, la carencia de un proyecto político concreto y contundente. En cambio –o a cambio- se nos muestra, cotidianamente, una administración que se la pasa respondiendo al día a día, al son de los rotativos y noticieros matutinos y vespertinos, dando respuestas erráticas y confusas a la nota y a los señalamientos recibidos del día anterior, enfocada a las urgencias y no a las previsiones y prospectivas.

 

Ante este panorama, y al grado de volverse ya algo–desafortunadamente- cotidiano, se empeñan en llenar los huecos del ausente proyecto político con sendos proyectos que difícilmente se pueden explicar y defender desde una visión de la integralidad de la ciudad: proyectos de parques de bolsillo –y al lado de esos proyectos de bolsillo, ‘áreas verdes’ y equipamientos públicos históricos en total abandono y deterioro o negociados con particulares para su aprovechamiento privado-, teleférico en Iztapalapa –y en cada lluvia torrencial el territorio de la Delegación se inunda-, nueva imagen para tarjetas de circulación –y miles de taxis piratas circulando y extorsionando a los ciudadanos-, archivo histórico de la Seduvi –que qué…¿cuál?, el de la corrupción institucionalizada o el de los certificados de derechos adquiridos inexplicables e insostenibles-, el aumento en las tarifas del transporte público y en particular la del Metro –y la falta de entendimiento de la interconectividad de recursos del sistema integral de movilidad de la ciudad-; entre un largo etcétera y un común denominador, que cada proyecto se piensa y desarrolla como un componente aislado e inconexo uno de otro, no sabemos para dónde se quiere que esta ciudad transite y se mueva, no sabemos hacia a dónde hay que jalar la carreta, y no lo sabemos porque se ha apostado a la indefinición, un gobierno que no tiene partido, que es indefinido y por tanto puede alegar liberalidad ante hechos de libertinaje, puede argumentar equidad ante situaciones inequitativas –sólo recordemos los presupuestos ejercidos al transito privado y el aumento a las tarifas del transporte público!- puede arroparse con la bandera de lo democrático beneficiando sólo –y solo!- a algunos, puede, cada día, sorprendernos con algo diferente, pues no le reza a ningún santo y eso –al menos así lo cree- le permite estar de cualquier lado y desde cualquier conjunto de coordenadas y categorías ideológicas y políticas: hemos pasado del histórico zóonpolitikón alNew Age Político(n)contemporáneo!

 

Ahora bien, en lo económico sabemos –por lo explicitado y lo implícito de sus ‘proyectos’: impuesto al alumbrado público y hasta del alumbrado público que no existe!- que la ciudad está endeudada, lo que nos lleva, una vez más al análisis del ejercicio político, a escudriñar en los aspectos de la política económica más básica, a tratar de entender cómo están asignando los recursos escasos en usos alternativos y, de esta forma, conocer si lograremos evitar la paradoja del Asno de Buridán–que muere al no saber decidir entre la satisfacción de dos necesidades básicas-; curiosamente los proyectos de izquierda previos al actual gobierno decidieron en qué gastar y también en qué malgastar los recursos de la ciudad y para su infortunio ninguno de ellos alcanzó su anhelado proyecto político:la Presidencia de la República; no lo logró Cuauhtémoc Cárdenas en tres oportunidades, después de ser el primer Jefe de Gobierno electo para el Distrito Federal; no lo logró Andrés Manuel López Obrador en dos ocasiones y que decir de Marcelo Ebrard que ni siquiera logró ser candidato; ah! pero eso sí, todos ellos apostaron por proyectos de gran envergadura y de largo alcance –y de grandes presupuestos de obra y de mantenimiento- para trascender políticamente, pero a la hora de las cuentas el último –o sea el actual- siempre tiene que apechugar y aguantar vara!…tú chitón, calladito te ves más bonito!, que para eso estás ahí.

