Libertad de prensa

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Este 3 de mayo se ha conmemorado un aniversario más del Día Mundial de la Libertad de Prensa; el mismo fue instituido en 1993 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que ha acuñado para 2018 el lema: “Los frenos y contrapesos al poder: medios de comunicación, justicia y estado de derecho”, como un llamado global a promover y proteger este derecho periodístico elemental en la tarea de mantener sociedades plenamente informadas.

Cuatro pilares definen la celebración de esta actividad por parte de esta oficina internacional: celebrar los principios fundamentales de la libertad de prensa; evaluar la situación de la libertad de prensa; defender los medios de comunicación de los atentados contra su independencia; y, rendir homenaje a periodistas que han perdido sus vidas en el cumplimiento de su deber. La actividad cumbre consiste en la premiación “Guillermo Cano de Libertad de Prensa”, que este año favoreció al encarcelado fotoperiodista egipcio Mahmoud Abu Zeid, alias Shawkan.

Antes que nada podríamos decir que los ataques contra los hombres de prensa empiezan desde las estructuras mediáticas mismas, cuando no se proveen de las condiciones materiales básicas, pero además cuando prevalecen los criterios e intereses externos que condicionan la producción y publicación de información. Las agresiones vienen, además, de diversas fuentes (tan diversas facciones como grupos humanos constituidos): grupos criminales, líderes políticos, autoridades clericales, fundamentalistas islámicos, etc. La digitalización de las sociedades también ha contribuido —de alguna manera u otra— a precarizar el trabajo periodístico, en tanto que los llamados periodistas ciudadanos cobran mayor vigencia debido a la ubicuidad y uso masivo de tecnología móvil.

Creo que la actividad es propicia para recordar y visibilizar la vital función de los trabajadores de la información en la búsqueda de la verdad para potenciar la construcción de sociedades libres (de controles oficiales y fácticos) e informadas (para tomar determinaciones apropiadas en comunidad).

Bajo mi punto de vista, una efectiva libertad de prensa pasa por el cumplimiento de los compromisos adquiridos por los estados nacionales en el marco de sus obligaciones (como principal exigencia se podría argumentar la seguridad de los comunicadores en el ejercicio de sus funciones, no importando el tratamiento ideológico de las diversas historias).

Sin lugar a dudas la impunidad en la que tienden a operar los diversos y mutantes grupos criminales es el principal aliciente que les posibilita reincidir en prácticas de ataques directos a la prensa (generando como efecto dominó una especie de autocensura institucionalizada ) y que sea —en consecuencia— a través de las denominadas unidades investigativas que los medios de comunicación puedan desarrollar trabajos que develen las prácticas corruptas, abusos de poder, y existencia de sociedades fantasmas, etc.

Libertad Expresión

Agravado lo anterior, en aquellos lugares tan diversos del mundo —sobre todo, y acentuado, en los países subdesarrollados— en donde hay permisividad policiaca-fiscal a las actividades criminales; aquellos estados en donde hay institucionalidades débiles y que ceden al control de las asociaciones ilícitas. De manera tal que, asegurar la seguridad de los periodistas debe ser una máxima a todos los niveles y en todos los escenarios y estamentos sociales.

Por otra parte, la formación de la ciudadanía en valores morales, así como la educación en cultura, un mayor compromiso de las asociaciones nacionales de periodistas y autoridades gubernativas podrían ser detonantes claves a favor de un ejercicio periodístico libre y desinteresado que sirva a los intereses generales, en tanto el periodismo es una actividad de servicio público.

Pienso que la actividad periodística debe gozar de los más altos dispositivos de seguridad, en tanto que somos vigilantes del poder anárquico y formadores de opinión pública, promotores de la paz, del entendimiento mutuo, de las relaciones fraternas e impulsores del consenso para desactivar riesgos y daños a las democracias.

En definitiva, la libertad de prensa debe ser incluso asunto de seguridad nacional de los estados-nación, en tanto que lo que buscamos los comunicadores sociales (independientemente de las ideologías) es la generación de prácticas noticiosas y argumentativas para el mejoramiento de las sociedades. En ese sentido se hace necesario procurar un entendimiento global en la materia que premie además las buenas prácticas nacionales en el blindaje del periodismo. En este contexto, la UNESCO puede —debido a la capacidad probada de liderazgo que entraña y los canales de comunicación y de trabajo a nivel planetario—empujar o sugerir el trabajo en esta materia.

Posdata: Desde 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la UNESCO han aprobado 12 resoluciones o decisiones que resaltaban la importancia de la seguridad de los periodistas.

Fuente: Informe UNESCO 2017/2018 “Tendencias mundiales en Libertad de Expresión y Desarrollo de los Medios”. De acuerdo a este documento (pag.20): “Es necesaria una vigilancia continua a la situación de la seguridad de los periodistas con el  fin de elaborar estrategias eficaces con la debida información, que puedan ayudar a proteger la libertad de prensa y la seguridad de los periodistas”. Disponible: http://unesdoc.unesco.org/images/0025/002597/259756s.pdf

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