Las nuevas universidades

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Existe un programa de discusión política en la televisión que en general es muy interesante, pero lo es especialmente los lunes, pues este día se reúnen con el coordinador Leo Zuckermann, Jorge Castañeda, Héctor Aguilar Camín y Javier Tello. Tello parece a primera vista un comentarista Fifí, siempre vestido con trajes gris Oxford, lo suficientemente similares para crear tendencia, pero lo necesariamente diferentes para que no parezcan siempre el mismo, con corbata, camisa y mancuernillas muy elegantes, nada ostentosas, siempre discretas y distinguidas. Tello Díaz estudió Filosofía Política y Economía en Oxford y tiene una maestría en Ciencia Política por la Universidad de Columbia. Su padre fue secretario de Programación y Presupuesto y gobernador del Banco de México, además es profesor emérito de la Facultad de Economía de la UNAM; su abuelo fue secretario de Relaciones Exteriores en dos ocasiones y embajador en Estados Unidos; su hermano es Carlos Tello, un brillante escritor e historiador, y son bisnietos -o tataranietos- de Porfirio Díaz.

periodista mexicano
Javier Tello.

Carlos ha emprendido la tarea de realizar una biografía exhaustiva de don Porfirio, de la que recientemente apareció el segundo volumen, La ambición. Así que, aunque a simple vista podría Javier Tello parecer un comentarista Fifí, no es así, o cuando menos, quien divide a los Fifís de los no Fifís no podría hacerlo. Explico por qué. Está siempre de acuerdo en las propuestas, sugerencias o planteamientos que parten de los miembros de la Cuarta Transformación, especialmente los de nuestro presidente del Poder Ejecutivo, a tal grado que sus contertulios le han hecho bromas, diciendo que, así como Rubén Aguilar interpretaba lo que quería decir el presidente Fox, Tello interpreta las ideas que tiene Andrés Manuel López Obrador. En un programa reciente defendió a capa y espada la creación de las nuevas universidades y la factibilidad para hacerlo. Mencionó cómo la obtención del grado universitario cambiaba el destino de los jóvenes y comentó sobre la manera en que en el Reino Unido se había conseguido. Por cierto, en la época de la primera ministra Thatcher, se adujo que el plan tenía enormes posibilidades de ser exitoso.

priminera ministra
Portada de ‘Margaret Thatcher. The Downing Street Years’ (1993), memorias por M. Thatcher, ed. Harper Collins.

En un reciente libro, si no es que el último de Mario Vargas Llosa, La llamada de la tribu, el Premio Nobel hace un análisis concienzudo de los filósofos que considera prototipos del liberalismo o neoliberalismo; independientemente de que se termine el texto estando de acuerdo o no en el análisis de Vargas Llosa, es muy interesante y digno de leerse, aunque al parecer no ha tenido mucho éxito. En la introducción se hacen algunas reflexiones muy interesantes sobre la educación superior, mencionando que cambia las posibilidades de los egresados, pero siempre que no existan grandes diferencias entre los egresados de las diferentes universidades, él se refiere sobre todo a las diferencias entre las privadas y las públicas; por cierto, menciona que las becas en las universidades públicas no deberían ser masivas, sino que deberían establecerse de acuerdo a las necesidades de cada alumno individualmente. Comentaré aquí que Margaret Thatcher consiguió grandes logros en educación, seguramente gestados desde su paso como ministra de Educación y Ciencia, antes de ser primera ministra. Lo hizo un poco en contra de grandes expertos, pugnando por la calidad y por hacer más por la calidad en la educación media; al final consiguió un incremento notable en los egresados, tanto de la educación media como en la superior.

libro
Portada de ‘La llamada de la tribu’ (2018) de Mario Vargas Llosa, ed.  Alfaguara.

