Simulación e improvisación en el aprovechamiento del TLCAN

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El 26 de septiembre de 1990, el Secretario de Comercio y Fomento Industrial, el doctor Jaime Serra Puche realizó la primera visita a Canadá (Montreal), acompañado por una numerosa Misión de Empresarios y Socios del CEMAI (Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales), para promover la negociación de un Tratado de Libre Comercio con Canadá, pues en México ya había la firme convicción de que se firmaría uno con Estados Unidos, atendiendo la invitación del ex presidente George Bush.

Siendo yo el Consejero Comercial de México para Quebec y las Provincias Marítimas de Canadá en el periodo 1990-1993, me correspondió organizar la reunión con funcionarios federales de Canadá y de las provincias señaladas, así como con más de 200 empresarios canadienses, mismos que mostraron enorme interés en el proyecto, pero señalaron que no les interesaba un tratado bilateral, debido a que eso propiciaría que los beneficios del mismo ‒al ser Estados Unidos el único que tuviera acceso preferencial a dos mercados‒ se concentraran en ese país y que un tratado trilateral sería más benéfico y ventajoso para las tres partes, ya que a través del aprovechamiento adecuado de las ventajas comparativas de cada país y de la economía de escala, se lograría una integración comercial y productiva que convertiría a la región del TLCAN en un bloque mucho más competitivo, lo que atraería mayores flujos de IED (Inversión Extranjera Directa) hacia la región y generaría mayor número de empleos, así como mayor bienestar para sus habitantes.

Bajo esta perspectiva, especialmente para México, era un proyecto muy atractivo porque la abundante mano de obra de nuestro país resultaba un elemento verdaderamente ventajoso y complementario para los procesos de manufactura en la región y, en un principio, se puede decir que los resultados para México fueron positivos en el periodo 1994-2001, ubicándose en 2º lugar en crecimiento de sus exportaciones a nivel mundial con 206%, sólo superado por Arabia Saudita.

Este dinamismo fue originado por una mayor competitividad provocada por las reformas realizadas en los años 80 y principios de los 90, el  acceso preferencial al mercado de importación más grande del mundo; la captación del 4.31% de los flujos de IED mundial en 1994, el cual se convirtió en la participación récord de México como destino preferido; la importante presencia de empresas transnacionales en nuestro país que a través de una estrategia corporativa muy exitosa fomentaron las transacciones intrafirma; y la enorme devaluación de fines de 1994, provocada por el error de Diciembre.

En el periodo 2001-2016, el dinamismo de nuestras exportaciones se redujo a sólo 135%, lo que nos ubicó en 19º lugar de crecimiento, debido a la enorme pérdida de competitividad provocada por la ausencia de una política ad hoc, por un marco sistémico enormemente deficiente a consecuencia de la pésima calidad de las instituciones públicas, incapaces de generar políticas públicas realistas, lo que suscitó poca confianza en los políticos y autoridades, y una pesada tramitología; la ausencia de una política de fomento industrial; la carencia de una política realista de comercio exterior; la salida de nuestro territorio de más de 900 empresas maquiladoras; la reducida y decreciente variedad de bienes en la producción y exportación, así como el reducido y decreciente valor agregado nacional de bienes orientados al consumo nacional y al exterior; la desaparición de 2,500 empresas exportadoras; la decreciente participación en la captación de flujos de inversión extranjera mundial, con el agravante de  que gran parte de la IED que se captó fue de compra de activos; la destrucción de la estructura de promoción de las exportaciones y de la inversión extranjera directa; la carencia una estrategia de promoción con programas, proyectos y políticas públicas realistas; la firma compulsiva de TLC’s con otros 46 países sin antes haber consolidado nuestra presencia en el mercado norteamericano y sin programas específicos que permitieran capitalizar las supuestas ventajas negociadas en los TLC’s. Una apertura comercial totalmente incongruente basada en una desgravación arancelaria unilateral como ningún otro país la ha realizado, misma que debilitó a la planta productiva nacional al generarle una competencia desleal; y una flotación sucia del peso cuya sobrevaluación se ha traducido en importante subsidio a la importación.

