Arquetipo y símbolo

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Heredades de un inconsciente colectivo 

Con la excusa de que se trata de dos importantes psicólogos suizos que llevaron a cabo sus principales indagaciones entre 1915 y 1950, en éste y el siguiente capítulo abordo a Carl Jung y a Jean Piaget, para mostrar dos enfoques muy distintos sobre un objetivo relevante al problema mente-cuerpo: el desarrollo de la mente humana.

Carl Jung
Carl Gustav Jung, hacia 1915.

El psiquiatra y psicoanalista Carl Gustav Jung (1875-1961), discípulo cercano y luego discordante de Sigmund Freud, fue profesor de psicología médica en Zürich en los años 30 y, a partir de 1943, en la Universidad de Basilea. Fue un autor prolífico de gran erudición y sorprendente audacia. La edición más completa de sus obras abarca 20 tomos y fue realizada entre 1966 y 1979, gracias a la traducción al inglés de R.F.C. Hull. Sus teorías han sido polémicas, y es de interés enfocarlas en el contexto del problema mente-cuerpo, pues constituyen un abordaje que, como hemos visto en el caso de Freud, es diferente de las ciencias naturales y más cercano a disciplinas humanas como la antropología o la historia, además de alcanzar una cercanía a las mitologías y a las religiones muy diferente de su maestro, y que fue un motivo de su alejamiento.

La propuesta de Jung sobre la relevancia psicológica de los mitos es sugerente, debido a la importancia que estas narraciones fantásticas han tenido desde su gestación en civilizaciones clásicas, hasta su intepretación y asiduidad en culturas posteriores. Una idea central es que los motivos míticos no se agotaron en las historias arcaicas de creación del mundo y formidables gestas heróicas, sino que han surgido por doquier en cuentos de hadas y narraciones de múltiples etnias y culturas a lo largo de la historia, además de manifestarse en las artes plásticas y literarias. Jung utiliza ampliamente muchas de estas expresiones para derivar dos factores que esgrime como manifestaciones y evidencias de un inconsciente colectivo: los arquetipos y los símbolos.

Portada Time
Portada de la revista Time del 14 de febrero de 1955 dedicada a Jung bajo el título de “Explorando el alma: un reto a Freud.”

En efecto, en múltiples expresiones históricas, religiosas y antropológicas, Carl Jung rastreó las señales y los equivalentes de diversos arquetipos y le pareció igualmente significativo que ciertos símbolos tradicionales, como los encontrados en la alquimia y la cábala, a los que dedicó mucha atención, aparecieran en los sueños o en las fantasías de sus pacientes o personas que desconocían estas tradiciones. Símbolos como la montaña, la cueva, la fuente, la figura de predadores y presas, o artefactos cargados de sentidos tan diversos y aún opuestos como la espada, el laberinto, la torre, el altar, el mandala, o la cruz, en su teoría, constituyen un acervo ancestral del inconsciente colectivo, y pueden ser utilizados como elementos metafóricos en el proceso de desarrollo personal y la individuación, en particular, en el proceso psicoanalítico que plantea.

Jung Mircea
Encuentro entre Carl Jung (centro) y Mircea Eliade (derecha) hacia 1955.

En los años 70 del siglo pasado, el mitólogo norteamericano Joseph Campbell (1904-1987) sostuvo en su Héroe de las mil caras que los arquetipos se manifiestan en personajes clave de las grandes obras de la literatura o la dramaturgia y sirven como potentes principios de reflexión y revelación. Algunos de esos arquetipos son el héroe, cuya esencia es el sacrificio, más que la valentía y la nobleza; el tutor y maestro, usualmente representado por un viejo sabio; el guardián del umbral que pone a prueba la determinación del héroe; el heraldo que anuncia un cataclismo y señala el camino; el astuto y tramposo juglar; o la sombra que se instituye como formidable antagonista. El catálogo es extenso y se usa en la elaboración de personajes en la literatura, el teatro o el cine, como sucedió con la trilogía inicial de La guerra de las galaxias, asesorada precisamente por Campbell. Además del bagaje compartido de arquetipos, cada quien desarrolla una imagen o representación aceptable de sí mismo que Jung denomina personna, a la que se opone una sombra: aquello que rechaza y reprime de sí mismo. En El revuelo de la serpiente de 2006 analicé esta dicotomía en la mítica figura de Quetzalcóatl, el rey de Tula, héroe cultural y dios mesoamericano.

