Y el Oscar es para… ¡México!

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#OscarParaMexico

El pasado domingo, 4 de marzo, se llevó a cabo la 90ª entrega de los Premios Oscar, esas estatuillas doradas que se reparten a lo más destacado del séptimo arte en Hollywood. No sé si se trate de la ceremonia más prestigiada, si tenga a los mejores jueces o sea la más justa con el talento cinematográfico, lo que sí sé es que, sin dudas, es la ceremonia más famosa del cine a nivel mundial, la que se ve por el mayor número de espectadores y la que llama más la atención por toda la parafernalia de la alfombra roja, los atuendos y las joyas (tanto de mujeres como de hombres) y el chisme de la farándula hollywoodense. No creo que muchos vean el Festival de Cine de Berlín –mejor conocido como Berlinale– a menos que sean cinéfilos de hueso colorado. Es decir, los Oscar son los premios que el ciudadano común ve alrededor del mundo, con esa mercadotecnia y capacidad de venta que tienen los estadounidenses para vendernos sus productos, sobre todo a los de acá, al sur de la frontera.

En esta ocasión, fuimos los mexicanos quienes vendimos nuestro producto al norte de la frontera, ¡y con qué éxito! Un director mexicano obtuvo el galardón máximo para esa ceremonia, el de mejor película, además de ganar como mejor director y un par de estatuillas más por mejor música y diseño de producción. Una noche redonda para Guillermo del Toro quien siempre ha dado de qué hablar con sus películas fantásticas y aleccionadoras. La forma del agua, la película ganadora, no fue la excepción y llevó un género, el de cine fantástico, a ganar por primera vez un Oscar a Mejor Película. Gran filme que, si no lo han visto, recomiendo ver en una sala de cine (seguro la exhibirán otra vez) porque sin duda… ese tipo de películas se ve mejor en la pantalla grande.

No conforme con eso, México fue vitoreado por ser la inspiración de la película Coco, un filme animado de Disney-Pixar que se desarrolla en un muy bien ambientado pueblo mexicano y en donde un niño trasciende el mundo de los vivos para adentrarse en el mundo de los muertos. Esto, con todo el colorido y folklore que caracteriza esa fiesta de noviembre que el hidrocálido Posadas ilustró tantas veces. Una fiesta musical y con carácter que refleja el espíritu del mexicano que siempre ha convivido con la muerte de una forma muy singular y única en el mundo. Coco ganó el Oscar a mejor película animada y los productores de Disney-Pixar no dejaron de agradecer a nuestro país por ser motivo de inspiración para la creación de esta película. Si no la han visto, también véanla (la viejita Coco parece de la vida real, es impresionante).

El escenario de pedrería de Swarovski se convirtió en un pueblo mexicano, mientras Natalia Lafourcade y Gael García Bernal interpretaban Remember Me/Recuérdame. La emoción de ver mariachis bailoteando por todo el escenario se sentía en todo el teatro. Lo mexicano siempre tiene un aire festivo y divertido, y eso se dejó ver una vez más. Además, esa canción ganó el Oscar.

El ¡Viva México! se dejó escuchar por Eugenio Derbez, quien presentó la interpretación de la canción Remember Me/Recuérdame (¡quién lo hubiera pensado cuando hacía la Familia Peluche!) y por unas horas, gracias a esta ceremonia, nos olvidamos un ratito de las campañas políticas, de los enconos, del tráfico irremediable que vivimos los capitalinos y los dimes y diretes que en este año 2018, por razones de política, estamos viviendo todos los ciudadanos a lo largo y ancho del país.

Que los mexicanos somos creativos, no me queda la menor duda; que sabemos destacar en el mundo cuando nos lo proponemos, es innegable; que lo acontecido en los Premios Oscar es un recordatorio de que en cada mexicano hay un gran talento y que tenemos todo para salir adelante con esfuerzo y dedicación, es una realidad. Entonces… ¿dónde estamos atorados?

