Vacaciones con los hijos

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#Vacaciones

El verano se erige como la temporada más larga de vacaciones para quienes aún son escolares. Así, los padres que tenemos hijos en primaria, secundaria o prepa, aprovechamos estos días para salir con los hijos y disfrutar un rato con ellos fuera de la rutina y en convivencia familiar. Esta vez estuve en Cancún y el clima fue benevolente con nosotros. Normalmente esta temporada es muy llovedora, pero para nuestra suerte, sólo nos llovió unos minutos en toda la vacación. Más que platicarle al amable lector lo que hicimos en Cancún, quiero reflexionar sobre lo que representan o deberían representar las vacaciones con los hijos, en la vida de uno.

En mi opinión, las vacaciones son el mejor tratamiento para recuperar energías, acabar o mitigar el stress (sobre todo si uno vive en la Ciudad de México) y reconectarte con la gente que quieres. Además, te da la oportunidad de salir de la vida cotidiana y vivir nuevas experiencias, así como conocer lugares nuevos. Alguna vez escuché lo importante que es para el ser humano conocer un lugar nuevo, por lo menos una vez al año. La vida está llena de vivencias y, sin duda, las que se derivan de una vacación, normalmente son muy agradables y alimentan al alma.

En las vacaciones el tiempo corre distinto, comemos a deshoras y activamos al cuerpo de forma distinta. Muchas veces haces cosas “por primera vez”. Esta vez me subí a una cosa que se llama “surf rider” que es un simulador de surf y me divertí como loco. Además, conoces mejor a tus hijos y te das cuenta que prácticamente cualquier actividad la hacen mejor que tú. Los admiras más, los valoras más y tienes todo el tiempo para apapacharlos todo el día. Como que se presta el convivio para eso. Nunca debe perderse una oportunidad para estar con los hijos, y las vacaciones son un gran momento para que se prolonguen esas oportunidades por más días. Los hijos no piden mucho, yo ya lo aprendí, lo que piden es “que estés” y por eso unas vacaciones intensifican “el estar” y hacen que los momentos y experiencias se vuelvan inolvidables. Así te vayas a Puebla o a la Patagonia.

Los mejores recuerdos de mi infancia y adolescencia fueron las vacaciones. No tanto las que yo tenía, sino aquellas que mis papás se tomaban conmigo. Ojalá hubieran sido más. Al final son periodos para gozar a tu familia de una forma distinta. No hace falta salir de tu ciudad de origen, si por alguna razón no se puede, pero sí de aprovechar el tiempo para hacer cosas diferentes, crear nuevas aventuras, hacer actividades en conjunto y dialogar por periodos más largos. Reírse con ellos y celebrar la vida con ellos, es el mejor regalo que un padre le puede dar a un hijo y es en las vacaciones donde lo palpas con más fuerza.

Es muy importante trabajar y el trabajo le da mucho sentido a nuestra vida, pero ésta no se encuentra completa si no tienes periodos de descanso y mucho menos si, teniendo hijos, no aprovechas algunos de esos momentos (no todos, están los descansos con la pareja, los amigos o contigo mismo) para estar con los hijos. Lo bueno es que ese convivio lo puedes prolongar toda tu vida. No hay fecha de caducidad para abrazar a un hijo, para viajar con él y para tomar un periodo de vacación a su lado. Creo que está en los padres tener la iniciativa para vacacionar con un hijo. Si pasa al revés, ¡qué buen regalo!, pero los que somos padres nunca debemos perder la oportunidad de vacacionar con los hijos en un ánimo de convivio permanente. Además, como todo en la vida, los hijos también evolucionan y el hijo que hoy tiene siete, será muy distinto al mismo hijo cuando tenga diez, veinte o cuarenta años. La aventura de conocerlos y reconocerlos es permanente y maravillosa.

Yo tengo claro que, mientras tenga vida, estaré buscando siempre momentos para vacacionar con mis hijos. Tengo mucho que enseñarles y tengo mucho que aprenderles. Si preparamos el momento de la vacación con amor, con empatía y generosidad, los hijos siempre estarán dispuestos a vacacionar con uno. La vida es tan rica como las experiencias que se tengan. En las vacaciones, no se vayan por lo rutinario, busquen el asombro, lo extraordinario y lo que ilumine el alma. Eso está más en las actitudes que en los lugares. Puedes convertir una ida a esquiar a Vail en la cosa más rutinaria, desconectada y lejana con tus hijos; o una ida a Teotihuacán en un evento mágico, grandioso e inolvidable para ellos. Lo increíble es que cuando les das, te das muchísimo y todos ganan. Darte el tiempo de tener unas vacaciones con tus hijos es dar un tiempo de ti, con generosidad para gozarlos y que te gocen. Nunca debemos perder eso, seamos barrenderos de un edificio o Presidente de la República.

Dense un tiempo todos, hasta los adictos al trabajo. Las vacaciones no son un pecado, como a veces nos hacen sentir en los trabajos, sobre todo en nuestro país. Países tan productivos como Alemania, son de los que más vacaciones tienen en el año. No se es más productivo por no tomar vacaciones. De las vacaciones que se tomen, una por lo menos, dedíquenselas a sus hijos, no se la van a acabar.

Yo regreso de mis vacaciones lleno de alegría, fuerza, entereza y ánimo para seguir trabajando en todos los aspectos de mi vida, gracias a lo que me dieron mis hijos en esta vacación en Cancún. Así que las vacaciones no son algo frívolo ni que debamos tomar con ligereza; si se aprovechan bien, el vínculo familiar crece y se fortalece. Y al final todos salen ganando. ¿Qué más éxito que eso?

Feliz semana y no se olviden de irse de vacaciones.

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