 

Lo es cierto es que hoy la ciudad no tiene recursos y como siempre, tiene grandes desafíos y añejos problemas por resolver -basura, abasto, agua, drenaje, transporte público, equipamiento, empleo, salud, educación, vivienda, etc.-y todavía le cuesta despertar del sueño de haber tenido al “mejor alcalde del mundo”, de ser “la ciudad más segura del país” en medio de la guerra del narcotráfico, ser primer lugar en número de turistas, recibir alcaldes de todo el mundo, premios y felicitaciones. Seguimos en la necia y en lugar de invertir en resolver los problemas más relevantes e impulsar los encadenamientos productivos, económicos y de desarrollo de la base social de la ciudad, insistimos en adquirir –importar e implantar- proyectos internacionales ‘exitosos’ –muchos de ellos con un éxito perecedero, como el de Gangnam Style– y, nuestros políticos por desconocimiento, por omisión o acción no quieren ver –o no nos quieren mostrar- el alto costo que supondrá, en especial para la ciudadanía, afrontarante una crisis económica –o una recesión económica, para que nadie se altere!-, los excesos y excentricidades que los políticos materializaron en la ciudad en épocas de jauja y riqueza –embellecimiento de espacios públicos con altos costos de mantenimiento, ampliación del parque inmobiliario de los parques de bolsillo en vez de modernizar y mejorar los parques existentes, por poner sólo algunos casos vigentes-, porque al final, con crisis o sin ella,se tiene que mantener la infraestructura, se tiene que decidir a qué quitarle del presupuesto porque este ya no alcanza para todo y el resultado: se inventan nuevos impuestos o simplemente elevan los existentes, para hacerle frente a ‘los gastos más indispensables’, como lo supuso la adquisición pública de un inmueble para convertirse en la sede de una estatua retirada por rechazo social o la que supondrá la compra o expropiación acordada del parque Reforma Social –que, por cierto, esperemos que nuestras autoridades lo paguen a su valor real: área verde!-.

 

Es aquí dónde vale reflexionar sobre lo que es inversión, lo que es gasto y lo que es deuda para la ciudad, porque según a través de qué instrumento y en qué metas se ejerzan los recursos al final no resultan en lo mismo.No se puede decir que se gasta en educación, porque ese ejercicio presupuestal siempre será una inversión, no se puede decir que se gasta en salud, al ser esta una obligación del estado y un derecho constitucional de los individuos. ¿Se puede decir que se invierte en espacio público, por ejemplo?, si y sólo si, viene de la mano de una acción de presupuesto compartida con la inversión privada, si se logra a través de dicha regeneración urbana la reactivación económica de un sector, si generan empleos-y de qué tipo ¿eventuales y/o permanentes?-, pero sobretodo si el estado –representado por el gobierno en turno- logra rescatar las plusvalías generadas en esa actuación pública, garantizando de esta forma fortalecer la hacienda pública, acrecentar una bolsa dedicada a capital semilla para nuevos proyectos de regeneración y mejoramiento urbanos y, por supuesto, si logra integrar un criterio de autosuficiencia presupuestal operativa y de mantenimiento del nuevo sector urbano, para que no sea a través de los impuestos públicos que se tenga que realizar el mantenimiento a futuro del sitio –el costo, ejercido vía impuestos de la ciudad, para la limpieza del suelo de Plaza de la República o del corredor Madero es de 50 centavos por chicle!- sino de la propia actividad económica autogenerada.

 

No cabe duda que en tiempos de crisis-cuando la cobija se hace pequeña!- pagar deudas, no tener para invertir y tener que mantener grandes infraestructuras, saca a flote los “defectos” de la política pública del antecesor y demuchos de los proyectos otrora milagrosos.Curiosamente y en este sentido, el fin de semana próximo pasado,The New York Times, en la edición resumida que contiene el periódico Reforma en su entrega dominical, contenía un artículo digno de ser revisado –en particular por los chicos ‘toma decisiones’ de la ciudad de México- para inculcar una reflexión sobre la asignación del presupuesto público para la ejecución-de espectaculares, suntuosos e innecesarios- proyectos y obras urbanas –pensados, originalmente, como atractores turísticos- y que permita al gobierno de la ciudad definir, antes de implementar sus proyectos ‘políticos’, las categorías públicas y políticas de sus acciones, más ahora que parece estar de moda particularmente entre los Delegados –en especial de Iztapalapa y Benito Juárez- contratar los servicios de profesionistas y/o empresas españolas, despreciando de esta forma el talento nacional y chilango y negando la posibilidad de ejercer recursos como capital semilla para profesionistas y/o empresas mexicanas:

 

Deja descontento a su paso

 

Valencia, España

 

DURANTE UN TIEMPO, esta extensa ciudad mediterránea acogió la arquitectura de Santiago Calatrava con entusiasmo. En el lecho seco de un río, Calatrava construyó y construyó hasta que finalmente llenó 35 hectáreas con sus diseños radicales y –en opinión de algunos- asombrosos.

