Este lunes se completó el rescate económico de Grecia con el último programa impuesto por la Unión Europea que ayudó al país helénico a enfrentar su crisis. Tras ocho años, esta es la Grecia de hoy.
Atenas.- Después de ocho años sujeta a programas impuestos por la Unión Europea, Grecia pone fin a la Odisea del rescate y nueve años de austeridad exigidos por los acreedores, periodo que al final deja un sabor semiamargo y pocos motivos para festejar.
Desde principios de 2010, Grecia ha dependido de los más de 260 mil millones de euros prestados por sus socios de la zona euro y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para mantener su economía a flote.
El tercer acuerdo de rescate de la economía helénica finalizó el lunes 20 de agosto de manera oficial y con él, se espera que el gobierno de Alexis Tsipras logre, de manera paulatina, poner fin a las duras medidas de recortes en el gasto público y cumpla con las promesas de campaña que le dieron la victoria en 2015.
A partir de ahora, Grecia tendrá que mantenerse por sí misma y dependerá de los mercados de bonos para refinanciar su deuda, dejar atrás oficialmente una crisis que ha reducido su economía en una cuarta parte y ha incrementado los niveles de pobreza en todo el país.
La realidad que se dibuja en Grecia tras el rescate no es de un país que salió de una crisis, sino de un país con la posibilidad de enfrentar sólo la crisis y elimina el riesgo de que Atenas abandone el bloque europeo después de que atentara contra la estabilidad la Unión Europea, dado que se derribó a su moneda única, el euro, llevándolo a sus niveles más bajos frente al dólar estadounidense desde 2006.
País en bancarrota tras el rescate
Los griegos saben que los efectos del rescate económico todavía seguirán afectando sus vidas durante un buen tiempo y conscientes están que el país necesitará décadas para cancelar los efectos de las medidas de austeridad impuestas por el gobierno para sujetarse a las demandas de los acreedores.
La economía griega se encuentra en niveles críticos, de hecho, según datos del FMI, sólo cuatro países han visto sus economías contraerse más que la de Grecia en los últimos años: Yemen, Libia, Venezuela y Guinea Ecuatorial.
La falta de empleo sigue siendo uno de los principales problemas del pueblo helénico. Durante el auge de la crisis, el desempleo se disparó a 28 por ciento y en 2018 la tasa se ubica en 19.5 por ciento.
Los griegos que gozan de empleo, a menudo se ubican en trabajos por debajo de sus cualificaciones, se han visto obligados a aceptar empleos de menor salario y adecuarse a sobrevivir en niveles por debajo a los que estaban acostumbrados antes de la crisis.
La migración ha sido otro efecto en el periodo de rescate. Unos 300.000 griegos han emigrado en búsqueda de empleo desde que empezó la crisis, mientras que los que dependen de los beneficios sociales han visto sus ingresos reducidos.
Ahora Grecia espera que su primer ministro logre impulsar políticas que contrarresten los altos impuestos laborales y de seguro social que se encuentran muy por encima del promedio de los países a Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y que constituyen una lápida para los pequeños empleadores y trabajadores independientes que llegan a entregar al Estado hasta el 60 y 75 por ciento de sus ingresos, respectivamente.
“El fin del rescate no supone ninguna diferencia en nuestras vidas” porque “sobrevivimos, no vivimos”, asegura Georgia Pavlioti, antigua supervisora en una compañía de sondeo de opinión local que perdió su empleo a causa de la crisis económica, citada por The New York Times