Una realidad neutra y austera: el monismo russelliano

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Una de las personalidades más célebres y excepcionales del siglo XX fue sin duda Bertrand Russell (1872-1970), pues no sólo marcó la historia de la filosofía o de las matemáticas, sino que formuló observaciones lúcidas y críticas de las políticas, las guerras y las injusticias de su tiempo, además de participar en movimientos sociales. Todo esto, sin dejar de perseguir el amor en varias relaciones intensas y apasionadas pues, como él mismo lo proclamó, la cautela en el amor es la más letal para la auténtica felicidad. Este lord inglés que vivió sin tregua cerca de un siglo incursionó, examinó y evaluó buena parte de las ideologías científicas, filosóficas y políticas de su tiempo, muchas veces ajustando y modificando sus propios puntos de vista. Nos ocupa aquí porque entre sus múltiples contribuciones e ideas produjo varias que son de importancia capital en la historia del problema mente-cuerpo y de las llamadas filosofía analítica y filosofía de la mente, que él contribuyó, de hecho, a gestar.

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Bertrand Russell en un número de The Masses, cuando expresó simpatías por el socialismo.

La Primera Guerra Mundial (1914-1917) tuvo un gran impacto sobre Bertrand Russell, pues lo hizo abandonar un liberalismo idealista decimonónico e interesarse por el socialismo y simpatizar con la Revolución Rusa de 1917. Visitó esperanzado la flamante Unión Soviética en 1920, sólo para desarrollar un intenso desprecio por el régimen bolchevique expresado en un premonitorio libro de ese mismo año. Medio siglo más tarde fue uno de los más notorios y eficientes activistas en contra del imperialismo norteamericano y la Guerra de Vietnam. En el camino hizo críticas incisivas a las instituciones cristianas, a la realeza y a todas las formas de superstición, control y dominio convirtiéndose en un adalid mundial del pacifismo, el humanismo y la justicia social.

En su propia filosofía no fue menos crítico. Abandonó todo vestigio del idealismo filosófico inicial, como la idea que la geometría describe estructuras espaciales intuidas por la mente, para abrazar y defender con pasión y agudeza el análisis más que la síntesis como el método más certero de filosofar. Así concibió que la matemática, “de belleza suprema, fría y austera,” no sólo es una disciplina rigurosamente lógica, sino que no es más que un conjunto de nociones lógicas como las de proporción o clase. En la segunda década del siglo XX publicó con Alfred N. Whitehead una de las mayores contribuciones históricas a la lógica matemática: el tratado Principia Mathematica en tres volúmenes.

En dos libros publicados en la década de los años 20 y que llevan los significativos títulos de El Análisis de la Mente (1921) y El Análisis de la Materia (1927), defendió una noción previamente conocida como monismo neutral y que, como hemos visto, fue presentada por el físico austriaco Ernst Mach y adoptada por William James. La idea central es que el constituyente único del mundo no es algo mental, pero tampoco físico, sino un elemento neutro, equidistante o condensado entre estas dos entidades, categorías o propiedades. Es una idea monista porque la realidad fundamental se plantea como única y de un solo tipo, pero difiere del monismo materialista, como el que acabamos de ver en el materialismo dialéctico, y también del monismo idealista que supone a la mente como el componente único del universo. Para Russell, la esencia de la realidad tiene ingredientes catalogados como físicos y otros como mentales, pero es algo más que ellos o incluso diferente: algo neutral.

Libros Russell
Los libros sobre el análisis de la mente y el análisis de la materia donde Bertrand Russell desarrolla su teoría del monismo neutral.

La audaz idea pretendía cerrar el abismo del problema mente-cuerpo pero es tan provocadora, promisoria y atractiva como dificultosa, pues el apelativo neutral es impreciso y no especifica en qué diablos consiste la realidad. Consciente del requerimiento, nuestro inquisitivo y talentoso pensador inglés hizo una propuesta interesante: la noción de que los elementos esenciales de la realidad neutra no son objetos estáticos sino eventos que ocupan una cantidad finita de espacio-tiempo. Los eventos acontecen o pasan en sí mismos, no son movimientos que le ocurran a cachos de materia física, a la mente o al sujeto pensante. La sensación que tenemos al ver un color es sencillamente ese color: un dato para la física y la psicología. Por lo demás, la propuesta niega que exista un sujeto o un “yo” a quien es entregada la experiencia, con lo cual pretende allanar el camino para la solución del problema mente-cuerpo mediante la eliminación de una esencia cartesiana.