Uno de los primeros actos sobre la educación en México ha sido la reinauguración de la Escuela Normal Rural en el Estado de Hidalgo, espero y deseo que la reinstalación incluya un cambio del modelo educativo que tienen las demás. No cabe duda de que el modelo de las Escuelas Normales Rurales ha fracasado y lo ha hecho en muchos aspectos, incluyendo el educativo y el social. Las escuelas fueron creadas en la época de Obregón como presidente; debido al enorme analfabetismo que existía, sobre todo en el medio rural, que entonces era mucho más numeroso, se estableció un sistema en el que ingresaban los futuros profesores con poco más que dominar la lectura y la escritura y eran becados durante un tiempo, durante este tiempo el alumno recibía una beca que además incluía su estancia con habitación y alimentos; al terminar, los egresados regresaban a la comunidad a hacerse cargo de la formación en las escuelas primarias, desde luego, a partir de entonces contaban con una plaza de profesor. En la época del presidente Cárdenas se agregó al plan de estudios las que entonces fueron novedosas técnicas agrícolas. Posteriormente, el modelo fue abandonado, sin atreverse a cerrarlo o siquiera a modificarlo, mucho menos a desaparecerlo. Desde don Jaime Torres Bodet hasta Aurelio Nuño, pasando por grandes personalidades como Agustín Yáñez, Jesús Reyes Heroles o políticos como Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Bartlett y Josefina Vázquez Mota, lo que hicieron fue depauperar financieramente el sistema, de tal manera que no bastaba para la sobrevivencia de los alumnos, dejando poco a poco que el control de las escuelas fuera de los propios estudiantes, desde el ingreso hasta el egreso, aunque durante su estancia ni la beca, el internado ni los alimentos fueran suficientes, menos el control académico, pero eso sí, al final los alumnos siguen obteniendo un sitio como profesores, es decir una plaza definitiva, lo que ha tenido y sigue teniendo un atractivo que hace soportar las penurias durante los estudios, aunque los resultados académicos no han sido perfeccionados o cuando menos dados a conocer.

Las diferencias que existen en el actual sistema de educación superior en México son muy grandes, me voy a referir a las Escuelas y Facultades de Medicina, áreas que he observado con cierto detenimiento en los últimos años. Si juzgamos los resultados que, terminando la carrera y una vez obtenida su titulación, logran los egresados para ingresar a los estudios de especialización u otros de posgrado, las diferencias pueden ser -o cuando menos parecer- abismales. El ENARM, el examen que selecciona a los aspirantes para continuar su preparación hasta llegar a ser especialistas, hace públicos los resultados y, aunque de manera anónima con cada evaluación, se da a conocer la escuela de donde provienen los aspirantes aceptados y los rechazados. No todo mundo está de acuerdo que los números que arroja el ENARM sean un método adecuado para juzgar los resultados de una escuela; a mí me parece que sí lo es, porque las posibilidades para ejercer la Medicina General son muy escasas, el Sistema de Salud no se da abasto, ni en el público ni en el privado, y los puestos laborales a los que se aspira son muy poco atractivos y muy mal pagados; es decir, actualmente la medicina es una licenciatura propedéutica, lo mismo que en muchos otros países como los de la Unión Europea o Estados Unidos; entonces, si una escuela consigue tener un mayor porcentaje de aceptados que otra, significa que obtiene mejores resultados. Existen escuelas que logran que el 80% de sus egresados sea aceptado a través del ENARM y otras con 1% o menos, la diferencia no está entre escuelas públicas y privadas, existen instancias públicas, como la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, que consiguen año con año excelentes resultados, y otras privadas, como la de la Universidad Panamericana o la Universidad La Salle, que también lo hacen, y también están las instituciones tanto públicas como privadas que no logran que un porcentaje de sus egresados consiga continuar su carrera como médicos. Hay diferencias notables, incluso en escuelas de una misma universidad, por ejemplo, los resultados de las escuelas del Instituto Politécnico Nacional son contrastantes, las posibilidades de egresados de la Escuela Superior de Medicina, del Centro Interdisciplinario de Ciencias de la Salud y de la Escuela de Homeopatía son notablemente diferentes, casi contrastantes. Algo parecido sucede entre la Facultad de Medicina y las  escuelas de medicina de la FES Iztacala y la FES Aragón. Probablemente, algo similar ocurra en las licenciaturas de otras disciplinas; todo es un pendiente del Estado para, primero, asegurar que la sociedad tenga la seguridad de tener profesionales capaces, y segundo, que los egresados tengan también la posibilidad de ejercer su profesión dignamente.

