El doble aspecto en Spinoza y el cerebro psicofísico

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Como miembro de la legión de admiradores de Baruch de Spinoza (Benito de Espinosa, Amsterdam 1632 – La Haya 1677) me parece oportuno esbozar su teoría mente-cuerpo, conocida como doble aspecto, desde mi larga relación con la figura y la obra de este entrañable filósofo sefardí ibero-holandés. Spinoza es exaltado por su vida ascética dedicada a la meditación racional y al laborioso discernimiento de una substancia unitaria como constituyente del mundo. Esta unidad es esencial en su proyecto, pues la mente y el cuerpo serían dos aspectos de un solo proceso profundo que es la propia divinidad, lo cual está expresado en su aforismo Deus sive natura (Dios o la naturaleza). Debido a esta identificación de Dios con la naturaleza, Spinoza fue expulsado por impío y ateo de su sinagoga y comunidad judía, cuando en verdad fue un hombre profundamente devoto de ese universo natural de condición divina de cuya concepción derivó una vida virtuosa, una ética. Esta vocación fue rescatada por Goethe en el periodo Romántico de inicios del siglo XIX y así vino a conocerse mejor la verdadera dimensión de Spinoza.

Baruch Spinoza
Retrato de Baruch Spinoza de autor anónimo (Fuente: tomado de Wikipedia).

Uno de mis primeros escritos de filosofía de la ciencia en relación al problema mente-cuerpo fue publicado en 1976 en el libro La Conciencia, editado por mi profesor y amigo Augusto Fernández Guardiola. Como epígrafes de un artículo en defensa del libre albedrío desde la neurociencia elegí tres pasajes de la Ética de Spinoza, publicada justamente 300 años antes. Parece un desatino invocar a uno de los más reconocidos defensores del determinismo, la idea contraria a la del libre albedrío, pero lo que pretendía retomar del filósofo sefardí era su tesis del doble aspecto. Uno de los epígrafes fue el escolio de la proposición XXI de la segunda parte de la Ética que constituye una definición escueta y clara del doble aspecto: “La mente y el cuerpo son uno y el mismo individuo que se concibe ya bajo el atributo del pensamiento, ya bajo el de la extensión.”

Diez años más tarde, en 1986, publiqué un artículo en la revista Ciencia y Desarrollo titulado “La tradición de Spinoza y la neurociencia contemporánea” en el que presentaba la teoría del doble aspecto como muy conveniente para una neurociencia en busca de una avenencia con el resto de las ciencias, pero sin desechar la dualidad de atributos, manifestaciones o aspectos que corresponden a los procesos cerebrales por un lado y a las experiencias mentales por el otro. En la segunda parte del artículo advertía una influencia del doble aspecto en el físico Ernst Mach, en el monismo neutral de Bertrand Russell, la filosofía procesal de Alfred Whitehead y el principio de complementaridad del físico Niels Bohr en los inicios del siglo XX. Otros pensadores y científicos que me parecieron afines eran el jesuita y paleontólogo Teilhard de Chardin, el pensador Samuel Alexander y el neurobiólogo Karl Pribram y su teoría holográfica de la mente. Visitaremos estas propuestas cuando arribemos a sus lapsos históricos. Finalmente, en ese mismo artículo, expuse mi teoría de los procesos pautados como fruto de una inspiración espinoziana. La teoría plantea que los procesos cerebrales, los procesos mentales y los procesos de conducta tienen una homología patente al estar constituidos por eventos particulares en cierta secuencia, amalgama, periodicidad y cualidad, lo cual sugiere su origen vital común implícito y profundo.

En mi libro La conciencia viviente (FCE, 2007), resumí el monismo de doble aspecto de Spinoza en tres afirmaciones. La primera es que la mente consiste en presentaciones de estados del cuerpo; la segunda se refiere a que las presentaciones son tales estados percibidos desde el interior y la tercera que pertenecen a una totalidad de presentación del mundo físico, lo cual constituye un tipo de panpsiquismo. Cuando se formulan presentaciones en vez de representaciones se implica que algunos estados físicos en un organismo vivo y movible se sienten desde su interior como estados mentales. Las descripciones científicas de la función cerebral y las descripciones introspectivas de la actividad mental serían dos relatos y perspectivas del mismo proceso. De esta manera, hay en el doble aspecto una continuidad entre el universo-dios como totalidad espíritu-materia y el ser humano cuyos estados corporales y en especial cerebrales se sienten desde su interior como estados mentales. La mente no interactúa con el cuerpo, como la afirmara Descartes, pues se trata de un solo evento con varias facetas.