 

Sin embargo, hoy en día frecuentemente se le retrata en Valencia como un villano. Ignacio Blanco, un político local, dirige un sitio web sobre él llamado Calatravatelaclava.

 

Con un presupuesto original de unos 400 millones de dólares, el complejo en el lecho el río, llamado la Ciudad de las Artes y las Ciencias –una sala de espectáculos, un puente, un planetario, una casa de ópera, un museo de ciencias, un andador cubierto y espejos de agua- ha costado casi tres veces más, dinero que la región nunca tenía.

 

Calatarava recibió alrededor de 128 millones de dólares por su trabajo. ¿Cómo puede ser, pregunta Blanco, cuando la casa de la ópera incluía 150 butacas con vista obstruida? ¿O cuando el museo de ciencias fue inicialmente construido sin salidas de emergencia ni elevadores para discapacitados?

 

“Se le pagaba incluso cuando reparaba sus propios errores”, dijo Blanco.

En Bilbao diseñó un puente peatonal con una superficie de losetas de vidrio que permitía que se iluminara desde abajo, dejando sus grandes arcos libres de postes de luz. Sin embargo, en una ciudad que registra mucha lluvia y nieve ocasional, los peatones frecuentemente caen sobre la resbalosa superficie. Los funcionarios citadinos señalan que desde que abrió en 1997, unos 50 ciudadanos se han lesionado, a veces con fracturas de piernas o caderas, sobre el puente y los ladrillos de vidrio se agrietan con frecuencia y necesitan ser reemplazados. Hace dos años la ciudad recurrió a tender una enorme alfombra de hule negro sobre el puente para impedir que la gente cayera.

En las afueras de Bilbao, a Calatrava se le encargó la construcción de una terminal aeroportuaria que ha sido apodada La Paloma por su parecido con una paloma que alza el vuelo. Pero cuando abrió sus puertas en el 2000, el aeropuerto carecía de una sala de llegadas. Los pasajeros salían del área de aduana y equipaje directamente a la banqueta, donde tenían que esperar en el frío. Desde entonces, las autoridades del aeropuerto han instalado un muro de vidrio para protegerlos.

 

The New York Times REFORMA, sábado5 de octubre de 2013

 

También, por estos días, el periódico El País,en su edición online, publicó un artículo querezaba de la siguiente manera:

 

La decadencia de Madrid. Arruinada y sucia. Con sus políticos cuestionados. Su noche y su cultura languidecen. El turismo caeen picado. Tras el fiasco olímpico, la capital entrega su futuro a las ruletas de Eurovegas.

Los presupuestos del Ayuntamiento dedicados al mantenimiento de la ciudad notan el ajuste.En la limpieza de las calles, por ejemplo, los 154 millones de euros de 2010 se redujeron a129 en 2012, cifra que se mantiene en 2013 y que supone un 16% menos que hace tres años.Las cosas pueden ir peor. Los sindicatos han convocado huelga indefinida en el servicio de limpieza viaria ante el anuncio de 1.400 despidos.

 

El recorte fue aún mayor en la partida de vías públicas, un 46%. Se incluye ahí la renovación del pavimento, la conservación de la calzada, el mantenimiento de pasos a nivel y subterráneos, galerías de servicio y alumbrado público. En esto se pasó de los 310 millonesde 2011 a 167 de 2013. Este agosto ha sido el primero en 20 años sin Operación Asfalto. Yano se repone. Los ciudadanos, hartos de sortear baches, avisan al Ayuntamiento de los socavones y las grietas y este envía operarios para tapar los agujeros. No se arregla, separchea. El Metro, hasta hace poco un orgullo de los madrileños, recibe ahora críticas por labaja frecuencia de los trenes y el ahorro de aire acondicionado.

