El paracaidismo y el miedo

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El temor o miedo tiene dos facetas primordiales, una de ellas es cuando el miedo es irracional, cuando se padece sin una aparente justificación, en estos casos, lo común es que ese miedo, al estar fundado en hechos inciertos, es un miedo que podríamos llamar irracional.

Es un poco lo que nos pasaba de niños cuando, muy probablemente muchos, sentimos diferentes formas de miedo, desde el miedo a la obscuridad o el miedo a que mueran nuestros padres.

Pero luego crecemos y siguen los miedos, por ejemplo, el miedo a no alcanzar el éxito que deseo, o peor aún, el miedo a no lograr el éxito que los otros desean para mí. En un país tan atribulado como el mío, existen diversos miedos que van desde que el SAT ordene una auditoría fiscal en mi contra (con o sin fundamentos) hasta el temor de quedar en medio de una balacera y ser, lo que las autoridades denominan, “una víctima colateral”.

No obstante lo dicho, hay otro tipo de miedos a los que uno se enfrenta por decisión propia. En mi caso esos miedos han sido, saltar de un avión o sumergirme en las profundidades del mar. Es decir, hacer paracaidismo y/o bucear.

Respecto del primero (del segundo hablaré en otra ocasión), lanzarte desde la puerta abierta de un avión a 12 o 13,000 pies de altura es algo fascinante pero francamente indescriptible, es una experiencia que inicia al momento de equiparte, cuando debes revisar diferentes puntos de tu paracaídas.

Activar el cypres es lo primero que debes hacer, ahí empieza la emoción/miedo/temor, pues el cypres es un pequeño (pequeñísimo, diría yo) aparato que puede salvarte la vida, ya que este diminuto aparato electrónico es el responsable de abrir el paracaídas en la hipótesis de que tú no lo hagas.

Posteriormente, debes revisar que el arnés esté debidamente ajustado. En cuanto al arnés del pecho (que debe ser el primero en ajustarse) no debe estar ni tan suelto ni tan apretado, la medida (me dijo alguna vez mi instructora Karen Anzures) es que una vez ajustado, debe caber el puño de tu mano. Eso significa, precisamente, “que no esté ni muy muy, ni tan tan ajustado” (preciosas instrucciones que probablemente sólo en español son entendibles).

Luego sigue ajustar el arnés en tus piernas, la medida es la misma (ni muy muy, ni tan tan). Hecho lo anterior, realmente apenas empieza la historia. Todos aquellos que hayan saltado de un avión, me concederán la razón que el rugido de los motores del avión, es otro momento que anuncia un miedo diferente, implica que ya va empezar la aventura y que, por lo general, ya no hay reversa.

La norma indica que los primeros 1,000 pies son decisivos. En los primeros 1,000 pies de ascenso del avión, no debe haber ningún objeto suelto, léase casco, cámara, altímetro. Todo debe estar debidamente ajustado a tu cuerpo, ya que en caso de haber un problema, la intención es evitar objetos que vuelen dentro del avión y puedan golpear a alguien.

Superados los 1,000 pies de altura, debes estar preparado para cualquier eventualidad, la que dada la altura, te permitiría saltar del avión y abrir rápidamente tu paracaídas y muy probablemente aterrizar sin problema.

Luego el avión sigue subiendo, uno ve (con miedo o quizá con una placentera angustia) cómo el altímetro va marcando cada vez más altura. Por allá de los 10,000 pies, es momento de volver a revisar tu equipo, y como un acto de solidaridad, revisar o verificar que el equipo de los compañeros cercanos se encuentre acorde a las normas internacionales de seguridad.

Finalmente, una vez que se alcanzan los 12 o 13,000 pies de altura, significa que es momento de saltar. Un foco verde se prende en el avión y es la señal que se está por encima de la zona de aterrizaje. La imagen del suelo vista desde el avión es preciosa e indescriptiblemente impresionante.

Posar tu pie fuera del avión es un momento inenarrable, emocionante es poco, es un momento que podíamos calificar como alucinante, si saltas con otro (u otros) escuchar: ready-set-go (así dicen mis amigos paracaidistas, aunque yo prefiero el autóctono uno-dos-tres), es un llamado a la adrenalina pura, ya que sabes que es el momento previo a vivir esa gran sensación de caer al vacío.

paracaidismo
Héctor Mendoza.

