Si bien la influyente filosofía de Carlos Marx (1818-1883) se desarrolló como una explicación económica e histórica de las situaciones y fuerzas materiales de las sociedades industriales en evolución, su postura metafísica expresa fue la de un materialismo firme en todos los niveles de la realidad. Estos incluyeron a la conciencia que debe resultar producto material de factores sociales y finalmente una función del cuerpo físico, en especial del cerebro. Marx anunció que, al revés de la concepción usual de la conciencia social como producto de las diferentes conciencias individuales, éstas son productos de la conciencia social. Esta aseveración parece aceptable en referencia a ciertos contenidos de la conciencia, aquello que los sujetos piensan, imaginan, creen, o desean y que en alguna medida se deriva de lo que encaran y aprenden en sus respectivas vidas, situaciones y culturas, pero no necesariamente a los mecanismos del pensamiento, la imaginación, la creencia o la motivación que dependen de la historia evolutiva de la especie y del temperamento y otros rasgos particulares de cada sujeto.
Los marxistas posteriores, como Engels y Lenin, se pronunciaron por un materialismo mental determinista y mecanicista en el sentido que la conciencia no sólo se deriva de las condiciones sociales, sino que en último término debía ser propiedad y producto de la materia física organizada. Ahora bien, a diferencia del epifenomenalismo de Huxley, esta conciencia material debería tener efectos causales sobre la acción del sujeto y sobre el mundo para asegurar el progreso hacia el objetivo de la sociedad comunista. La toma de conciencia implicaría el darse cuenta de la realidad, del sitio que cada persona ocupa en las fuerzas sociales de producción y la lucha de clases que es fundamental para poder actuar y finalmente alcanzar el ideal de una sociedad sin clases. En Materialismo y empiriocriticismo de 1909, Vladimir I. Uliánov, Lenin, (1870-1924) desarrolla la noción de la conciencia y el conocimiento como reflejos de la realidad; copias de lo que sucede en el mundo. El realismo materialista es por partida triple pues la realidad material existe fuera de los humanos, la conciencia material existe como un reflejo del mundo y se prueba en la relación práctica y dialéctica del sujeto con esa realidad material. La noción es debatible más allá del materialismo propuesto, pues no especifica los mecanismos que hacen posible el reflejo cerebral de la realidad y su acción efectiva en el mundo.
A principios del siglo XX la fisiología vino a sustentar una noción de reflejo por intervención de uno de sus mayores exponentes históricos: el eminente investigador ruso Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936), premio Nobel de 1904. Su tesis fundamental afirma que la actividad refleja del sistema nervioso explica las actividades psíquicas y consiste en el conjunto de respuestas innatas y adquiridas del sistema nervioso a estímulos que provienen tanto del exterior como del interior del cuerpo. La propuesta estaba basada en una serie de experimentos efectuados en perros durante varias décadas. Aunque el principio general es conocido, conviene comentar la investigación pues constituye una aportación esencial para la psicología experimental, la neurofisiología y finalmente para el problema mente-cuerpo.
El dato inicial fue la observación realizada por Pavlov de que los perros en estudio segregaban jugo gástrico no sólo cuando comían, sino cuando veían el alimento o al cuidador prepararlo. Algunos colaboradores denominaron “secreción psíquica” a este efecto, pues parecía depender del estado subjetivo del animal, de sus deseos, emociones y pensamientos, más que del estímulo físico de la comida en sus fauces. Pavlov no estaba convencido de esta interpretación subjetivista y emprendió una larga serie de estudios utilizando medidas de salivación en perros sometidos a condiciones controladas. Estos llevaron al descubrimiento de los llamados reflejos condicionados, base del paradigma de aprendizaje conocido como condicionamiento clásico.
Este paradigma se basa en cuatro principios y observaciones experimentales: (1) ciertos estímulos, como el alimento, no requieren aprendizaje para producir efectos fisiológicos y por ello se denominaron estímulos incondicionados; (2) la salivación en respuesta a estos estímulos tampoco requiere aprendizaje y se designó como respuesta incondicionada; (3) si se asocia a esta situación incondicionada un elemento de otra modalidad sensorial, como el ruido de un zumbador, constituye un estímulo condicionado por ser una condición agregada y no natural; (4) cuando al repetir el estímulo condicionado durante la alimentación, el animal llega a responder con salivación al sólo zumbido del aparato usado sin la presencia del alimento, el efecto se denomina respuesta condicionada pues requiere aprendizaje por asociación. Tanto en el caso de las respuestas incondicionadas, como en el de las condicionadas o aprendidas, lo que ocurre es un reflejo fisiológico, en el primer caso innato y en el segundo adquirido.
La teoría del reflejo de la conciencia se llegó a apoyar en los experimentos de Pavlov pues presumía, sin pruebas firmes, que estos demostraron el mecanismo fisiológico de la actividad nerviosa superior y que la actividad psíquica es un reflejo del mundo operado en el cerebro. Es cierto que Pavlov maduró una recia convicción materialista pues creía que se puede explicar la vida mental mediante los reflejos innatos y adquiridos. Se percató de que el lenguaje humano no se ajustaba a reflejos simples, pues la asociación entre un estímulo y la respuesta verbal estaba mediada por una señal intermedia de orden simbólico: la palabra. A diferencia del “primer sistema de señales”, como el obtenido en sus perros, denominó a esta organización funcional del lenguaje “segundo sistema de señales” basado en una “actividad nerviosa superior” que ubicó en la corteza cerebral característica del cerebro humano. La escuela rusa de investigadores de la actividad mental humana desarrolló posteriormente estas ideas, en particular las referentes al lenguaje, con los estudios y aportaciones del psicólogo social Lev Vigotsky y del neuropsicólogo Alexander Luria. Más aún: la teoría y los métodos del condicionamiento fueron cruciales para el avance del paradigma llamado conductismo, basado en las técnicas del condicionamiento denominado operante por Skinner que prevalecieron por décadas en la psicología experimental y revisaremos en su momento.
La teoría materialista desarrollada por los marxistas en su parte filosófica y por Pavlov y otros neurofisiólogos en su aspecto experimental fue convincente para muchos pensadores posteriores, aunque no estaba solucionado el problema de la conciencia concebida como reflejo y proceso material. Pavlov especuló que llegaría a aclararse mediante la investigación científica, creencia que han compartido muchos investigadores del cerebro y filósofos materialistas. En los tiempos de la Unión Soviética se hicieron intentos de formular un concepto más firme y en un libro de 1963 Shorojova optó por una forma de emergencia de la mente como la solución más adecuada. La obra tiene un tinte típicamente dogmático del periodo y no aborda las dificultades que ya se debatían sobre los problemas de la noción de emergencia.
En una biografía sobre Pavlov de 2014, el profesor de historia de la medicina Daniel Todes revela la complicada personalidad del fisiólogo, su relación tirante pero ventajosa con el régimen bolchevique, así como las técnicas usadas en los animales que hoy en día disputarían con los comités bioéticos de experimentación.
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