En este aparato de ideas ¿qué es lo que determina a algunas personas como hombres o como mujeres? ¿estamos mas allá de la biología?
Ciudad de México (elsemanario.com).- Cuando comencé por leer “la construcción de un cerebro sexual” rápidamente remití a procesos biológicos, sinapsis y compuestos hormonales; de ahí entonces mi sorpresa cuando entre los primeros párrafos figuraba el nombre de Simone de Beauvoir -empoderada del siglo XX que influyó de forma determinante en la cultura feminista- y entonces lo entendí, esto no se trataba de eso que nos orilla a cumplir el impulso sexual, sino de aquello que le da forma.
La crianza se sobrepone a la naturaleza. La creencia popular afirma que, a partir de órganos sexuales determinados, se forman los caracteres de femineidad o masculinidad que la persona introyectará, interpretará y mantendrá durante toda su vida, pero esto no es algo biológico -‘producto de la naturaleza’- mas bien, forma parte de una construcción social.
Bajo la postura de Beauvoir podría decirse que todo hábito de comportamiento -desde lo que se viste hasta la forma en como se habla, camina o piensa- corresponde a la imagen de un yo diseñado para defender su sexualidad, para erigirse como un hombre o como una mujer.
Se necesitan cuerpos completos, ser completamente uno o completamente otro, pero nunca un punto medio. Esta es la acreditación plena de lo que se es y se castiga a todos aquellos cuerpos que se mantienen ambivalentes en el camino de formarse como mujer o como hombre.
Aquellas personas que cambian, que se transforman o que caminan entre ambos mundos son vistos como ajenos. A no pertenecientes a uno ni a otro, se les mira con extrañeza porque las características para lo que es ser hombre y lo que es ser mujer, están sumamente determinadas. Se cree que un varón es fuerte, feo y formal; mientras que una mujer es delicada, amorosa y tierna. Cuando se vive en mundos dicótomos que se descartan el uno al otro, un ser que mantiene rasgos de ambas listas no tiene cabida en este espacio tan delimitado.
La cultura programa a las personas -desde el momento en el que nacen- para cumplir con determinadas normas que le son impuestas basándose en el carácter físico sexual con el que cuenten, además mantiene métodos infalibles de direccionamiento. Si se deja a un niño y a una niña en un cuarto lleno de juguetes, ella probablemente tomará las muñecas mientras que él hará lo propio con los carros. Si se deja a dos monos en un cuarto lleno de juguetes, ambos jugarán indistintamente con estos y además, de acuerdo con los autores Larry Young y Brian Alexander, estos animales no llamarán ‘mariquita’ a otro mono solo por escoger juguetes “de niña”.
El cuestionar la sexualidad y por lo tanto el género de otro es uno de los mayores insultos que una persona puede recibir ¿por qué? el género nos constituye. No creamos personas, sino mujeres y hombres, de no ser alguno de estos entonces ¿que se es? Aún no tenemos alternativas establecidas para salir de la jaula en la que nosotros mismos aceptamos ingresar y contribuimos a construir.
¿Por qué los chicos actúan como chicos? La respuesta mas obvia sería: porque tienen cerebro de chico. ¿Por qué las chicas actúan como chicas? Fácil: porque tienen cerebro de chica. Estos cerebros, sin embargo, son construidos y delimitado en el contexto social y nada tiene que ver con la biología.
