El debate contra el rating

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El propietario de una cadena de servicios de televisión, que por casualidad comparte la propiedad de un equipo profesional de fútbol, tuvo la excelente puntada de decir que el debate entre los candidatos a la grande le viene valiendo lo mismo que un documental acerca de la vida de los protozoarios y su importancia para la preservación de las condiciones de vida en Marte y por lo tanto ha decidido que en su lugar transmitirá un partido de fútbol, curiosamente, de su equipo. Tal decisión no debería sorprender a nadie, bajo la sola premisa de que dinero es dinero; esto es, se trata de economía básica.

Hace poco un famoso equipo de fútbol español, que tiene en su nómina jugadores por los que pagó sumas millonarias para su traspaso, fue eliminado de una de las competencias de clubes más importantes de Europa, simplemente porque tres de sus estrellas fallaron sendos tiros de penal. Nada más de pensar en lo que el equipo va a dejar de recibir, solamente por los derechos de la transmisión por televisión, uno puede imaginar por qué el dueño de la televisora nacional se niega a transmitir el debate. Simplemente economía, por más que los sesudos consejeros del Instituto Federal Electoral digan que su contribución a la democracia es fundamental y que el debate abrirá la mente de los electores, quienes se sentirán iluminados por los profundos y bien razonados argumentos de los candidatos. Bueno ya ni la burla perdonan, dirán los lectores, a quienes mencionamos que ocupamos este espacio para comentar este tema, debido a que deberíamos aprender mucho de él, aunque con lo dados que somos a minimizar y sentirnos sabelotodo, nada debe sorprendernos.

Para las diferencias en preferencias que indican las encuestas, ya deberíamos pedirles a los señores cobradores de bonos del instituto electoral que corten el financiamiento, suspendan los spots y que cada quien siga su campaña como el señor le de a entender. Para como van las cosas la probabilidad de que gane quien va a la delantera es casi uno, así como la probabilidad de que segundo y tercer lugar se hagan pomada es también cercana a uno y el cuarto lugar se vaya a tomar unas divertidas vacaciones a algún lugar del aburrido Mediterráneo, luego de demostrarnos a todos que se puede hacer una excelente campaña, sin recursos, muy propositiva, con planteamientos serios y que seguramente le llega a la gente mejor que las acusaciones estúpidas de que fulanito no cumple o aquella de que lo que requerimos para crecer es amor y paz.

A los mexicanos nos urge un cambio en la política hacia los políticos. Toleramos hasta las idioteces más aberrantes, como los shows de algunos “legisladores” que sólo muestran su amplia cultura, civismo y dominio de la historia de México, así como las ideas maravillosas, que ayudan mucho al crecimiento de la economía, como la cancelación de la fiesta brava, o prohibir fumar en lugares públicos y abrir cierto tipo de antros, al tiempo que permiten el aborto y las uniones homosexuales. Eso es liberalismo tropical y bananero, que pagamos los mexicanos, no sólo con los impuestos que nos quitan para sus sueldos, gastos y bonos, sino con los costos que implican para todos la legislación maravillosa.

Para amenizar el debate algún partido deberá llevar a algunas porristas de equipos profesionales o un tubo de los utilizados en antros exclusivos para hombres, para ser utilizados por ambos sexos, o de plano que cada silla tenga en el respaldo una pantalla para que los acarreados que asistan no se aburran durante las cerebrales intervenciones. Si ya de acarreados se trata, pueden intentar llevar mariachis y tríos que alternen canciones que mantengan el interés de la gente, o algún grupo jarocho, de esos que arman los versos del querreque conforme van escuchando nombres y palabras.  Que vergüenza que lleguemos en estas condiciones a estas alturas de la contienda y que sigamos pensando que la labor de los partidos servirá de algo, o que los partidos piensen que pueden cambiar el estado de ánimo de la gente, que simple y sencillamente está hasta el cepillo de los políticos y va a ir a las urnas a ver si efectivamente se fragua un cambio para bien.

 

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