En un capítulo del libro Cerebro, Subjetividad y Libre Albedrío (Herder, 2016), el pensador mexicano Jorge Linares afirma que Spinoza fue el primer filósofo que asumió plenamente la base natural y corporal de la mente y en particular de las emociones y las pasiones. Spinoza concebía a estas últimas como formas de representación y conocimiento que implican cargas positivas o negativas en la actividad del cuerpo. Las tres pasiones fundamentales serían el deseo, la alegría y la tristeza, las cuales tienen una forma de sentirse y de implicar cambios corporales y de comportamiento. El sentimiento no causa cambios en el cuerpo o viceversa, sino que ambos son aspectos de un solo proceso que abarca mente y cuerpo a la vez. Spinoza afirma que la mente sería una representación simbólica del cuerpo tal y como éste se relaciona con el mundo, representación sujeta a errores de interpretación. En consecuencia, el remedio para las pasiones que producen sufrimiento y desajuste por la esclavitud a la que someten al sujeto es el conocimiento racional de sus causas, en contraste con la pretensión de realidad que conlleva la propia pasión. Esto requiere de esfuerzo crítico e introspectivo para lograr una vida virtuosa, lo cual es la finalidad de la Ética para el gran pensador sefardí.

Libro de Etica, Spinoza
Frontispicio de una edición de la Ética de Spinoza en su original latín.

El doble aspecto es particularmente aplicable a los sistemas complejos altamente interactivos, como lo son especialmente el cuerpo y el cerebro, en cuyo funcionamiento se conjuga una faceta neurofisiológica de orden físico y una faceta de experiencias fenomenológicas de orden mental, dos caras de la misma moneda o, mejor dicho, dos aspectos de un mismo proceso que se desenvuelve en el tiempo. A diferencia del materialismo, este proceso esencial no sería solamente físico, pero tampoco, a diferencia del idealismo, solamente mental. Sería, propiamente hablando, un proceso psicofísico que ha sufrido una larga evolución natural en los seres vivientes hasta llegar a las capacidades del cerebro y la mente humanas, las cuales, junto con el comportamiento, conforman tres sucesos enraizados en una sola realidad. Esta naturaleza profunda y trascendente es difícil de concebir, pero es posible experimentarla en estados extendidos de conciencia, como el éxtasis o el trance místico.

Es importante mencionar que no comparto los planteamientos de Spinoza en su totalidad. Por ejemplo, no me parece aceptable un determinismo radical que invalida al libre albedrío y tampoco un panpsiquismo universal en el sentido, por ejemplo, de considerar que todos los objetos tengan algún tipo de conciencia. Finalmente, a pesar de constituir una tesis coherente y atractiva, el doble aspecto de Spinoza no resuelve el problema mente-cuerpo pues su principal dificultad estriba en una difícil pregunta: ¿dos aspectos de qué cosa? Sobre esto volveremos en posteriores reflexiones.

Veamos a continuación qué alegaba Leibniz sobre la relación entre la mente y el cuerpo. Pudo haber sido un tema de su entrevista con Spinoza realizada en La Haya del 18 al 21 de noviembre de 1676, pocos meses antes del fallecimiento de este último a la temprana edad de 44 años, afectado de una tisis crónica, hoy nombrada tuberculosis.

Rembrandt y Spinoza
Rembrandt y Spinoza fueron contemporáneos y coterráneos, es posible que se conocieran en casa de sus respectivos maestros. Se ha pretendido identificar a Spinoza en retratos de Rembrandt, como es el caso de este ”Hombre barbudo con sombrero” cerca de 1655.
Los contenidos de la columna Mente y Cuerpo forman parte del próximo libro del autor. Copyright © (Todos los Derechos Reservados).
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jesús

Feliz artículo. Soy español de Burgos, donde se sitúa el pueblo Espinosa de los Monteros, de donde decía Salvador de Madariaga que era oriunda la familia de Spinoza. Sin embargo llegue a Spinoza a traves de Teilhard de Chardin y de unos interesantísimos artículos de un ingeniero ya fallecido: John David García.

Decía Spinoza que no hay. mayor amistad que la de aquellos que se esfuerzan en buscar al verdad. El fue fíel a ese compromiso y por ello su pensamiento sigue siendo de gran actualidad. Su aforismo “NADIE SABE LO QUE PUEDE UN CUERPO” no sitúa directamente en el mundo de la Inteligencia artificial y el debate entre Elon Musk y Mark Zukerberg y en la “singularidad” a la que se refiere Kurhweil.

No he encontrado un pensador que se haya acercado más a a verdad que en estos tiempos se nos esta apareciendo. Y si ello ya es bien enconmiable, aun mas valor tiene la honestidad de su vida.