Una vez que saltas y viajas a vertiginosas velocidades, sólo queda gozar de la ocasión y del paisaje. Muchas veces salté en Cuautla, Morelos, y al momento de caer, el Popocatépetl se convierte en una imagen preciosa y un punto de referencia y ubicación. Puedo decir que he visto como quizá pocos lo hayan hecho al Popocatépetl, lo he visto desde una perspectiva inigualable, desde una butaca de primera fila, que sólo los paracaidistas podemos presumir.

Saltar es pues, entender, vivir, comprender y confirmar, la teoría de la gravedad propuesta por Newton, es vivir en primera persona, lo que mis maestros de física de la preparatoria me explicaron en un pizarrón, es (en concreto) entender aquella fórmula que asegura que los objetos (y en mi caso las personas) caen indefectiblemente a 9,80665 m/s².

El segundo momento adrenalínico sucede entre los 4,500 y 3,500 pies de altura, que es el promedio de altura en el que debes abrir tu paracaídas. Son un par de segundos adrenalínicos, pues siempre existe la posibilidad de que, o no se abra, o lo haga con alguna deficiencia. Abrir el paracaídas implica pasar (en un par de segundos) de una velocidad aproximada de 200 a una de quizá 30 o 40 km/hora. Sucedido ello, sólo queda gozar del paisaje y prepararte para el aterrizaje.

Así pues, en realidad, caer de las alturas a velocidades aproximadas de 200 km/hora, es difícil de explicar, es por eso que los paracaidistas sólo atinamos a usar expresiones tan vagas como: “se siente súper”, “se siente impresionante”, o… “se siente a toda madre”. Expresiones (todas) que dicen y no dicen nada al respecto. Más o menos, esto es saltar en paracaídas.

Una amiga a quien apodaré Lorenza Inocencia, dice que saltar es la euforia a todo lo que da, es la muerte chiquita acompañada del Nirvana total, afirma que saltar es como quedarse en el limbo… Cada salto, dice mi amiga (y lo confirmo yo) es único e irrepetible.

Volar y paracaidismo
Foto: Héctor Mendoza.

Una última nota:

Igual de impresionante resulta cuando se salta por encima de las nubes, los paracaidistas podemos confirmar, de primera mano, aquél dicho popular que reza: “Detrás de las nubes, siempre brilla el sol”.

Efectivamente, saltar por encima de las nubes es alucinante, ya que al ir cayendo ves cómo se aproximan éstas y de pronto ya no ves nada, entras en un espacio/tiempo gris (tenue o fuerte, según cuán concentradas estén las nubes), y de pronto en un segundo, surge nuevamente la luz, la imagen de la tierra acercándose hacia ti, reaparece como un recordatorio de que hay que abrir el paracaídas.

Volar amigos, es la experiencia más sublime que alguien pueda tener, y es también una excelente forma de controlar tus miedos y temores.

Respecto del buceo, luego les platico.

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Humberto Mendoza G (para que no sepas cual)

Wooowww…
A como lo describes no sabes las ganas que me dan de saltar!!!
Gracias por narrar esa vertiginosa aventura.
Con tu forma de escribir, me cae que uno “siente” las nubes.

Felicidades doc!!!

Hector Mendoza

Saludos primo

Laura

Hola!! Me han gustado muchos sus publicaciones. Llegue a este sitio investigando sobre el paracaidismo…
Hace unos días hice mi primer salto Tándem con los muchachos de Aeropingüin de Nuevo León y quedé completamente enamorada de la experiencia, tanto que me han dado muchas ganas y estoy considerando seriamente pasar el curso..pero otra vez los miedos me detienen y no precisamente el miedo a lanzarme del avión (que no es poco jaja) me detiene la duda de que hago gastando una buena cantidad de dinero en algo en el que no se si pueda progresar, que haré una vez que culmine el curso?. Investigando veo que además de caro, es un deporte en el que la mayoría de las personas comienzan desde muy joven, soy mujer ya tengo 35 años, y se necesitan muchos saltos para progresar y mejorar. Leerle ha sido muy bueno para disipar un poco mis miedos, aunque todavía me quedan creo que cada vez me acerco mas a la decisión.. Gracias por compartir sus experiencias! Quien sabe si alguna vez nos vemos por los cielos!!

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