Revolución Inteligente

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Sophia habla, se mueve e interactúa: inclina la cabeza si se le acercan demasiado, y su piel está dotada de tacto hiperrealista, frunce el entrecejo cuando no comprende una pregunta y reacciona a las bromas. Es posible que este software de inteligencia artificial, montado en estructura de androide, sueñe con ser tan inteligente como los seres humanos. La idea es que yo sea cada vez más lista; trabajando con humanos aprendo qué significa ser una persona, expresaba la autómata en la Conferencia Mundial sobre Inteligencia Artificial de la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT), en Ginebra, Suiza el pasado junio. Construir a Sophia le llevó tres décadas de investigación y al doctor en artes interactivas e ingeniero por la Universidad de Texas, David Hanson.

Sophia es producto de la Inteligencia Artificial (IA), una rama de las ciencias de la computación y de las tecnologías de la información, que usa software y hardware para simular el comportamiento y comprensión humanos. Hace décadas que en México convivimos con sistemas semiautónomos incorporados a la industria, transporte, telecomunicaciones y medicina. También, estamos familiarizados con robots multifuncionales y vehículos aéreos no tripulados (drones). Por tanto, muchos en el planeta nos hemos beneficiado del “trabajo” o servicios que realizan esos sistemas, de ahí que consideremos que no nos será ajeno convivir con ciborgs, autómatas y androides en un futuro próximo.

Sin embargo, ciertos científicos temen que esa inteligencia iguale o rebase a la humana y les inquieta saber hasta dónde será posible controlar ese proceso. Una de las voces más influyentes en esa tecnología, el doctor taiwanés Kai Fu Lee, advierte que estamos ante “una revolución inimaginable” que impacta en nuestro modo de vida por el uso creciente de IA cada vez más perfeccionada. Lee, también director de Sinovation Ventures, puntualiza que la creciente actividad de la IA en ámbitos cada vez más amplios, dará una nueva forma al significado del trabajo y al mismo proceso de generación de riqueza.

Tal escenario alteraría la actual estructura de poder político y profundizaría la brecha económica entre naciones, personas y organizaciones, estima a su vez el director de la Academia Sinica Europaea, David Gosset. Y si bien esto tardará décadas en llegar, urge que Gobiernos y organizaciones anticipen reacciones posibles ante la llamada “fractura digital”; es decir, que mientras un pequeño segmento de la sociedad maneja y se beneficia del aumento de algoritmos de la AI y los llamados big data, la mitad de la población mundial aún no tiene acceso a internet.

Desde una perspectiva geopolítica, el análisis de los efectos sociales y políticos de la IA anticipa riesgos de inequidad internacional sin precedentes. En los países industrializados ya hay un claro debate sobre el efecto de la Inteligencia Artificial en las relaciones China-Occidente y, en particular, entre Beijing-Washington que es el mayor determinante en el orden internacional actual. Si por décadas, las armas nucleares fueron el símbolo dramático de la Guerra Fría, hoy los analistas consideran que la Inteligencia Artificial será la marca del antagonismo estratégico sino-occidental del siglo XXI.

Para conocer ese y otros efectos, Gosset propone crear una Agencia Internacional de Inteligencia Artificial, inspirada en el modelo de cooperación de la Agencia Internacional de Energía. Desafortunadamente, en México prácticamente están ausentes del debate público las implicaciones geopolíticas de la también llamada, Cuarta Revolución Industrial.

Y es que, a diferencia de la Revolución Industrial y la llamada Revolución de las Computadoras, la Revolución de la Inteligencia Artificial implica la supresión de empleos a gran escala; sobre todo los mal pagados. En contraste, reportará colosales ganancias a las empresas que posean esa tecnología. Del riesgo y ventajas de la IA en el periodismo ya hablaremos en otra ocasión.

¿Qué hacer? Algunos proponen re-capacitar a las personas en riesgo de perder sus empleos, en tareas ajenas al ámbito de la IA como en: pensamiento multidisciplinario (abogados litigantes), profesionales que interactúen con personas, trabajadores sociales y voluntarios. Pero ese proceso requerirá más inversión pública y, por tanto, más impuestos.

El presupuesto mexicano, dedicado en su mayoría al pago de servicios y nóminas, es absolutamente deficitario en inversión en educación, ciencia y tecnología. Si los estrategas políticos no invierten de forma apremiante en el futuro, esta Revolución de la Inteligencia Artificial sobrepasará a México. Y ése, es un riesgo que no puede ni debe correr la sociedad.

concurso de robotica
Muestra de robot humanoide como apoyo didáctico, diseñado por estudiantes del Estado de México (foto: Salvador Reyna).
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Ana

Muy buen artículo, triste que México aún no se preocupe por invertir en inteligencia artificial, gracias por compartir esta información

Nydia Egremy

Gracias por su comentario. Efectivamente, este es el momento de invertir en educación tecnológica.

Alejandro Huerta

Creo que la creatividad e imaginación del ser humano nunca sera sobrepasada hoy muchas sociedades viven en su área de confort como pocos o nulos incentivos para cambiar pero ante lis problemas graves que se nos avecinan como la sobre población, la escaces de alimentos y el cambio climático el hombre encontrara soluciones aprepuantes desarrollando nuevas formas de pensar.
Saludos

Laurel Elide Fabila Ibarra

Muy interesante, dificil pensar o entender hasta donde llegara ls tecnologia. Lo que antes creiamos ciencia ficcion ahira es realudad. Me pregunto pasara igual con la. IA?

Nydia Egremy

Muchas gracias por su comentario. La ciencia y la tecnología van de la mano con la curiosidad y creatividad de la Humanidad, que parece sin fronteras. Seguro que lo mismo ocurrirá con la IA.
Saludos

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