Gracias

José Luis Díaz Gómez

Muchas gracias, Jesús, por su amable y erudito comentario. Estaba enterado de la idea de Salvador de Madariaga sobre el origen de la familia de Spinoza en Espinosa de los Monteros, pero desconozco las razones que tuvo para suponer esto. Me encantaría que fuera verdad. Veo que forma usted parte de la legión de admiradores de este Benito. Saludos cordiales.

Jesús

Cualquiera que se interese por la verdad necesariamente lo ha de admirar, del mismo modo que aquellos que buscan nuestra servidumbre lo vienen aborreciendo y ocultando.

Existe una interesante episodio historico que enlaza a Nicolás Steno, el famoso padre de la geologia convertido al catolicismo, del que Leibniz dijo que se perdió un gran cientifico a cambio de un mediocre teólogo; con el no menos famoso matemático alemán Ehrenfried Walther von Tschirnhaus y con el relativamente reciente descubrimiento en la biblioteca del Vaticano del único manuscrito de la Ética, que allí yacía escondido desde que se cerrase el procedimiento inquisitotial contra Spinoza tras su fallecimento. Es un episodio que trenza la amistad con la brusqueda de la verdad por un lado y el odio por otro.

Respecto de la tesis de Madariaga, le adjunto una cita : Otro historiador, Felipe Torroba Bernaldo de Quirós escribió : «Spinoza, el último representante en Occidente del verdadero pensamiento hebraico, era descendiente de una familia de judíos españoles. Sus antepasados huyeron a Portugal y los Países Bajos a causa de las persecuciones religiosas y era probablemente oriundo de Espinosa de los Monteros. el propio Benito tomó como divisa es su escudo la rosa con espinas, alusiva a su linaje».

Saludos amigo.

Gustavo Hidalgo

“Entonces tiene lugar la expulsión de la bestia triunfante, es decir, de los vicios que predominan y suelen conculcar la parte divina; se purifica el ánimo de errores y se le adorna con virtudes, por amor de la belleza que se ve en la bondad y justicia natural, por deseo del placer que deriva de los frutos de ésta y por odio y temor a la fealdad y displacer contrarios.” (Giordano Bruno).

Todo parece indicar que esto se trata de un mapa mental, un arquetipo, que nos orienta desde Siempre. Usted lo despliega en el “Revuelo del águila” que nos toca.

Con gusto repaso el “Discurso sobre la dignidad del hombre” de Pico della Mirandola y lo encuentro vivo en muchas de las Obras que nos ofrecen los Renacentistas que le nacen a este siglo. Damasio, Mihaly, Pinker, Castells, Llinás y, por supuesto, usted (entre otros) significan un referente en ese sentido.

Las implicaciones que podría tener la “teoría de los procesos pautados” son fundacionales (individual-colectivamente) y convendría abrir un espacio Presencial para que los “aficionados legos” hagamos notar los Encuentros y se afinen las posibles incoherencias. (tal vez si lo hay y no me he enterado).

Hace poco planteaba a unos amigos que tomar en serio la “teoría de sistemas” o el “enfoque de la complejidad” implica, por ejemplo, re-conocer la posibilidad de que en estos momentos –en cualquier lugar del sistema mundo- se esté organizando una respuesta constructiva (homeostática) que evoluciona hasta entenderse como tal. Este “sistema emergente” parte necesariamente de lo individual pero tiende a lo global. Todo será en función de que pueda ir demostrando su capacidad para responder al contexto de manera viable (en términos evolutivos).

Estimado doctor su trabajo representa una recuperación de “la naturaleza de la lengua”, y por eso sería oportuno decir que lo planteado por Spinoza, Pico, Bruno y otros Humanos de esa índole, ya puede (debe) ser explicado desde el sistema educativo y nadie mejor que los filósofos del siglo XXI para desarrollar esa “Idea” (oficio que puede cultivar cualquiera que se ponga en manos de la metacognición). Ojala se expanda rápido esta respuesta homeostática por el tejido “exocerebral”. No hay duda que el proceso ha comenzado. Un importante sector de la academia -sus componentes más Humanos, como es natural- será quien lo haga saber para que se sienta.

Gracias.

Gustavo Hidalgo

… una disculpa, quise decir, el “Revuelo de la serpiente” que nos toca (ahora si, suena como debe sonar).

José Luis Díaz Gómez

Muchas gracias, Gustavo Hidalgo, por sus amables y aún generosos comentarios sobre mis escritos. Me alegra que le sean de utilidad, pues esa es su intención. Estas colaboraciones se juntarán al final en un libro sobre el problema mente-cuerpo. Saludos muy cordiales

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