Antes de la crisis, cada vez que alguna empresa planteaba ideas para esos edificios, el Ayuntamiento ponía por delante el interés patrimonial de dos de los inmuebles, el antiguo  Banco Exterior de España y la antigua sede de Banesto, más conocida como La Equitativa. El primero está catalogado como Bien de Interés Cultural y el segundo está en proceso de serlo.

 

Tal era el interés del Ayuntamiento en preservar los edificios que encargó un plan especial alarquitecto Rafael de la Hoz para catalogar cada una de las partes que debía protegerse. Eseingente trabajo de miles de páginas está ahora en un cajón. La Administración ha rebajado enunos meses la catalogación de esos edificios y solo protege ahora la fachada. OHL, empresade Juan Miguel Villar Mir, podrá construir el hotel. A pesar de que el estudio del arquitectoCarlos Lamela, que se encargará de las obras, asegura que se respetarán las partes convalor, el proyecto ha recibido críticas. Más de 20 arquitectos han firmado un manifiesto contra el plan, que también tiene la oposición de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.“La arquitectura tiene sentido en su totalidad. Las fachadas tienen un significado encorrespondencia con lo que hay dentro. No se puede preservar solo una parte. Y mucho menos cambiar las leyes por intereses económicos”, explica Vicente Patón, presidente de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, una asociación que defiende el patrimonio histórico de Madrid.

 

Mientras tanto –en ciudad gótica!- aquí, en la Ciudad de los Palacios, con bombo y platillo el Delegado de Benito Juárez anuncia:“Hay un mercado muy emblemático en Madrid, San Miguel, literalmente los que lo hicieron allá, son los que nos van a asesorar aquí, me atrevo a decir que va a ser de toda la Ciudad de México, el mercado público con mejor apariencia y funcionalidad que existe, va a ser el mercado de Tlacoquemécatl del Valle el mejor mercado público que exista en la Ciudad”. ¿Qué, cómo, dónde, cuándo, eso es gasto, es inversión pública o privada, es deuda con los españoles que saben cómo hacerlo?

Otro caso ejemplar es el contrato otorgado a la empresa Citelum –empresa francesa- para el nuevo alumbrado público para el Paseo de la Reforma, ¿es un gasto o una inversión el nuevo alumbrado público en Paseo de la Reforma?; el ahorro de energía y que se tengan luminarias más eficientes de acuerdo a las necesidades de cada espacio siempre serán acciones loables y necesarias, pero ¿acaso, ninguna empresa mexicana lo podía hacer?¿Cómo se realizó la licitación, quiénes participaron y por qué ganó Citelum?¿Eran necesarios tantos postecitos sembrados en los camellones con lucecitas Led que se pintan de colores de acuerdo a la ocasión?¿Cuál es el intercambio tecnológico, a cuántos mexicanos se contrató y de qué nivel, para al menos garantizar alguna capacitación?Se puede inferir que si no hay un ahorro sustantivo para la ciudad en términos de mantenimiento, reposición y ahorro energético, ese proyecto no es una inversión, significa solamente deuda para esta ciudad.

 

La ciudad no puede ni debe ‘crecer’ con la implantación de proyectos basados en el gasto, en obras de ornato, en proyectos suntuosos e inútiles –no podemos permitirnos un criterio meramente estético sobre la asignación de recursos escasos!- Que los proyectos se “vean bonitos” –pues habría que ver,como reza el clásico!- no debe ser lo esencial, lo fundamental deriva de un análisis y una propuesta que garantice el desarrollo económico y social–que, desafortunada y generalmente, es el menos recurrente y menos transparente para los ciudadanos-si no queremos que-de origen- hasta nuestros bisnietos nazcan y crezcan con una deuda en la frente –como la deuda a los floricultores que embellecieron el camellón de Reforma y los eventos públicos de la administración anterior y que ahora, la administración actual, tiene que pagar!-, sin educación, sin salud y sin empleo garantizado, pero eso sí, con espacios suntuosos que mantener, con obras públicas ineficientes e innecesarias que debemos costear día a día! Debemos transitar hacia una política de integralidad y de beneficios para todos, basada, fundamentalmente, en una visión que sustituya la inversión suntuosa por la inversión productiva y de desarrollo.

 

 

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