Categorización médica de las enfermedades mentales

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Después de la figura de Philippe Pinel en los tiempos de la Revolución Francesa, la psiquiatría como parte de la medicina emprende un siguiente salto a mediados del siglo XIX con la obra de Wilhelm Griesinger (1817-1868) “La patología y terapéutica de las enfermedades mentales” en la que este psiquiatra alemán aplica principios médicos de corte empírico a las enfermedades mentales. Su concepto central es relevante al problema mente-cuerpo pues estima que estas son enfermedades del cerebro y deben tener un fundamento neuroanatómico y fisiopatológico. La psiquiatría y la neuropatología no serían dos ciencias o disciplinas distintas, sino un solo campo de estudio donde se debe hablar el mismo lenguaje y operan las mismas leyes. El criterio de Griesinger se cumplía cabalmente para una enfermedad mental muy prevalente en su tiempo, la parálisis general progresiva, afección cerebral causada a la larga por la bacteria de la sífilis y que cursa con un conjunto característico de lesiones patológicas del cerebro y síntomas psíquicos. Ahora bien, fuera de este terrible padecimiento, a finales del siglo XIX las enfermedades mentales permanecían en un estado variable y enredado de descripción y denominación.

Convencido del programa de Griesinger y entrenado en el laboratorio de psicofisiología de Wilhelm Wundt, Emil Kraepelin (1856-1926) se abocó al estudio detallado de los síntomas mentales de los enfermos no sólo en algún momento de su vida, como podría ser el de un brote agudo de síntomas, sino a lo largo del tiempo. Kraepelin procedió con un criterio naturalista en el sentido que las diversas enfermedades deberían ser provisionalmente reconocidas y definidas por una constelación común de síntomas psicológicos. Al caracterizar síntomas comunes en enfermos que manifestaban conductas y alteraciones emocionales o cognoscitivas diferentes entre sí empezó a configurar patologías que habían recibido nombres distintos por presentar diferentes síntomas. El logro más trascendente fue el reunir bajo el nombre de demencia precoz a varias patologías mentales ya descritas, rubro que a principios del siglo XX Eugene Bleuler rebautizó como esquizofrenia. Las peculiaridades específicas también justificaron la otra forma de locura más aparente y prevalente que denominó psicosis maniaco-depresiva.

Emil Kraepelin
Emil Kraepelin hacia 1890 (tomada de Wikimedia).

En las sucesivas ediciones de su Tratado de Psiquiatría, fue afinando los criterios taxonómicos poniendo especial atención en las causas y las manifestaciones psicológicas de las diversas patologías mentales. De esta manera llegó a la octava edición, el texto de la especialidad más completo hasta su momento y la pauta del estudio de la enfermedad mental desde el punto de vista médico pues, con cambios y adiciones, este programa constituye el fundamento teórico de la psiquiatría actual. Las entidades más seguras deberían definirse por el conjunto de casos que tuvieran las mismas causas, los mismos síntomas mentales, similares mecanismos fisiopatológicos y lesiones del cerebro demostrables post-mortem. Con bastante certeza, Kraepelin llegó a reconocer como causas relevantes a traumatismos craneales, infecciones agudas o crónicas, patologías por consumo de alcohol y otros fármacos, las psicosis seniles o preseniles y ciertos trastornos endócrinos.

Página frontal del Tratado de Psiquiatría Clínica de Kraepelin publicado en Leipzig en 1901.

Sin contar en su momento con datos precisos en referencia a sus causas y lesiones cerebrales, varios cuadros de neurosis y psicosis fueron clasificados exclusivamente por los síntomas de alteración en las diversas actividades mentales y la evolución del cuadro. Para lograrlo utilizó un análisis minucioso mediante interrogatorio de las facultades mentales, como la percepción, la afectividad, el pensamiento, la memoria o la voluntad, que había aprendido en el laboratorio de Wundt. Además del examen mental y la observación clínica, Kraepelin desarrolló y aplicó las primeras pruebas psicológicas para demostrar alteraciones en la memoria, la percepción o la ejecución que se consideran pioneras de la psicología clínica.