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Algunas obras de Bertrand Russell traducidas al castellano.

El universo russelliano tiene en este sentido cierto parecido al de Einstein, ya que consistiría en el cúmulo formidable y absoluto de todos los eventos que acontecen en cada instante, concatenados en su conjunto y que se presentan en una sucesión infinita de momentos presentes. La materia no consiste en bloques físicos que se mueven en un espacio, pero tampoco los procesos mentales son reflejos psicológicos de esos bloques físicos que finalmente se refieren a ellos mediante representaciones. La física descubre crecientemente el comportamiento previsible de ciertos eventos que trascienden como leyes físicas, en tanto la psicología encuentra ciertas regularidades propias de los cerebros que se manifiestan como eventos o actos mentales y de conducta. Pero sucede que en el mundo único e indeterminado de Russell aquellas construcciones lógicas de la física aplicables a la materia y estas construcciones mentales de la psicología aplicables a los procesos cognitivos y la conciencia tienen la misma naturaleza: son los mismos eventos. El yo pensante, la mente y la materia que crean el fascinante quiasma que llamamos problema mente-cuerpo quedan rebasados, al menos como se conciben normalmente.

Pero, ¿qué hacer entonces con esas nociones? ¿Las conservamos porque son útiles para estudiar los eventos que designan e interesan, o las tiramos por la borda? Es probable que se trate de un problema del lenguaje y eso mismo llegó a estudiar con Bertrand Russell a la Universidad de Cambridge un joven y original filósofo austriaco de nombre Ludwig Wittgenstein. Le dedicaremos un capítulo de esta serie, pues revolucionó no sólo las nociones del problema mente-cuerpo, sino la lógica del pensamiento que se emplea tanto en la vida cotidiana como en la filosofía para referirse a ellas y a la realidad; marcó que las verdades mantenidas en la lógica, en la ciencia o en la matemática no residen en la realidad del mundo o en el ámbito platónico de las Ideas, sino en la estructura misma del lenguaje.

Bertrand Russell
Bertrand Russell en 1938.

Antes que a Wittgenstein visitaremos a Alfred North Whitehead, coautor con Bertrand Rusell del monumental Principia Mathematica, quien elaboró otro sistema filosófico para explicar la mente y la materia que se conoce como filosofía procesal que tiene puntos en común y otros muy diferentes a los de nuestro destacado lord. Por ejemplo, en tanto Russell llegó a adoptar un recio ateísmo, Whitehead desarrolló un sistema de pensamiento imbuido de un panteísmo y un panpsiquismo en alguna medida teístas y religiosos. Veremos más tarde cómo el monismo neutral de Russell ha sido retomado por varios filósofos actuales de la mente, en particular por Thomas Nagel, y cómo hay nuevos candidatos para constituir el elemento neutral de la realidad, como son la energía, la información, los sistemas emergentes y la complejidad.

Concluimos este capítulo con la certeza de la influencia de Bertrand Russell no sólo sobre su época y la posterior, sino de su rol en el surgimiento la escuela de filosofía analítica anglosajona que evolucionó con un marcado énfasis lógico, formal y lingüístico en creciente contraste y escisión con la tradición humanista del continente europeo, inspirada por la fenomenología y el existencialismo.

Símbolo de la paz
El conocido símbolo de la paz hizo su aparición en una manifestación en contra de las armas nucleares de Londres a Aldermaston (sitio de fabricación de bombas nucleares) durante la Pascua de 1958. Bertrand Russell participó en la marcha y seleccionó este símbolo como distintivo.

Los contenidos de la columna Mente y Cuerpo forman parte del próximo libro del autor. Copyright © (Todos los Derechos Reservados).

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ANGELES VILLANUEVA

Excelente Artículo!! GRACIAS José Luis!!!

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