Los mexicanos que destacan, en muchas ocasiones, lo hacen a pesar de sus familias, comunidades, gobiernos, etc. Destacan porque no pusieron pretextos y se dedicaron a buscar sus sueños y trabajar para lograrlos. Lo que estamos viendo en el 2018 es un cambio de gobierno. Si fuéramos una nación en la cual los individuos se preocuparan más por buscar sus sueños y por trabajar para conseguirlos, independientemente de las adversidades que encuentren en el camino, este cambio de gobierno sería eso y nada más. Las instituciones deberían seguir funcionado, los individuos trabajando en lo que les corresponde y la sociedad fructificaría.

Yo he recorrido todo el país –varias veces– y me puedo sentir muy orgulloso de que conozco desde los lugares más pobres, como la montaña de Guerrero, hasta zonas de increíble desarrollo como el corredor del Bajío. Lo que he aprendido es que en los estados del país donde se dan tasas de crecimiento de niveles como Singapur o Corea del Sur, su dependencia del gobierno es menor, su nivel de educación es mayor y su grado de creatividad productiva es enorme. Cuando ves que un municipio, estado o país basa su actividad económica en lo que haga su gobierno, ese municipio, estado o país no ha logrado los niveles de desarrollo deseados. México, como lo he dicho en varios artículos, es muchos Méxicos, y su grado de desarrollo sí está en función de cuánto se involucra el gobierno en su economía y en su educación. Países como Italia o Japón recurrentemente tienen escándalos políticos y los países siguen caminando sin inmutarse. No se reinventan cada seis años. México ya lo logró en algunos estados, pero todavía nos falta mucho.

Esta elección que nos hace reflexionar por quién votar, también nos debería hacer reflexionar acerca de cómo ser mejores en todo lo que hacemos cada uno de nosotros, como individuos, y así trascender en los demás. Sobre todo, los que sí hemos tenido una educación de calidad y un desarrollo adecuado, tenemos más responsabilidad y debemos poner nuestro granito de arena para ayudar a los demás a destacar. En esta ocasión lo hizo Guillermo del Toro, y en anteriores ceremonias lo hicieron Alejandro González Iñárritu y Alfonso Cuarón. Que esto nos inspire para ser ganadores y así no nos preocupará quién llegue a “la silla”, porque la sociedad estará por encima de sus gobiernos y será semilla de mejores gobernantes.

El Oscar me recordó lo orgulloso que me hace ser mexicano y trabajar para hacer de México un gran país desde donde me toque, independientemente de quién “me gobierne”. Al final, el gobierno está hecho de ciudadanos, así que hagamos mejores ciudadanos y tendremos mejores gobiernos.

Buena semana y hagamos una actuación digna de un Oscar para ser mejores mexicanos.

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Raul Rodriguez Abud

Pepe, tocas puntos muy sensibles al volcar el orgullo y la satisfacción de ser Mexicanos, prevalece ese orgullo en cada uno de nosotros, sea gobernante, trabajador, patrón, estudiante, mujer, hombre, niños, soldados, marinos, profesores, en fin, en todos, y sabes cuando me doy cuenta de ello? Cuando en un acto se canta nuestro himno y ondea nuestra bandera, como viéramos todos con emoción y respeto. Eso nos hace Mexicanos.

Estrella Medina

Pepe yo como parte de la comunidad cinematográfica soy parte de buscar mis ideales y mis sueños. Con esto sé que cada una de mis películas tiene un objetivo, cumplir mis sueños. Mexico es más que creatividad, solo un país con ganas de salir adelante. Viva Mexico y los mexicanos que buscan y logran realizar sus sueños. Gracias por tu artículo y por ser mexicano.

Ferenz Feher

Muchas felicidades José! Mejor plasmado imposible!!
Es un orgullo ser mexicano y gozar de talentos como el tuyo.
Abrazo!!

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