Algo que se le puede agradecer a Donald Trump sobre la negociación del TLCAN es que la revisión del acuerdo comercial abre a México la oportunidad de revalorar los pros y contras de la normatividad que lo han dejado rezagado frente a sus socios del norte.
Fue el 1 de enero de 1994 cuando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entró en vigor y se abrió las puertas a una vasta zona de libre comercio de 478 millones de habitantes conformada por los territorios de México, Estados Unidos y Canadá.
La extensión del acuerdo comercial entre Estados Unidos y Canadá firmado en 1989, que incluyó años más tarde a México, gradualmente eliminó la mayoría de los aranceles a las mercancías, primero de origen científico y prosiguió con la reducción de barreras a la inversión.
En cifras, durante los primeros 15 años del TLCAN, se fomentó la relación entre las economías del bloque, alcanzando la creación de 40 millones de empleos y entre 1993 y 2016 se mostró un dinamismo en las exportaciones de México a Estados Unidos siete mayor y al menos tres veces más a Canadá.
En datos duros del resultado del TLCAN, balanza comercial de Estados Unidos con México pasó de un superávit de mil 600 millones de dólares antes del TLCAN, a un déficit de más de 64 mil millones, según cifras oficiales estadounidenses.
Estados Unidos es el principal socio comercial de México, recibiendo el 80% de sus exportaciones, esencialmente bienes manufacturados y productos agrícolas. Canadá por su parte es el mayor cliente y proveedor de energía de Estados Unidos. Según datos estadounidenses, en 2016, el comercio entre Estados Unidos y Canadá alcanzó los 635 mil millones de dólares.
En la relación entre Canadá y Estados Unidos, los canadienses destacan por comprar más productos a Estados Unidos que los que importa en conjunto de China, Japón y Reino Unido (267 mil millones de dólares contra 234 mil millones). En 2016, las importaciones estadounidenses de bienes canadienses ascendieron a 313 mil millones de dólares. El excedente comercial de bienes y servicios de Estados Unidos con Canadá fue de 8 mil millones.
Tras la revisión del TLCAN en cifras, queda algo pendiente para México.
Tras el acuerdo comercial, el Producto Interno Bruto per cápita de México se multiplicó por 1.6 entre 1993 y 2015, según datos de Banco Mundial, pero este indicador de crecimiento se ha más que duplicado en Estados Unidos y Canadá.
Con un PIB per cápita de alrededor de 9 mil dólares en 2015, México sigue muy por detrás de Canadá (43 mil 300) y Estados Unidos (56 mil 115).
En materia de salario mínimo, México no registró cambios significativos a favor de los trabajadores. En 1992 los mexicanos ganaban 1.51 pesos por hora, frente a los 13. 15 pesos por hora trabajado en Estados Unidos. En 2017, el salario mínimo en el mercado laboral mexicano se cotiza en menos de 20 pesos, mientras que las empresas estadounidenses están obligadas a pagar un mínimo d 145 pesos por hora trabajada.
El mercado mexicano no sufrió modernizaciones relevantes para ofertar mejor sus productos a los mercados externos; sin embargo, si se benefició por los aranceles fijados en el TLCAN por la amplia demanda de productos de consumo básico como el maíz, la gasolina o medicamentos.
Las cifras en materia migratorio tampoco respaldan la idea planteada por Salinas al promocionar el TLCAN en 1993. El bajo dinamismo de la economía en las regiones rurales del país y la falta de oportunidades laborales, orillaron a los mexicanos a buscar opciones fuera del país.
De 1994 a 2000 el número anual de mexicanos que migró hacia ese país se disparó en 79%. La cifra de connacionales viviendo en el vecino del norte pasó de 4.5 millones en 1990 a 9.4 millones en el 2000 y 12.6 millones en el 2009, de acuerdo con el estudio ¿El TLCAN ayudó a México? del Center for Economic and Policy Research.
Con estas cifras, la insistencia de renegociar el TLCAN al parecer no sólo es benéfica para Estados Unidos, sino también para México.
