En busca del tiempo perdido

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Marcel Proust fue un novelista, ensayista y crítico francés. Su novela En busca del tiempo perdido, compuesta de siete partes publicadas entre 1913 y 1927, constituye una de las cimas de la literatura universal.

La visión no es sólo el de los distintos actores, es también el del autor, que se encuentra con el tiempo que transcurre desde distintos ángulos, el punto de vista del presente y el del pasado, siendo el del pasado tal y como lo revivimos en el presente.

En ocasiones la casualidad da pie a recordar un pasado que incluso nos es desconocido por diferentes razones; un amigo me hizo llegar un cartel de 1950 –que se muestra en esta colaboración–, en el que actuaron tres novilleros en el Rancho del Charro que se ubicaba en Polanco.

En su ruedo actuaron muchos novilleros que llegaron a ser grandes figuras del toreo como Juan Silveti Reynoso y Jesús Córdoba, antes de presentarse en La México.

El cartel se anuncia con novillos de Cerro Gordo a José Luis Carazo, mi padre, Paco Montaño y Carlos Montes, el 25 de febrero de 1950, con la asistencia del aquél entonces, presidente de México, el licenciado Miguel Alemán y su comitiva.

Cartel de toreo.

El mismo cartel lo compartí con mi familia en estos tiempos de redes sociales tan intensas, y quien me sorprendió fue mi madre Lolita Preciado, pues me manda en un WhatsApp una respuesta que no sabía hasta el día de hoy: “Hijo, qué bonito recuerdo del Rancho del Charro donde toreó tu papá, y precisamente fue a los Pinos donde le dieron una recomendación para que lo tomaran en cuenta en las novilladas de La México; el doctor Alfonso Gaona le firmó dos contratos sin fecha pero nunca se los cumplió”.

Alguna vez el doctor algo me recordó al respecto y su nieto Francisco Camino Gaona, tiene idea, pero ya ni cómo reclamar el incumplimiento de la promesa, sin embargo, a la distancia, es justo agradecer al expresidente Alemán y ahora a su familia, que en 1950 se hubiera ocupado de un novillero que vio en un lienzo charro.

Mi hermana Macarena remató afirmando que fue un 5 de mayo cuando mis papás se hicieron novios y por esa razón, el que escribe y otros cinco, llegamos a este planeta.

Estos son recuerdos propios, pero sirven para convocar a que asistamos a las novilladas sabatinas de Chucho Arroyo, en ellas se presentarán, al poco después del medio día, festejos que revisten de gran seriedad y en el que han actuado en sus inicios –desde hace casi 30 años– prospectos muy importantes en el toreo.

Novilladas.
Fotografía: Al Toro México.

Arrancan el 20 de julio, Curro Durán de España, el mexiquense Sebastián Ibelles, el yucateco Hernández Medina, y el aguascalentense José Miguel Arellano para lidiar con ejemplares de Medina Ibarra.

Será ésta la vigésima octava temporada, la cual se celebra siempre con el objetivo de seguir desarrollando a los novilleros que, en esta ocasión, tiene un elenco conformado por: José Sainz, José Miguel Arellano, Juan Querencia, Sebastián Ibelles, Eduardo Neyra, Patricio Ochoa, Juan Sebastián, José Alberto Ortega, César Arévalo, Juan Pablo Herrera, Hernández Medina, Curro Recoba, Diego Garmendia, José María Mendoza, Juan Pedro Llaguno, Gerardo Cruz, Carlos Mauricio Medina, Rodrigo Ortiz, Manolo Castañeda, Joel Delgado “El Panita” y Daniel Durán “El Tico”, junto con 11 ganaderías: La Punta, San Martín, José María Reyes Huerta, El Batán, Huichapan, Medina Ibarra, José Farías, La Venta de Romero, Caparica, Pedro Haces e Hijos, y Palma del Río.

Como es tradición, a las 12:00 horas será la misa en el ruedo, acompañada por el Mariachi Continental de Pepe Chico. Y a las 13:00 horas será la primera novillada de una empresa encabezada por Pepe Arroyo Loyo, quien junto con su equipo, organiza los festejos con grandes figuras y con mucha seriedad; a todos nos conviene que sea un gran éxito. Mucho lo necesita el futuro taurino de México.

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