Sobre el tema Trump. Una última reflexión

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#DespuesDeTrump
Después del triunfo del republicano, el pasado martes 8 de noviembre, he leído infinidad de artículos, notas, comentarios y opiniones –la mayoría negativas–, por lo que decidí preparar mi artículo con un sentido positivo. ¿Qué quieren? ¡No puedo ser de otra forma!  Y en mi cabeza tengo metida esa frase de que “no hay mal que por bien no venga”.
El triunfo de Trump, y lo dije la semana pasada, representa a una sociedad americana harta de la clase política que, en su confusión, dejó crecer a un personaje que no sólo no representa a una nueva generación de políticos, sino que creció y desarrolló sus negocios en el mismísimo “ establishment” que la estructura política estadounidense diseñó con la vieja clase política.
Trump no trae nada nuevo a la mesa y, por el contrario, despertó una serie de antivalores en buena parte de la sociedad americana: el odio, la violencia, el racismo y la misoginia. Su triunfo dejó expuesto a un país que tenía la reputación de ser el líder entre las naciones (cosa que yo nunca he entendido) y que ahora generó, más allá de sus fronteras, una descalificación y repudio colectivo.
Se le dedican ríos de tinta y horas de análisis a un señor que ahora ostentará el cargo de Presidente de Estados Unidos y que dejó a todos atónitos. Qué bueno que para la gran mayoría de las personas el que llegue un tipo como Trump los deje en shock. Quiere decir que todavía nos queda algo de consciencia o que estábamos medio dormidos y esta sacudida fue una especie de alarma para despertar de un sueño donde el egoísmo, el conformismo y el no salir de nuestra zona de confort era nuestro común denominador.
Ahora sí no puede haber pretextos para que despertemos como sociedades. Nos han puesto en el país al que muchos veían como “líder” y como ejemplo de grandeza, democracia y alto de miras, al anti tipo de Presidente que una nación grande como Estados Unidos hubiera requerido. Nos pega en la cara que esos liderazgos estén llegando al poder y creo que mucho tiene que ver con lo que hemos sobredimensionado como sociedades. México es sin duda una de ellas.
Estados Unidos ha tenido el poder de llevar su “ american way of life” a otro s países, sobre todo occidentales, en muchos rubros: música, moda y consumo; desde luego, ha vendido su imagen de gran nación y todos los demás lo hemos comprado. Hoy eso ya se acabó y se pone a ese país en la justa dimensión que tiene. En México esta nueva situación que se vive en el país vecino del norte nos debe de abrir grandes posibilidades para reinventarnos. De mirar más hacia los potenciales propios y no sólo centrarnos en la relación con Estados Unidos; en voltear a ver a otros países (es increíble que seamos el país con más tratados de libre comercio firmados de todo el orbe y sigamos teniendo casi 80 por ciento de nuestro comercio con Estados Unidos), en fortalecer nuestro mercado interno y revalorizar nuestras estructuras e instituciones.
Todo lo anterior se dará si primero nos valoramos como personas. En México, como lo mencioné en mi artículo “El México de sus ciudadanos”, tenemos grandes personas. Tenemos que creérnosla de una buena vez. Yo veo positivo el triunfo de Trump porque, en una nueva relación que tendremos con nuestro más importante socio comercial, el mexicano tendrá espacios para ser creativo y reinventarse. Probablemente tuvimos que llegar a esta situación extrema de tener un Presidente que pareciera que, por lo que dijo en campaña, nos querrá hacer la vida difícil para que reaccionemos sacando lo mejor de cada uno de nosotros.
― ¡Que habrá gran crisis! ― afirman unos.
― ¡Que a México ya se lo llevó la …! ― dirán otros.
¡No señor! México ha estado en crisis en otras ocasiones y hay gente a la que le va muy  bien porque trabajan con ahínco y fortaleza para sacar a sus familias adelante y no le dedican mucho tiempo ni atención a esos presagios que vienen del miedo.
¿Que hay crisis? recibámosla con entereza y alegría. Las crisis nos dan la oportunidad de cuestionarnos si lo que hemos estado haciendo ha sido lo mejor; de preguntarnos si hemos dado nuestro mejor esfuerzo; de ser creativos; de pensar y crear cosas nuevas; de darle importancia a lo que realmente lo tiene y de valorar lo que tenemos, no sólo como individuos sino como sociedad. ¡Ni modo que pensemos que un individuo como Trump va a determinar lo que puedo o no puedo ser como ciudadano por más Presidente de Estados Unidos que sea!
Insisto en que tenemos que pensar en que somos mucho más que nuestros gobernantes o nuestro entorno. Como mexicanos, mucho menos nos debe de influir el que en otro país se definan por X o Y.
El triunfo de Donald Trump es magnífico, en el sentido de que lleva al planeta a su hora más oscura. Esa hora previa a la salida del sol. Ese sol es el empoderamiento del ciudadano, y si antes estaba convencido de que eso sucedería, con este resultado de las elecciones de Estados Unidos, ahora veo  con esperanza que se acelera mucho más el proceso de cambio. Nos convertiremos en sociedades más educadas, comprometidas y solidarias. Este resultado es de las últimas patadas de lo más malo que hay y a mí, en lo personal, no me quitará más ni mi tiempo ni mi energía, ponerles atención a personajes como Trump que no nos sirven para nada. Ésta será mi última reflexión sobre ese señor que refleja lo último de una tempestad de antivalores y carencia de principios que hoy nos inundan. Después de la tempestad vendrá una calma duradera.
Qué bueno que resultó así la elección en Estados Unidos porque acelera nuestras consciencias en ese sentido positivo de buscar exactamente lo contrario a lo que el señor Trump pregona. Que tengan una buena semana de auto-reflexión.
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