De alguna manera, poco a poco nos hemos acostumbrado en la Ciudad de México ‒y varias otras más‒ a que los tianguis en la calle sean parte del paisaje, y tácitamente hemos aceptado que está bien que se encuentren instalados en la vía pública.
El que estos puestos invadan la calle, implica todo tipo de desorden, hay más tráfico, no hay dónde estacionarse en los espacios en que estos puestos se ubican, por supuesto no tienen baños, lo que implica insalubridad, y obviamente si les pides factura de lo que compras te contestan que ellos no tienen forma de expedirla.
Podríamos argumentar que es anarquía, pero pobre gente, es su única manera de lograr su sustento.
La realidad es que después de tantos años, se ve que están perfectamente organizados y que claro que pagan impuestos, solamente que no a la Secretaría de Hacienda sino a la gente que los protege, les asigna el lugar donde se deben ubicar y les dice qué pueden vender. Si observamos bien, nos podemos dar cuenta de que venden los mismos productos en las diferentes locaciones o sucursales a los mismos precios y con sistemas de control y distribución sofisticados y eficientes.
De ninguna manera puedo afirmar que la gente que trabaja en estos mercados son delincuentes o gente mala, simplemente cayeron en esta trampa de vivir en la ilegalidad y sin derechos ni prestaciones. Si esto sigue creciendo, en algún momento el Estado tendrá que asumir la responsabilidad de haber permitido esta situación y afrontar el hecho de darles servicios de salud y pensionarlos sin haber generado las reservas financieras (evidentemente que los que trabajan en estos puestos no pagan ningún tipo de impuestos).
Al interior del gobierno se dice que es parte del sistema, lo cual mantiene el control de la ciudad y, por supuesto, ha resultado muy redituable para controlar el manejo político.
Me parece que asumir que esta situación es manejable, resulta muy riesgoso. Todos los controles que hay sobre esta gente son opacos y pueden ser infiltrados por grupos mucho más perversos y peligrosos, es muy fácil que las cosas se salgan de control.
Ojalá el próximo gobierno que nos toque, no importando quién, asuma la responsabilidad y la visión de hacer que la Ciudad de México y muchas otras en el país, finalmente cambien su rumbo hacia una cultura de legalidad donde se respeten las vías públicas, terminemos con las islas de impunidad y vayamos caminando cada vez más a ciudades donde todo mundo respete el orden y la ley.
Al tiempo todos saldremos ganando, viviendo mejor y más seguros.
La pregunta es: ¿están los tianguis tan arraigados que pedir que los quiten es una utopía?
Los mercados sobre ruedas llegaron para quedarse, lo cual lamento. Además de los puntos que planteas, también hay que considerar el lado de la demanda. Los utilizan la población de todos los niveles. Yo nunca lo he hecho porque estoy de acuerdo en lo que dices. ¿Es una utopía pedir “que los quiten”? Es más utopía esperar una acción conjunta de los usuarios: no comprar ahí.saludos.
De acuerdo Santiago, así es, no deberíamos comprarles
Qué importante Salo.
Además consumen servicios del estado que no pagan (energía eléctrica, escuelas, seguridad por ejemplo) que no pagan y cuyo costo recae en los contribuyentes.
Efectivamente se han convertido en un botín político y pueden caer en manos con malas intenciones.
Es importante hacer un plan transexenal para meterlos al orden y a la legalidad y que se sientan responsables de contribuir con algo a México.
Don Salo:
No se puede combatir eso. Ayiua a evitar el desempleo y los que conizco, les va muy bien, mejor que en empleos fijos mal pagados
Pienso que quitarlos no es una solución ya dejaría a muchas personas sin ingresos, con lo cual serían presa fácil para que la delincuencia organizada atrajera a muchos de ellos. Sugiero que lo mejor es irlos regulando, incluyendo el pago de impuestos, agregando baños públicos, asignación de lugares específicos minimizando lo que estorban, eliminando productos de contrabando y piratas, etc.
También sería importante modernizar la cadena de abasto para que en el caso de los alimentos los productores incrementaran sus ingresos.
Si usted va a París, de igual manera existen los tianguis, ahora somos más primer mundo que el primer mundo. A veces perdemos el piso queriendo corregir las pequeñeces y lo importante ya no es necesario. Ojalá seamos más crítico de lo importante y no de lo que hasta ahora hemos hecho una tradición de más de 500 años.
No en la proporción ni con el desorden que existen en México. El hecho de que existan en otros lados no los hacen menos malos. El problema no es de la gente que trabaja allí sino de las mafias que se generan y el caos que causan en la ciudad al invadir vías públicas. Afectan mucho el tráfico y operan con ventajas que los que estamos dentro de la ley no tenemos. Eso no es justo.