Cuatro prominentes neuropsiquiatras alemanes, Alzheimer, Kraepelin, Gaupp y Nissl, en el lago Starnberg hacia 1908.

En los años 20 del siglo pasado Kraepelin fundó en Munich la primera institución de investigación psiquiátrica en el mundo (Deutsche Forschungsanstalt für Psychiatrie), actual Instituto Max Plank de Psiquiatría. Al inicio contaba el Instituto con secciones de genética, líquido cefalorraquídeo e infecciones del sistema nervioso, neuroanatomía de las psicosis, neuroquímica y psiquiatría clínica. El grupo de genetistas utilizó la estrategia de comparar la incidencia de varios de los cuadros clínicamente establecidos entre gemelos idénticos y fraternales para establecer su heredabilidad. En el caso de la demencia precoz y la psicosis maniaco-depresiva encontraron una coincidencia mucho mayor en gemelos idénticos en comparación a gemelos fraternales, lo cual indicaba un importante rol genético en estas psicosis. En las siguientes décadas la estrategia de análisis fue enriquecida y modificada con lo cual se corrigieron las cifras de heredabilidad que estaban acentuadas por haber seleccionado enfermos crónicamente hospitalizados y de mayor gravedad y de difícil interpretación por el hecho de que los gemelos no sólo comparten genes, sino también crianza. En cualquier caso, estos estudios marcan una línea de investigación relevante no sólo para la etiología de la enfermedad mental, sino para analizar las influencias genéticas en el funcionamiento mental.

Emil Kraepelin hacia 1910 (tomada de Wikimedia).

En referencia a la patología cerebral, los discípulos y colaboradores de Kraepelin establecieron lesiones en diversas enfermedades mentales, entre las que destaca la neuropatología descrita por Alois Alzheimer (1864-1915) en la demencia presenil que lleva su nombre y que en todo el mundo se ha convertido en un terrible azote a la salud mental. Los estudios anatómicos en casos de demencia precoz y de psicosis maniacodepresiva no llegaron a determinar lesiones consistentes en el cerebro, por lo que durante décadas se consideraron a estas psicosis “funcionales” suponiendo una alteración neurofisiológica sin huellas permanentes en el tejido cerebral. Aún hoy no se han establecido lesiones cerebrales específicas para estos dos tipos de psicosis, tema crucial en la polémica y el enfrentamiento de diferentes doctrinas en referencia no sólo a la base orgánica de estos padecimientos, sino a la argumentación desde mediados del siglo XX de que no constituyen enfermedades, sino estilos o formas de vida distintos o contestatarios sometidos a represión por parte del estado y la cultura predominante. Volveremos sobre esto pues es un tema álgido del problema mente cuerpo.

Muestra de escritura de un paciente con demencia precoz tomada del libro de Kraepelin sobre esta condición (1919), donde quiere mostrar la incoherencia del pensamiento mediante palabras o frases incompletas y sin conexión, así como recurrencias y puntuaciones sin sentido aparente.

El programa del Instituto estableció desde su inicio la investigación de las alteraciones mentales producidas por fármacos y el estudio de los efectos neurológicos y psiquiátricos del abuso de alcohol fue de interés para el propio Kraepelin, quien condenaba tajantemente el consumo de bebidas alcohólicas como supuesta causa de degeneración genética. Además de esto, el aislamiento en 1919 en Alemania de la mezcalina, el alcaloide alucinógeno del peyote mexicano, fue objeto de atención y estudio por varios miembros del Instituto que relataron sus efectos sobre la percepción visual.

Si bien Emil Kraepelin es una personalidad prominente en la historia de la psiquiatría, la psicología clínica, la genética de los padecimientos mentales y la psicofarmacología, algunas de sus concepciones, como la que supone un efecto degenerativo de prácticas y factores sociales sobre la biología, la herencia y la incidencia de enfermedades mentales constituye una interpretación equívoca por lamarkiana y socialmente lamentable, como ocurrió con su defensa de la eugenesia y la llamada higiene racial formulada desde el inicio del siglo XX.

Los contenidos de la columna Mente y Cuerpo forman parte del próximo libro del autor. Copyright © (Todos los Derechos Reservados).

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