Si bien, la noción de arquetipos puede ser en principio interesante y aun verosímil, un requisito para reafirmarlos sería el conocer su naturaleza y mecanismo de transmisión entre generaciones humanas. La idea de que existen contenidos mentales innatos llegó a ser planteada en los años 90 por la llamada psicología evolucionista, según la cual la especie humana adoptó y consolidó pautas de conducta y tendencias inconscientes que fueron necesarias para su preservación y constituyeron parte de su dotación heredada. Ahora bien, aunque Jung presenta sus arquetipos como agentes que existen por sí mismos, no está claro si los concibe como entidades naturales. En diversos escritos expresa que son inmateriales, lo cual sería una forma de dualismo. Sin embargo, algunos analistas de su obra opinan que los arquetipos se transmiten de manera genética y cultural, es decir, que tienen una base heredada que toma forma y cristaliza en personajes y símbolos culturales. En efecto, si los arquetipos fueran manifestaciones de un acervo evolutivo que ingresan en la mente de los individuos como símbolos y personajes de sus sueños, fantasías y expresiones de arte, no serían entidades sobrenaturales. Quedaría por demostrar cómo es que contenidos mentales tan complejos pueden ser transmitidos por vía de la herencia genética y por lo tanto cumplen con una ventaja adaptativa. No parece ser una empresa científica fácil.

Portada Hombre símbolos Jung
Portada de “El hombre y sus símbolos” versión castellana de 1994 a partir del original de 1965 supervisado por Jung. La prominente figura de un mandala tibetano expresa el interés de Jung por los símbolos tradicionales como metáforas de elementos inconscientes de la especie humana.

Jung evadió un lenguaje que lo comprometiera con una creencia sobrenatural afín al modo religioso tradicional, pero no cabe duda la condición mística o gnóstica de su interés personal y su teoría psicológica, lo cual hace difícil y provocador el juzgar su metafísica. Adentrémonos algo más en ella. En su trabajo titulado On the Nature of Psyche de 1946, Jung dice que probablemente la mente y el cuerpo son dos aspectos de la misma cosa. Infiere que los cambios psicológicos producidos en el proceso que denomina individuación deben constituir al mismo tiempo cambios biológicos que permitan la transformación de los dos aspectos al unísono. Ahora bien, la relación entre psique y materia no parece ser igual al doble aspecto de Spinoza que hemos venido apreciando en diversos pensadores, sino polos asociados en oposición mutua. Esta idea le remite al misterio de la conjunción y la unión mística, conocido como Coincidentia Opositorum, planteado en el siglo XV por Nicolás da Cusa. En un sentido similar, Jung hace referencia frecuente a un anima mundi, es decir, un alma universal como fuerza natural responsable de la psique. Dos pensadores contemporáneos suyos, el historiador de las religiones Mircea Eliade y el islamista de la Sorbona, Henri Corbin, se adentraron en este incitante concepto como inherente a las doctrinas místicas de varias religiones mayores.

Jung Coincidentia Oppositorum
Seminario sobre Jung y la Coincidentia oppositorum de septiembre de 2017 llevado a cabo en Gallipoli. Este antiguo concepto místico de la unidad de los opuestos es clave para ubicar la posición de Jung en referencia al problema mente-cuerpo.

Además de la naturaleza y la función del arquetipo y del símbolo, la teoría junguiana subraya la importancia de la conciencia humana como un factor en desarrollo evolutivo y personal. Mitos, arquetipos y símbolos son narraciones y figuras que indican el camino de la individuación: el desarrollo de la identidad genuina y diferenciada de cada persona. Jung plantea a la conciencia como valor supremo de la existencia y del universo mismo, pues no sólo la conciencia ha encontrado la forma de proliferar y manifestarse a través de la evolución del universo y de la vida, sino que necesita evolucionar en el transcurso de las dificultades y obstáculos de la vida de cada quien para lograr su expresión más acabada en la sabiduría.

A continuación veamos la doctrina de la evolución de la psique y el conocimiento que desarrolló Jean Piaget mediante una prolongada y meticulosa observación directa de infantes humanos y sus implicaciones para el dilema mente-cuerpo.

Los contenidos de la columna Mente y Cuerpo forman parte del próximo libro del autor. Copyright © (Todos los Derechos Reservados)

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Alex

Siempre se agradece encontrar articulos de este tipo, que trascienden la inmediatez y cultivan. Realmente interesante. No me pierdo ninguna de sus colaboraciones.

José Luis Díaz Gómez

Gracias Alex por su opinión, es bueno saber que le son útiles mis colaboraciones.

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