La fiesta de la vendimia

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#BuenasCosechas

El pasado fin de semana estuve en la fiesta de la vendimia de las bodegas “Rivero González”, tomando muy buen vino de Parras, Coahuila. En esa fiesta se celebra la cosecha. Vendimia, según la Real Academia Española (RAE), se define como “la recolección y cosecha de uva”. Pero la segunda definición, en mi opinión, llama más la atención e invita a reflexionar. La RAE define vendimia como “Provecho o fruto abundante que se saca de algo”.

Así como los productores de uva y la gente que participa en la transformación de ésta a vino, tienen que esforzarse cada año para que se logre la cosecha (muchas veces luchando contra el clima y otros factores), el ser humano también debe esforzarse para sacar “provecho o fruto abundante de algo”.

Celebrar las buenas cosechas hace mucho sentido. Es realmente meritorio el que festejemos cuando logramos nuestros objetivos. Pero sólo los buenos objetivos. Por eso es muy importante revisar qué es lo que sembramos.

Poner atención en el origen de nuestras acciones, que para seguir evocando al vino le podemos llamar “la siembra”, nos puede dar mucha certeza de cuál será el resultado, la cosecha pues.

Cuando se originan nuestras acciones por el odio, rencor, control, manipulación y un sinnúmero de etcéteras negativos, generalmente llegamos a resultados negativos, es decir, malas cosechas, malos vinos. Cuando, por el contrario, nuestras acciones se originan por el amor, la empatía, la compasión, el crecimiento, la creación de valor y un sinnúmero de etcéteras positivos, entonces tenemos buenos resultados y muy buenos vinos, como los que disfruté este fin de semana en Parras.

La ecuación anterior no siempre es tan lineal, pero las posibilidades son muy altas de que cuando inicias algo mal, termine mal; y cuando inicies algo bien, termine bien.

El problema está cuando sembramos bien y no hubo cosecha o ésta fue mala. Seguro todos hemos tenido casos de esos en nuestras vidas. Uno siente que planeó, preparó y organizó todo para que se lograra un objetivo bueno y el resultado no se dio, no fue provechoso o de plano fue muy malo. A todo objetivo definido le sigue un proceso de acciones para así llegar a él; “siembra”, proceso de maduración de la uva y cosecha, sería en el lenguaje vitivinícola. A veces lo que nos sucede es que no cuidamos ese proceso de maduración de las cosas.

Los grandes vinos, nos explicaban, nacen de buenas uvas que fueron cuidadas desde el momento de la siembra de la vid (suficiente agua, sol, orientación, preparación de la tierra, etc.), se les dio el tiempo adecuado de maduración y se cortaron cuando estaban listas para transformarse en vino. En ese sentido y ya hablando de nuestros objetivos y metas como seres humanos, a veces lo que descuidamos es el proceso. Todo inició bien, pero terminó mal porque no le dimos el seguimiento suficiente o porque olvidamos el origen o motivación del objetivo. En el camino podemos volvernos egoístas, demasiado ambiciosos, flojos, etc., actitudes que nomás no dejan que lo que nació bien, termine bien. Otras veces nos pasa que por querer lograr todo muy rápido, no se logra el objetivo; o por dejarlo para después, ya no se logró. También es cierto que a veces, por razones totalmente ajenas a nosotros, no logramos sacar buen provecho de nuestras acciones y llegar a buenas cosechas. Creo que esto último es lo que menos afecta. Alguna vez leía que el 10% es lo que pasa y el 90% es la actitud que asumes a lo que pasa. Por eso celebrar la vendimia es celebrar, al final del día, actitudes; esos esfuerzos que día a día hacen que construyamos nuestra vida, que logremos cosas y saquemos “frutos abundantes de algo” como dice la RAE.

Así como día a día los agricultores cuidan la vid de las inclemencias del tiempo, los enólogos mejoran sus mezclas y los técnicos estudian las mejores tecnologías con una actitud positiva, teniendo como fin común producir un buen vino, todos debemos tener una actitud positiva, para plantear buenos objetivos y darles el seguimiento adecuado con esfuerzo y dedicación para que, en el tiempo correcto, se logren esos objetivos planteados. No perdamos nuestro tiempo en sembrar cosas malas, al final uno y nadie más es el que cosecha lo que siembra, como dice esa frase tan trillada. Pero no nos quedemos con buenas siembras nada más, démosle seguimiento al proceso y entonces nuestros resultados serán más provechosos y tendremos vidas más abundantes y trascendentes.

Hagan buenos vinos y festéjenlo. ¡Salud!

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Patricia

Gracias por su reflexión

Araceli Rodriguez

Excelente, me hizo reflexionar mucho, mil gracias tienes razón

martha Noemì Zapata

Sigo con interès sus artìculos porque siempre son positivos, como positivos y muy valiosos somos la gran mayorìa de los mexicanos-si nò, veamos el comportamiento de los capitalinos en estos momentos tan dolorosos que nos dejò el terremoto- lo imperdonable es que tenemos es ese maldito complejo de i nferioridadque nos hace ver mejor lo ajeno que lo propio
Saludos.

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