Morante sublime

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La ilusión de la corrida goyesca en la hermosa plaza de toros de Ronda por el toreo añejo y eterno ha sido plenamente satisfecha con la actuación cumbre de Morante de la Puebla el 7 de septiembre de 2013. José Antonio reapareció después de la grave cornada que sufrió en la plaza de toros de Huesca y existía el temor de un compromiso tan grande después de su convalecencia. Prueba superada, como puntualmente narran las crónicas, yo tuve la oportunidad de escuchar por radio la corrida y la viví en plenitud con los sonidos de una plaza en la que tuve la oportunidad de saludar en 1998 al inolvidable Antonio Ordoñez, durante la actuación cumbre de José Tomás, quién le brindó al gran matador de toros una faena de orejas y rabo.

Recuerdos para acompañar a la actuación de Morante que en su último toro tuvo la genialidad de colocar al quiebro un par de banderillas sentado en una silla en un momento eterno del arte efímero del toreo, para hablar de cómo se detuvo el tiempo en un instante.

Las crónicas destacan el que el de la Puebla obtuvo tres orejas y que se fue en hombros después de una tarde inolvidable, que demuestra que el su acento personal y su cercanía a lo añejo lo desmarcan de la torería actual en la que predomina la academia y la escuela pero a veces carece del sentimiento que imprime Morante en su toreo. Ese que nos hace vibrar las fibras del corazón y del cerebro cuando somos testigos de faenas, labradas con lamente, pero expresadas con su latente espíritu de torero.

¡Enhorabuena por José Antonio, enhorabuena por el toreo eterno!

 

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