Hoy que el presidente Donald Trump habla de la eliminación de la característica trilateral del TLCAN, nuestros funcionarios apenas empiezan a preocuparse. Sin embargo, no se dan cuenta del terrible descuido en que han incurrido al no definir una estrategia con nuestros socios del TLCAN, siendo éste el proyecto más importante para el desarrollo de México al tener un acceso preferencial en el mercado más grande del mundo, el más cercano, con el que todavía tenemos enormes ventajas comparativas y con el que podemos desarrollar ventajas competitivas definiendo una verdadera estrategia nacional y regional, y con el que somos enormemente complementarios.

Increíblemente, nuestros funcionarios continúan con su liberalismo dogmático, ahora dando mayor importancia al TPP, mismo que se presenta como un mercado accesorio y reducido, muy lejano, mayormente con bajo nivel de ingresos, mucho más competitivo que México, con una oferta exportable muy diversificada, nada complementario y, lo que es peor, competidor directo nuestro en numerosos bienes en los que antes éramos grandes productores y exportadores y que ahora, paradójicamente, importamos de esos países y entre los que podemos contar a los textiles, confecciones, productos electrónicos y, mucho más aberrante, el café.

Conviene señalar que en el periodo 2001-2016, Vietnam es el país que ocupa el primer lugar en el crecimiento de sus exportaciones con 1,080%, a pesar de que es un país que fue totalmente arrasado por una guerra de desgaste enorme, y que nos exporta los productos antes señalados. Un país con el que en el periodo 1993-2017 registramos un déficit de -15,228 millones de dólares y, a pesar de ello, nos exporta muchos de los productos que antes exportábamos, incluidos los señalados en el párrafo anterior.

Lo peor es que Vietnam al ser miembro del TPP (Trans-Pacific Partnership), bloque con el que cándidamente nos comprometieron los teóricos y funcionarios encargados de definir la política y estrategia de comercio exterior, repitiendo nuevamente, que es una oportunidad enorme de participar en el mercado mundial, lo que resulta ilógico por todas las desventajas que han propiciado estos funcionarios y que difícilmente nos permiten competir adecuadamente en el mercado internacional.

En realidad, no entiendo a los teóricos y funcionarios encargados de definir la política y la estrategia del comercio exterior de México, pues con sus decisiones y a pesar de la vigencia de TLC´s con 48 países y 33 APPRIS en el periodo 2001-2016, que afirmaron que iban a generar enorme riqueza, empleos y bienestar para todos los mexicanos, los resultados han sido todo lo contrario, manifestando enormes retrocesos en todas las variables económicas de nuestro país, según puede constatarse en el siguiente cuadro.

Sin duda alguna, el elemento determinante en este enorme proceso de deterioro de México ha sido la “política de comercio exterior”, basada en la creciente importación para reexportar con reducido y decreciente valor agregado, lo que ha arrojado un déficit creciente con un mayor número de países con los que tenemos TLC’s, a pesar de que se señala que nuestros funcionarios son los que más experiencia tienen en el mundo en la negociación de dichos instrumentos, pero sin que esa supuesta experiencia y enorme ventaja se refleje en mayor generación de riqueza y bienestar para todos los mexicanos, situación que también prevalece con los países con los que no tenemos TLC’s.

Fervientemente, deseo y espero que el próximo cambio de administración permita la generación de una política y una estrategia lógica en materia de competitividad, de fomento, de comercio exterior y de captación de IED (Inversión Extranjera Directa), así como la reestructuración del aparato de promoción, que se termine con la aberrante situación que nos han hecho padecer y caer en enorme mediocridad, debido a la gran simulación e improvisación que ha provocado la aplicación del axioma de la mejor política industrial es la que no existe.

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