Si se intenta crear nuevas universidades (se proponen cien), a cualquiera que haya estado cerca de la educación superior, sus retos y dificultades seguramente le parecerán muchos, por lo que debe hacerse buscando la calidad y aspirando a formar profesionales competentes y competitivos. Con competentes quiero decir profesionales perfectamente formados para servir a la sociedad y con competitivos me refiero a que puedan enfrentarse a los retos que el ejercicio de la profesión tiene con otros colegas egresados de cualquier universidad.

Existe ya una escuela de Medicina en camino, se trata de la Escuela de Medicina Social de Tlalpan, de la que por cierto fue director nuestro actual Secretario de Salud, que tiene alumnos en el cuarto año sin tener Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (RVOE), ni un plan formal de estudios, además de que el profesorado ha sufrido múltiples cambios. Sí éste es el ejemplo, el futuro no parece alentador.

Lecturas Recomendadas:

Carlos Tello Díaz. Porfirio Díaz: Su vida y su tiempo: La guerra. Debate. México. 2015.

Carlos Tello Díaz. Porfirio Díaz: Su vida y su tiempo. La ambición. Debate. México. 2018.

Mario Vargas Llosa. La llamada de la tribu. Alfaguara. México. 2018.

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Carlos Lijtszain

Como siempre su visión es muy acertada
Cantidad o calidad
En lo referente a las escuelas de medicina para obtener una licenciatura existen diferencias abismales pero más aún en las instituciones que forman a los especialistas
El título profesional no es una patente de corzo y es preocupante el manejo de la salud por quienes no tienen la capacidad de garantizar que se dará la mejor atención posible a nuestros conciudadanos
Espero que el sentido común prevalezca encima del populismo y la ignorancia y nos demos cuenta que el patrimonio más valioso del ser humano es su vida
Recibe un abrazo

Marcela Braun

Gracias por su detallada explicación. Por lo menos si existen más opciones el resultado será positivo.
Saludos

Ricardo Miguel

Coincido en varios puntos, en lo personal como profesor de pregrado de medicina, se padecen rezagos impresionantes casi surrealistas, es decir adultos universitarios con deficiencias en aritmética básica, seguido de una falta importante de poder de abstracción del pensamiento, y culminado con un analfabetismo funcional. Es critico en muchos aspectos, desafortunadamente como su narrativa y otras que he leído, siempre ocurre que el inmediato inferior (docente) es el culpable; pero no solo el docente, mucho es del alumno de las actitudes, hábitos, costumbres, incluso entorno familiar y en medicina falta evaluaciones que consideren estos aspectos como un filtro de selección los aspectos psíquicos del alumno, como parte integral de procurar una mejor calidad de egresados.

Juan Carlos Arguelles Ximenez

Me gusta su análisis Doctor.
Creo que es necesario formar mas y mejores profesionistas, pero no tiene caso desarrollar recurso humano que no va a tener la posibilidad de desempeñarse de manera digna. El crear nuevas universidades, y en algunos casos como la Escuela de medicina Social de Tlalpan que no cuenta con sus estudios acreditados lo considero como una burla a los futuros profesionistas y a sus futuros pacientes. Creo que hay ejemplos a nivel mundial de cómo se gestiona la educación y la demanda de profesionistas de acuerdo a las necesidades de los países y de los mercados de las cuales se podría aprender mucho.

Muy interesante su análisis Doctor.

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